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Ensayo Sobre Juan Jacobo Roseu

siixmate24 de Julio de 2011

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ENSAYO SOBRE JUAN JACOBO ROUSSEAU Y SU OBRA

“EMILIO O DE LA EDUCACION”.

DIEP HERRÁN MARÍA DEL CARMEN

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

UBICACIÓN HISTÓRICA

IDEAS PEDAGÓGICAS

ANÁLISIS GENERAL DE LA OBRA

CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN

Cuando una obra perdura más allá de unas pocas décadas, necesariamente debe pensarse en que algún mérito debe tener.

Ese es el caso del “Emilio”. Su genialidad estriba en el descubrimiento de lo que podría ser tan obvio, pero que en su tiempo era totalmente ignorado: el que el niño piense y actúe como niño, de tal forma que una educación pensada en términos de adulto necesariamente le resulte impropia e inaplicable.

El mérito y la genialidad de Rousseau abrió un contexto para la moderna pedagogía que antes resultaban insospechables. Lo sencillo, lo simple, lo que después aparece tan obvio e incontrovertible como la tierra esférica y girando en torno al sol, es lo que antes de Rousseau no se había captado. Además, sentó las bases de la educación moderna en tal forma que ya será muy difícil remontar en el futuro sus premisas mediante nuevos hallazgos.

En este trabajo se pretende, pues, describir la perspectiva general del pensamiento roussouniano a la luz del contenido total de dicha obra. No se trata, de una síntesis. Sólo se pretende destacar y subrayar sus temas fundamentales para valorar sus premisas esenciales. Ojalá que se haya logrado.

UBICACIÓN HISTÓRICA

Juan Jacobo Rousseau, nació en los inicios del siglo XVIII, siendo rey de Francia Luis XV. El espíritu del siglo XVIII, lo podemos sintetizar de la siguiente forma: Si a comienzos del siglo XVII se señaló netamente una tendencia hacia la disciplina, los principios del siglo XVIII estuvieron dominados por la emancipación del individuo. Poco era el respeto por la tradición. Las fuerzas conservadoras se debilitaban cada vez más. Perdía terreno la fe y, como en el siglo anterior, los librepensadores ganaban prestigio en los medios aristocráticos, como era el caso de la mansión del gran prior de Vendome y, lo que es más, del propio palacio del Regente.

El racionalismo aspiraba a destruir lo existente y a reconstruirlo por entero con sus solas fuerzas, servido por un vivo espíritu del proselitismo que en el extranjero llevaba a cabo una intensa propaganda. Este racionalismo audaz triunfaba ya en los círculos literarios. A partir de ese momento, los escritores dirigieron la opinión. La novela se orientó hacia el género costumbrista y procuró dar una imagen de la sociedad de su tiempo en la que no se disimulaban las debilidades ni los vicios del siglo.

En este siglo surgieron los grandes filósofos: Montesquieu, Vico, Wolff, Berkeley, Hume, Voltaire, Diderot, Kant, Beccaria, Lessing, entre otros. Dentro de las artes y las ciencias sobresalían muchos. Daniel Defoe escribía el Robinson Crusoe. Joan Sebastian Bach componía varias de sus grandes obras. Nació el gran pintor Goya. Haydn, Mozart y Paisiello compusieron sus obras en esta misma época. Dentro de la ciencia y la técnica destacaban los inventos y estudios de Wyatt. Linneo formulaba su clasificación de los tres reinos de la naturaleza. Bernoulli, la cinética de los gases. Huntsmann, la fusión del acero. Celsius inventaba el termómetro centígrado. Benjamin Franklin descubría el pararrayos. Lavoisier, la teoría de la combustión.

Entre los aspectos histórico-sociales más relevantes cabe citar el que en este siglo los ingleses ocuparan Gibraltar. Federico Guillermo I era coronado rey de Prusia. En Inglaterra, Jorge I inició la dinastía de los Hannover. Se firmó la paz de Aquisgrán. Posteriormente subió al trono de Prusia Federico II. Inglaterra se adueñó del Canadá, la antigua posesión francesa. Portugal expulsó a los Jesuitas. En Rusia, Catalina la Grande era la gran Zarina. Génova cedió Córcega a Francia. Nació Napoleón Bonaparte. Clemente XIV disolvió la Compañía de Jesús. En la tercera parte de dicho siglo se constituyó como rey de Francia Luis XVI. Se realizó la guerra de Independencia de los Estados Unidos y se firmó su reconocimiento. Luego se creó su constitución y, a fines del siglo, se produjo la Revolución Francesa y sobrevino la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Esto último es de gran importancia pues acusa la influencia de la ideología tanto de Rousseau como de Voltaire.

Desde el punto de vista de la pedagogía del siglo XVIII, i se ve articulada, en sus idearios y métodos, al gran movimiento de la Epoca de las Luces: al iluminismo. Desde fines del siglo XVII se operó en Europa un cambio de ideas y convicciones que transformó la vida. Al principio, tenían un carácter crítico y destructivo y se llevaron al campo de la política. Más tarde las impulsó un afán de reforma y se dirigió a todos los dominios de la cultura, a la ciencia y al arte, a la economía y a la religión. El rasgo dominante de la nueva concepción del mundo y de la vida es el empleo de la razón como única pauta de juicio. Nada que no pueda justificarse a la luz del intelecto, nada que no pueda ser iluminado por la inteligencia humana, puede tener derecho a existir.

Históricamente considerado, el iluminismo es la época en la que la humanidad de occidente, alcanzó su mayoría de edad, ya que trataba de extender el movimiento científico de los siglos XVI y XVII a una íntegra concepción del mundo y de convertir la conciencia de autonomía de la razón en principio supremo de toda conducta. Los supuestos para este desarrollo se formaron en el Renacimiento y la Reforma. En ellos se consumó la ruptura con la Edad Media, despertándose, a la par, el más enérgico sentimiento de independencia que jamás vio la historia

Así se explica que se haya cimentado el ideal de una cultura intelectual fundada en el progreso del conocimiento. De ahí sus tres grandes rasgos fundamentales: la orgullosa conciencia del espíritu de emancipación con respecto a toda esclavitud tradicional para poder tomar en sus propias manos el destino de la humanidad; la placentera confianza en un progreso ininterrumpido de libertad, dignidad y felicidad de los hombres y la idea de una ilimitada responsabilidad de esta obra de la autonomía pero, al mismo tiempo, un entusiasmo inquebrantable por someter todo lo histórico al examen crítico del intelecto, es decir, Estado y sociedad, economía y derecho, religión y enseñanza; y, al fin, la feliz creencia de una solidaridad en todos los intereses, de una hermandad de todos los hombres sobre el fundamento de esta cultura intelectual siempre creciente.

Todo el complejo movimiento intelectual llamado Ilustración, aunque con elementos racionalistas, y especialmente cartesianos, sigue los caminos empiristas y toma del empirismo sus elementos más importantes: el deísmo, la ideología política partidaria de la libertad y del gobierno representativo, la tolerancia, las doctrinas económicas, etc.

En cierta forma, representó el término de la especulación metafísica del siglo XVII. Después de casi una centuria de intensa y profunda actividad filosófica, se abrió una nueva laguna en la que las ideas se vulgarizaron para llegar a las masas. Una serie de escritores que se llaman a sí mismos filósofos, con tanta insistencia como impropiedad, exponen, glosan y generalizan, aunque superficializadas, las ideas de las grandes mentes del siglo XVII y hacen que, al cabo de unos años, llenen el ambiente y se conviertan en los supuestos sobre los que se supone estar en la verdad. Europa cambió de un modo rápido, revolucionario, y esta transformación de lo que se piensa determinará la radical mudanza de la historia llamada Revolución Francesa.

La época de las Luces partió de los Países Bajos y de Inglaterra e invadió desde luego a Francia y Alemania, donde, como especialmente en Inglaterra, se desenvolvió en íntimo consorcio con el espíritu protestante de la nación y, por ello, vino a crear los fundamentos de una cultura en la que pudieron desarrollarse los mayores pensador y poeta de ese tiempo: Kant y Goethe.

Desde 1680 hasta fines del siglo XVIII se opera en Francia un cambio total de ideas y convicciones: disciplina, jerarquía, autoridad y dogmas son substituidos por independencia, igualdad, religión natural e incluso anticristianismo.

El órgano adecuado para la vulgarización de la filosofía y la ciencia es la Enciclopedia. El primer representante de este movimiento fue Pierre Bayle, el cual negaba que la razón pueda comprender nada de los dogmas, por lo que contribuye al apartamiento de la religión. Pero mucho más importante tuvo la Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios editada por Diderot y D´Alambert. Sus colaboradores eran Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Turgot, Holbach y otros muchos. Con cierta habilidad se deslizaban en su obra las criticas a la Iglesia y a todas las convicciones vigentes.

Rousseau, justamente, fue quien vio el más grave daño de la época y el más triste desvío de la humanidad en el iluminismo puramente racional que pasa por alto y ahoga la voz del sentimiento natural, y por ende, se convierte en ateísmo y en moral egoísta. Cabe destacar que él fue calvinista, católico, nuevamente calvinista y deísta.

A partir de él, en materia de educación se comenzó a dividir dicha temática en dos vertientes: la Escuela Tradicional y la Escuela Nueva. Es justamente a esta ultima en donde se incluye

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