Ensayo Histeria
paziwa15 de Mayo de 2012
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HISTERIA
CASO DE HISTERIA.
4. Katharina.
(Freud).
En las vacaciones de 189. . . Hice una excursión a los HoheTauern ^ como para olvidar por un tiempo la medicina y, en particular, las neurosis. Casi lo había logrado, cuando cierto día me desvié de la ruta principal para ascender a un retirado monte, famoso por el paisaje que ofrecía y por su bien atendido refugio. Llegué, pues, a la cima tras dura ascensión y, ya recuperado y descansado, quedé absorto en la contemplación de arrobadoras vistas, tan olvidado de mí que a punto estuve de no darme por aludido cuando escuché esta pregunta:
«¿El señor es un doctor?». Pero la pregunta se dirigía a mí, y provenía de una muchacha de unos dieciocho años que me había servido en el almuerzo con gesto bastante fastidiado y a quien la posadera llamó por el nombre de «Katharina ». Por su vestido y su porte no podía ser una doméstica, sino que debía de ser hija o parienta de la posadera.
Ya vuelto en mí, le respondí: «Sí, soy un doctor. ¿Cómo lo sabe?».
«El señor se ha inscrito en el libro de viajeros, y yo me dije que si el señor doctor tuviera ahora un poquitito de tiempo. . . Es que estoy enferma de los nervios y ya una vez estuve en casa de un doctor en L.; es cierto que él algo me ha dado, pero todavía no estoy buena».
«¿Y de qué sufre usted?».
«Me falta el aire; no siempre, pero muchas veces me agarra que creo que me ahogaré». Angostamiento para respirar.
«Tome usted asiento. Descríbame cómo es ese estado de "falta de aire"».
«Se abate de pronto sobre mí. Primero me hace como una opresión sobre los ojos, la cabeza se pone pesada y me zumba, cosa de no aguantar, y me mareo tanto que creo que me voy a caer, y después se me oprime el pecho, pierdo el aliento».
«¿Y no siente nada en la garganta?». «Se me aprieta la garganta como si me fuera a ahogar». «¿Y en la cabeza no le sucede nada más?». «Martilla y martilla hasta estallar».
«Bien; ¿y no siente usted miedo mientras tanto?». «Siempre creo que me voy a morir; yo de ordinario soy corajuda, ando sola por todas partes, por el silo y todo el monte abajo; pero cuando es un día de esos no me atrevo a ir a ninguna parte; siempre creo que alguien está detrás y me agarrará de repente».
Era realmente un ataque de angustia, y por cierto que introducido por los signos del aura histérica; o, mejor dicho, era un ataque histérico tenía por contenido la angustia.
¿No habría algún otro contenido?«¿Piensa usted siempre lo mismo, o ve algo frente a sí cuando tiene el ataque?». «Sí, siempre veo un rostro horripilante; me mira tan espantosamente; yo le tengo miedo». Ahí se ofrecía, quizás, un camino para avanzar con rapidez hasta el núcleo de la cuestión «¿Reconoce usted ese rostro «No». «¿Sabe usted de dónde provienen sus ataques?». «No» «¿Cuándo los tuvo por primera vez?». «La primera vez fue hace dos años, cuando aún estaba con mi tía en el otro monte. Antes tuvo ahí el albergue; ahora estamos aquí desde hace un año y medio, pero eso me sigue viniendo».
Le dije entonces: «Si usted no lo sabe, yo le diré de dónde creo que Je han venido sus ataques. En algún momento, dos años atrás, usted ha visto o escuchado algo que la embarazó mucho, que preferiría no haber visto». Y ella: «¡Cielos, sí! ¡He pillado a mi tío con la muchacha, con Franziska, mi prima!». «¿Qué historia es esa de la muchacha? ¿No quiere contármela usted?». «A un doctor una puede decírselo todo. Sepa, pues, mi tío, el marido de mi tía a quien usted ha visto, tenía entonces la posada con mi tía en el monte X. Ahora se han separado, y yo soy la culpable de que estén separados, pues por mí se destapó {aufkommen} que él se entiende con
Franziska». «Bien; ¿cómo llegó [koinuieii] usted a ese descubrimiento?«Fue así. Cierta vez, hace dos años, unos señores habíanascendido allá [heraufkotnmen] y pidieron de comer.
La tíano estaba en casa, y a Franziska no se la encontraba por ninguna parte; era la que siempre cocinaba. Tampoco se hallaba al tío. Buscamos por doquier, y entonces el muchacho, Alois, mi primo, dice: "Al cabo, Franziska está con el padre". Entonces los dos echamos a reír, pero sin pensar en cosa mala. Vamos al dormitorio que tiene mi tío, y la puerta está con tranca. Pero me resultó llamativo. Y dice Alois: "En el pasillo hay una ventana, desde ahí se puede mirar dentro del dormitorio". Vamos al pasillo. Pero Alois no se anima a la ventana, dice que tiene miedo. Entonces yo digo: "¡Ah, muchacho tonto! Voy yo, no tengo miedo ninguno". Pero en todo eso yo andaba sin malicia ninguna, el dormitorio estaba bastante oscuro, pero ahí veo al tío y a Franziska, y él yace sobre ella». «¿Y entonces?».
«Al punto me he apartado de la ventana, me he apoyado en la pared y me entró la falta de aire que desde entonces tengo; se me nubló el entendimiento, sentí un peso sobre los ojos y en la cabeza me martillaban y todo bullía», «¿Se lo dijo enseguida, ese mismo día, a la tía de usted?».
«Oh, no, no le he dicho nada». «¿Y por qué se aterró tanto cuando encontró juntos a los dos? ¿Acaso entendió algo? ¿Se le pasó por la mente lo que ahí sucedía?». «Oh, no; en ese entonces no entendí nada, sólo tenía dieciséis años. No sé qué me aterró». «Señorita Katharina: si usted pudiera recordar lo que entonces pasó dentro de usted, cómo le entró el primer ataque, qué se le pasó entonces por la cabeza, quedaría sana». «¡Ah, si pudiera! Pero estuve tan aterrorizada que lo he olvidado todo».
(Esto quiere decir, traducido al lenguaje de nuestra «Comunicación preliminar» [pág. 38]: El afecto mismo crea al estado hipnoide, cuyos productos luego se mantienen fuera del comercio [Verkehr] asociativo con el yo-conciencia {Ich-Bewusstsciii].)«Dígame usted, señorita; la cabeza que siempre ve cuando le falta el aire, ¿no será la cabeza de Franziska, como usted la vio entonces?».
«Oh, no; no era tan horripilante, y además es sin duda una cabeza de hombre». «¿O quizá la de su tío?». «No he visto su rostro tan nítido, estaba demasiado oscuro en el dormitorio; y, ¿por qué habría puesto en ese momento una cara tan espantosa?». «Tiene razón». (De pronto pareció extraviado el camino.
Quizá se encuentre algo en lo que sigue del relato.) «¿Y qué sucedió después?». «Pues, que los dos han de haber escuchado ruido. Enseguida salieron {herauskommen). Yo estuve muy mal todo el tiempo, no podía dejar de pensar y pensar; dos días después fue domingo, hubo mucho que hacer, trabajé el día entero, y el lunes por la mañana sentí de nuevo el mareo y vomité y permanecí en cama, y vuelta y vuelta a los vómitos durante tres días». «Sí, asqueada tengo que haber estado», dice pensativa. «Pero, ¿de qué?». «¿Quizá vio algún desnudo? ¿Cómo estaban las dos personas en el dormitorio?». «Estaba demasiado oscuro para ver algo, y los dos estaban con ropa puesta. ¡Ah, si supiera qué me dio asco en ese momento!».
Tampoco yo lo sabía, Pero la exhorté a seguir contando lo que se le ocurriera, con la expectativa cierta de que fuese justamente lo que me hacía falta para esclarecer el caso. Informa entonces que por fin comunicó a su tía, quien la hallaba cambiada y sospechaba algún secreto, lo que había descubierto; siguieron escenas muy afligentes entre tío y tía; los niños escucharon cosas que les abrieron los ojos sobre muchos puntos, y que mejor no hubieran escuchado; hasta que la tía se decidió a tomar a su cargo esta otra posada, con sus hijos y sobrina, y dejar solo al tío con Franziska, que entretanto había quedado embarazada. Pero luego, para mi asombro, ella abandona este hilo y empieza a contar dos series de historias más antiguas, que se remontaban de dos a tres años atrás del momento traumático. La primera serie contiene ocasiones en que ese mismo tío la asediaba sexualmente a ella, cuando sólo tenía catorce años. Cómo cierta vez hace con el una excursión al valle, y allí pernocta en la posada. Él se quedó bebiendo y jugando a las cartas en el salón, a ella le vino sueño y se fue temprano a la habitación que les habían asignado a ambos. No dormía muy profundamente cuando él subió [btnaiifkommeu]; después se volvió a dormir, y de repente se despertó y «sintió su cuerpo» en la cama. Se levantó de un salto y le hizo reproches: «¿Qué haces, tío? ¿Por qué no te quedas en tu cama?». El intentó engatusarla: «Anda, muchacha tonta, quédate quieta; tú no sabes qué bueno es eso». — «No me gusta lo bueno de usted, ni siquiera dormir la dejan a una». Permaneció de pie junto a la puerta, lista para escapar al pasillo, hasta que él desistió •y se durmió a su vez. Entonces ella se metió en la cama y durmió hasta la mañana. Por la modalidad de defensa de que ella informa, parece desprenderse que no discernió claramenteel ataque como sexual; preguntada si sabía qué que hacer él con ella, respondió: «En ese tiempo no»; sólo mucho después se le volvió claro. Refiere que se resistió porque Icc resultaba desagradable que la molestaran cuando dormía y «porque eso no se hace» .Me he visto precisado a informar en detalle sobre este episodio porque posee gran significatividad para entender todo lo que siguió. — Luego cuenta otras vivencias de un tiempo algo posterior, cómo otra vez tuvo que defenderse de él en una posada, cuando estaba totalmente bebido, etc.
A mi pregunta sobre si en esas ocasiones sintió algo semejante a la posterior falta de aire, responde con precisión que todas las veces tuvo la presión sobre los ojos y sobre el pecho,
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