El tabú de la virginidad

Maria Camila Gómez Morelo

El Tabú de la Virginidad.

Este texto pretende desglosar los conceptos de tabú y de virginidad, donde se analiza, siguiendo a Freud, el significado de la virginidad en la antigüedad primitiva y la posición masculina del hombre; asimismo como se menciona y se le da lugar a la mujer y su derecho de propiedad exclusiva sobre si misma que hace referencia a la esencia de la monogamia brindándole a su pareja actual la eliminación de un competidor del deseo sexual y previas experiencias de la mujer.

En la cual, el hombre busca y anhela ser ese primer acto o experiencia de la mujer, buscando la propiedad no solo sobre el cuerpo de la mujer, si no, sobre todo su ser por medio de la pulsión por el otro con la mediación del amor.

Sin embargo, en 1892 se atribuye a la mujer el papel de “servidumbre” que busca asignar poder en el erotismo que aporta el rol de único al hombre y este se ve estimulado por el "servilismo sexual”, donde una mujer le eleva al hombre la dignidad  de  único,  no  desde  el  punto  de  vista  del  ideal  amoroso  o  del ámbito narcisista, sino, de la satisfacción sexual, en la que esta actitud servicial es un sacrificio ante aquel al que le sirve, buscando una negación propia por engrandecer al otro, a la supuesta pareja.

Para una mujer, cuando la virginidad ha llegado a tener valor simbólico, no se pone en juego con un hombre y menos comparándolo con otros, sino a un ser que cumpla su fantasía de estar con el mejor o con el que se haya ganado su valor, por lo que es igual de valioso para una mujer como para un hombre en igual de condiciones.

A este ámbito simbólico de la virginidad, se le considera en un atributo peligroso de la mujer, es algo de lo que se debe despojar con el fin de convertirla en inofensiva para su pareja, entendido como la prevención de no solo servir a uno, si no, a varios. Este procedimiento se percibe como algo debidamente sufrible o bárbaro, digamos que implica un dolor que se produce como el precio por el sólo hecho de ser mujer. Ella no lo escoge, pero la tradición se lo impone como condición que permite su ingreso al mundo de la sexualidad. Se trata de una ilustración sociológica del encuentro con el goce sexual y al mismo tiempo de los esfuerzos que hace una comunidad para introducir algo que imaginariamente garantice el hecho de continuar en una tradición ritual de la comunidad, donde se evita la degradación de la mujer y la humillación de su pareja, lo cual nos muestra que el sentido del tabú no se agota en evitar la desfloración, sino que está destinado a ahorrarle al marido algo más que la reacción de su cónyuge ante la lesión dolorosa cuando se da la desfloración en la infancia o en la adolescencia.

Asimismo, como una de las curas a la histeria propuestas en su momento, era consumar el coito, pero con un acto simbólico previo como lo es el matrimonio sagrado que pretendía eliminar el mal habitado en la mujer, en este caso, el coito como parte de un ceremonial y el coito como signo de unión de una pareja comprometida, donde se busca utilizar el vínculo simbólico para el alivio mutuo desde el ámbito narcisista e indignante propuesto en este capítulo.

¿Pero y qué compone el hecho de perder la virginidad? Sangre y dolor, lo que hace inevitable para los primitivos relacionar directamente la virginidad como un hecho netamente peligroso y ligado a la sed de sangre, o para Freud representaciones sádicas en los primitivos.  Pero durante el periodo menstrual de las adolescentes, según algunos testimonios primitivos eran consideradas propiedad de un antepasado, representado en un animal que las había mordido y con quien estarían teniendo relaciones sexuales el tiempo que duraba el periodo. Es esta una significación imaginaria de la menstruación en la adolescencia, donde un Otro todo poderoso, la tiene como propiedad y además tiene el derecho de mandarla.  El efecto real de esta concepción imaginaria consiste en convertirla en intocable para su futuro esposo.

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