Erikson

Hoy en día son pocos los padres que reconocen la gran responsabilidad que tienen en la formación de la personalidad de sus hijos. Además de la parte bilógica, los padres influyen de manera decisiva en nuestra personalidad. Determinando así, valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace. Por eso, la vida en familia es un medio educativo al que debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La escuela complementará la tarea, pero en ningún caso sustituirá a los padres. Por ejemplo, si una familia no tiene ningún tipo de estructura en el seno familiar, los niños serán mucho más impulsivos y podrán meterse en problemas con más frecuencia que los niños que provienen de familias estructuradas. (Hartline, K).

Según Erikson, decía que los niños se desarrollan en un orden predeterminado. Él estaba interesado en cómo los niños se socializan y cómo esto afecta a su sentido de identidad personal y su confianza con el mundo. Para eso, dio inicio a una teoría llamada teoría del desarrollo psicosocial, que está formada por ocho etapas distintas. Las cuales son Confianza vs desconfianza, Autonomía vs vergüenza y duda, Iniciativa vs culpa, Industriosidad vs inferioridad, Identidad vs confusión de papeles, Intimidad vs aislamiento, Generatividad vs estancamiento, Integridad del yo vs desesperación.

El apego es un vínculo emocional que se crea entre el infante y su cuidador que puede ser la madre, padre, o cualquier otra persona. Este vínculo se forma con la manera en la que la persona cuida del niño. El niño se va acostumbrado al trato que le da el cuidador, creando un sentimiento de seguridad y tranquilidad. El apego es muy importante ya que este fomenta la supervivencia del niño. Los niños desarrollan sus emociones de acuerdo a las respuestas que obtiene de su cuidador. Por ejemplo cuando tienen hambre lloran, el cuidador le brinda comida o cuando quieren socializar sonríen. Por lo tanto al recibir atención luego de expresar las emociones ayuda a fortalecerlas.

Los niños están constantemente aprendiendo durante su desarrollo. Parte de este aprendizaje se puede dar mediante la referencia social, esto es, cuando un niño es expuesto ante un objeto o situación desconocida, y observa la percepción de otra persona, como sus padres, para saber cómo actuar ante esta nueva situación. En este proceso, el contexto de la situación es importante además de los individuos. Por ejemplo, cuando se le enseña un juguete nuevo a un bebé, este puede acercarse o alejarse dependiendo de la reacción y el estímulo (positivo o negativo) que le den los padres. La referenciación social es importante porque puede ayudar en procesos como el autoconcepto, las emociones relacionadas a este, y la socialización e internalización.

Según Papalia, el autoconcepto es la imagen mental descriptiva y evaluativa de los rasgos y capacidades propias, es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Los bebés desarrollan este sentido del yo desde muy temprana edad. Dependiendo el trato que recibe mientras lo amamantan y de sus experiencias sensoriales, el bebé va creando conexiones respecto a sí mismo. De 4-10 meses hay más actividad física, y se desarrolla un sentido de acción personal en donde se da cuenta que puede controlar algunas cosas de su alrededor. Además se dan cuenta que existen separados del mundo y tienen límites físicos (esto se desarrolla cuando se juega con los padres al escondite y pueden distinguir la diferencia entre sus padres y su persona). Entre los 15-18 meses, se comienza a desarrollar la conciencia del sí mismo conceptual en donde se puede reconocer la foto de uno mismo y la foto de otra persona; también, el niño se puede reconocer en el espejo. Desde los 18-24 meses los niños prefieren verse a si mismos en vez de a otros niños y comienzan a usar pronombres en primera persona (yo, nosotros) indicando conciencia de sí mismos. Con el desarrollo

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