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El envejecimiento del organismo


Enviado por   •  14 de Julio de 2011  •  Monografías  •  5.751 Palabras (24 Páginas)  •  1.235 Visitas

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Vejez

Tomado de: Yepes, E. y Toro, R. (1986), Fundamentos de Medicina y Psiquiatría, Corporación para Investigaciones Biológicas, Medellín.

Tradicionalmente se ha considerado el co¬mienzo de la vejez en forma arbitraria alre¬dedor de los 65 años, cuando muchos se jubilan. Es preciso recordar sin embargo, que el envejecimiento es un proceso diferente en cada individuo, en algunas personas ocu¬rre rápidamente y en otras es un proceso muy lento.

Lidz considera 3 fases en esta etapa, fases que no son bien delimitadas ni tampoco ocurren necesariamente en todas las personas: vejez, senectud y senilidad.

1. Integridad y otros aspectos psicológicos.

Para Erikson la integridad es la meta crí¬tica de la vejez e implica la aceptación del propio ciclo vital; ya es demasiado tarde para comenzar algo pero la persona puede usar sus experiencias, conocimiento acumu¬lado para culminar su vida y ayudar a aque¬llos que vienen detrás. La contraparte de la integridad' sería la desesperanza, es decir, un sentimiento de que se ha malgastado el tiempo asociado a amargura y resentimiento consigo mismo y con los demás.

Otra meta psicológica importante de la vejez es el alcanzar un sentido de culminación. En otras palabras, redondear, revisar, poner las cosas en orden.

En la vejez el individuo debe ser capaz de manejar y disfrutar el ocio, el descanso y el tiempo libre. Psicológicamente puede experi¬mentar inversión de algunos de los desarro¬llos alcanzados en la adolescencia; disminuye el impulso sexual; aumentan las necesidades de dependencia; disminuyen las diferencias físicas entre los sexos (incluso con rebaja de la estatura por cambios en los discos inter¬vertebrales y en la postura). En lugar de orientarse hacia el futuro se vuelve cada vez más al pasado. Con la senilidad disminuye o se pierde la capacidad de pensamiento con¬ceptual. Finalmente en algún momento el anciano tiene que absorber la pérdida de su compañera(o).

Jubilación.

Las actitudes emocionales del individuo hacia el retiro han ido cambiando y parece que el parámetro que mejor se correlaciona con la aceptación de este evento es la segu¬ridad económica que permite mantener el mismo nivel de vida.

Algunos profesionales como los médicos por ejemplo prácticamente nunca se jubilan a no ser que se vean forzados por razones de salud. La jubilación puede traer problemas especialmente cuando se asocia con pobreza, mala salud y soledad. Además hay otros fac¬tores como la pérdida de prestigio, el manejo del ocio y la reactivación de dificultades previas con el cónyuge.

La satisfacción que puede haber después de la jubilación, o en general, en la vejez, depende en mayor medida de la actitud que se tenga hacia este período, que del he¬cho de encontrar actividades para llenar el tiempo. Para algunos, no es sólo una época de declinación y espera, sino, de crecimien¬to, en la cual la experiencia y la sabiduría acumuladas pueden todavía usarse. El aspecto de generatividad mencionado en la etapa anterior de la edad madura, puede y debe seguir siendo muy activo y prominente en la vejez.

3. Vejez.

La fase de Vejez propiamente dicha ocu¬rre arbitrariamente a partir de los 65 años. Fuera de los cambios creados por la jubilación, la persona en esta fase no presenta diferencias mayores en relación a la etapa de edad madura media inmediatamente anterior. El individuo es capaz y competente para cuidar de sí mismo y de sus asuntos.

En general se ha comprobado que los an¬cianos que se mantienen activos van a sentir¬se emocionalmente mejor que aquellos que reducen sus actividades. Las actividades varían ampliamente desde el trabajo hasta el tiempo dedicado a la lectura, la meditación o las reminiscencias.

El envejecimiento debe considerarse obviamente un estado normal del desarrollo. Existe la tendencia de mirar a los viejos como un grupo homogéneo, lo cual constitu¬ye un error, ya que no estamos teniendo en cuenta las diferencias que existen dentro de este grupo en niveles de funcionamiento, va¬lores culturales, o en la manera como se hayan manejado otras fases previas del desa¬rrollo. Cuando se mira al viejo a menudo se pierde de vista que no sólo importa el paso del calendario sino los aspectos psicológicos, biológicos y sociales propios de la persona. El viejo enfermo llega más a la atención del público que el sano induciendo la idea este¬reotipada de que el envejecimiento en sí es un proceso patológico que lleva a un estado de incapacidad física y mental. Estrecha¬mente ligado con esto, está el mito del de¬terioro mental progresivo en la vejez.

Muchos han asumido que el deterioro mental es un concomitante inevitable a medida que la edad avanza. Un argumento en contra de ésto, es el hecho de que varios estudios han señalado que la incidencia de psicopatología mayor, de origen orgánico, en los viejos, es sólo de un 5 a un 100/0. Otro mito es el del deterioro físico inevi¬table. Estudios longitudinales llevados a cabo en la Universidad de Duke, han con¬cluido que a pesar de que sí hay una tenden¬cia a un declinamiento general en las fun¬ciones físicas; ésto no es necesariamente tan marcado como la mayoría de la gente cree.

Otra conclusión importante de los estu¬dios antes mencionados, es que la satisfac¬ción en el trabajo, particularmente en los hombres, es un índice confiable de longe¬vidad, así como el hecho de que mientras más útiles se sientan, tanto el hombre como la mujer en esta etapa, mayor longevidad tendrán.

Un mito destruido por las investigaciones que comenzaron con Kinsey, y continuaron con Masters y Johnson es que los viejos pier¬den la capacidad de respuesta sexual. Aun¬que la frecuencia y la intensidad de las rela¬ciones sexuales, disminuyen con la edad, la gratificación de tipo psicológico y físico puede persistir.

Entre los cambios importantes que ocu¬rren en la vejez está frecuentemente el cam¬bio de residencia. De acuerdo con las cir¬cunstancias este puede ser positivo o negati¬vo pero de todas maneras al ser un cambio es una situación potencialmente crítica.

Relación matrimonial.

A medida que las actividades se restringen la relación de pareja se vuelve más importan¬te. Aumenta la interdependencia, la toleran¬cia y la cercanía.

Tarde o temprano la invalidez o la muerte traerá una crisis mayor. El sobreviviente no sólo tendrá que manejar el duelo por la pér¬dida del cónyuge sino que algunas veces ten¬drá que adaptarse a depender de otros. El cónyuge que sobrevive es comúnmente la esposa ya que hay cinco veces más viudas que viudos.

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