El conflicto entre la realidad y la expectativa
marycarmen1607Ensayo9 de Junio de 2019
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El conflicto entre la realidad y la expectativa. Por María del Carmen Lima Rosales.
En el artículo “Enajenación y Neurosis” de Marco Eduardo Murueta se esboza que las diversas manifestaciones de la neurosis, son el resultado de la enajenación de los individuos bajo el sistema capitalista de producción en el cual las personas pierden su dimensión humana individual y social en aras de los “productos” que surgen de la praxis, y que terminan convirtiéndose en entidades con un poder propio que someten las expectativas y los deseos de quienes, paradójicamente, los crearon para satisfacer sus necesidades.
Se menciona en dicho artículo que “el producto es fruto de la cooperación entre seres humanos, aunque éstos no tengan una relación inmediata.” De este modo se propone que las creaciones de los hombres que en esencia habrían de cumplir el propósito de satisfacer las necesidades de quien los crea, terminan trascendiendo a la acción de éste y se convierten en entidades con vida propia que someten al sujeto.
Derivado de la lectura del artículo mencionado, se plantea en este escrito que el modo de producción capitalista es un animal hambriento e insaciable que se alimenta de los deseos, la sangre y el imaginario colectivo de las personas y las somete precisamente a través de la creación de expectativas que rara vez se llegan a satisfacer y que no necesariamente responden a necesidades genuinas de un ser humano que pudiera desarrollarse plena e integralmente hacia el desdoblamiento de todo su potencial como individuo, pero también como ser social necesitado de los otros y por los otros.
Aquí es necesario señalar con claridad el carácter irracional de la sociedad capitalista, que genera una insatisfacción crónica en la mayoría de los individuos ansiosos por alcanzar un nivel de vida que aparentemente es el pináculo de la existencia de todo ser exitoso, pero que aún entre los privilegiados genera actitudes que solo una mente desequilibrada podría justificar, tales como obsesiones paranoicas de no perder lo que se tiene, odios, racismos y discriminaciones de toda índole.
Las expectativas son construcciones sociales, no es imaginable un ser en total aislamiento que por sí mismo pudiera alcanzar las complejas aspiraciones de un individuo inserto en una sociedad urbana moderna. Al realizar un balance de los efectos que dichas expectativas generan en la salud mental de las personas, no se puede dejar de señalar lo increíblemente “irracionales” que resultan y los innegables efectos negativos a los que dicha irracionalidad y su inherente conflicto desembocan.
El agudo conflicto frecuentemente no resuelto, entre las expectativas de las personas y las posibilidades reales de alcanzarlas, generan una serie de actitudes y respuestas a los estímulos ambientales, caracterizadas por una clara tensión emocional, estados de estrés exacerbado, agresividad constante y en progresivo aumento. El egoísmo sienta sus reales en la conducta de los individuos en clara contradicción con la necesidad de la cooperación entre semejantes. La persona se olvida de que debe su humanidad al devenir histórico de la colectividad, la persona extravía su yo y lo ve reflejado en el objeto de su creación que termina siendo su amo. Es entonces cuando sobreviene el enajenamiento, la pérdida del yo, la “permanente insatisfacción consigo mismo, un constante no querer ser lo que se es.”
No obstante, si bien en este contexto, el conflicto no resuelto entre expectativas y realidad se convierte en una fuente de neurosis, en un contexto histórico, sin embargo, la necesidad de ir más allá, el querer más en un sentido que abarca los aspectos multifacéticos del ser humano, ha sido un motor del desarrollo. Ese querer más, esa lucha entre sus necesidades, sus expectativas y su realidad ha sido factor de evolución tanto en el aspecto natural como en el social.
El diccionario de psicología de Umberto Galmberti, siglo XXI, 2002, define la neurosis como “Trastorno psíquico sin causa orgánica cuyos síntomas son interpretados por el psicoanálisis como expresiones simbólicas de un conflicto que tiene sus raíces en la historia del sujeto y que constituye un compromiso entre el deseo y la defensa.” Así mismo indica que la enajenación es un “proceso en el que el sujeto se transforma en un extraño para sí mismo o partes de sí mismo. El término, de origen filosófico, suele ser utilizado como sinónimo de locura y con esa acepción se utiliza en la psicología forense.”
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