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Estructura neurótica y perversa


Enviado por   •  30 de Mayo de 2022  •  Ensayos  •  3.065 Palabras (13 Páginas)  •  36 Visitas

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Estructura neurótica y perversa.


INTRODUCCIÓN

El presente trabajo abordará la diferenciación entre la estructura neurótica y perversa en relación con el fetichismo, retomando a Freud y algunos autores de acuerdo con el psicoanálisis. En cuanto a la conceptualización histórica del fetichismo, Freud aludía que ninguna otra variante de la pulsión sexual que linde con lo patológico había atraído tanto su interés, puesto que retomo este tema en repetidas ocasiones. Fue hasta entonces que, en principio la elección del fetiche se manifiesta como la influencia persistente de una elección de una impresión sexual recibida casi siempre en la primera infancia. Al ser un tema tomado en varias oportunidades, su segunda aproximación al mismo parece haber sido un trabajo inédito, sobre la génesis del fetichismo que leyó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 24 de febrero de 1909. En esa época estaba a punto de preparar para su publicación el análisis del Hombre de las Ratas (1909), y en este hacía un comentario novedoso acerca del vínculo del fetichismo con el placer de oler, que más adelante amplió en una nota al pie agregada en 1910 a la segunda edición de los Tres ensayos. Pero poco después de eso debe de haber discernido un nuevo y más importante vínculo, pues en esa misma nota al pie se halla su primera afirmación de que el fetiche ocupa el lugar del pene faltante de la mujer, lo cual había figurado destacadamente entre las teorías sexuales infantiles. Está nueva explicación del fetiche fue mencionada también por Freud. Años más tarde atrajo su atención el peculiar problema del origen del fetichismo en él cual explicaba la elección del pie como fetiche por una pulsión de ver los genitales que quería alcanzar su objeto desde abajo, detenida en su camino por represión; esta explicación fue añadida en la tercera edición de los Tres ensayos, de 1915.

En los últimos años había tenido la oportunidad de estudiar analíticamente cierto número de varones cuya elección de objeto era regida por un fetiche.

Ahora bien, al hablar de la conceptualización de perversión es sumamente controversial por el simple hecho de que se inscriben a esté término consideraciones a veces muy extrañas al campo propiamente psicopatológico, el cual sería un error pensar que el referente psicoanalítico subvirtió de una vez por todas, las concepciones etiológicas clásicas que conciernen al proceso perverso. En las cuales algunas de ellas subsisten con insistencia hacía los desarrollos freudianos, cuando se hace el referente freudiano se introduce en la comprensión del proceso perverso, a menudo queda erradicado de sus implicaciones más originales, en la medida en que se integra a un cortejo de teorías psicopatológicas que neutralizan toda su incidencia. En primer lugar, se ve expuesta de entrada en este presente trabajo la distinción entre perversión y perversidad. La perversidad hace referencia a un tipo de malignidad actuante, en el individuo, en algunos de sus actos y de sus conductas. Se nos remite, pues, bajo esta apelación, al lugar de las apreciaciones morales del comportamiento. De ahí la dificultad resultante cuando se trata de distinguir la perversidad de la perversión, puesto que no disponemos entonces sino de un solo término: perverso. El uso confunde por otra parte abusivamente estas dos categorías anormales entre las cuales existen sin duda oscuras y frecuentes asociaciones. El lenguaje común pone, sin embargo, más estrechamente el acento sobre la noción de perversidad en la acepción del vocablo perverso asumiendo el factor del mismo al ámbito moral subjetivo.

Si bien, el presente ensayo tiene importancia porque compendia y amplía las anteriores concepciones que tiene Freud a cerca de la neurosis y perversión en relación con el fetichismo.

DESARROLLO

Para establecer el tema antes mencionado en la introducción se utilizarán tres argumentos que se abordan dentro de la teoría psicoanalítica.

El fetichismo ha tenido una relación importante con el objeto transicional, puesto que el objeto transicional representa la ausencia de la madre y el fetichismo la sustitución de la misma. El fetichista espera que el objeto fetiche lo complete y reniega la castración, sabe que está castrado, pero hace como si no estuviera operando esa castración y esto mismo hace con la mujer, puesto que para el fetichista tiene y no tiene el falo. El objeto fetiche, por tanto, es un sustituto del falo y ese sustituto es el que se va desplazando, por ello el sujeto fetichista va cambiando de fetiche en fetiche, ya que siempre cambia, por ejemplo, a lo mejor un día le gusta el cuero, y después ese gusto pasa a los pies, es decir que se encuentra en constante movimiento. El fetiche, por tanto, es un objeto imaginario, es aquel objeto que la persona vio antes de conocer visualmente la castración, antes de ver que la mujer no tenía pene está imagen le resultó tan angustiosa que no la pudo aceptar, así que la renegó y al apartar la mirada para no ver esa imagen de castración se convierte en objeto fetiche. Por ejemplo, si bajo la mirada al suelo y vio los pies de la madre, ya sean los zapatos o los calcetines, se convierten estos objetos, en el objeto fetiche, es así como el objeto fetiche tapa la imagen de la castración de esa ausencia de falo. La diferencia que existe entre el fetichista y el homosexual es que el fetichista queda fascinado por el sustituto del falo, crea una mujer fálica a través del objeto fetichista, sin embargo, el homosexual, él mismo encarna a la mujer fálica ya que él es portador del falo. No se trata de crear un pene, se crea un falo simbólico a través del fetiche. Y por terminar, el fetiche es un objeto a, allí donde no podemos nombrar el objeto causa de deseo, lo tapamos con un objeto que no es, por supuesto el objeto causa de deseo, pero nos sirve para tapar esa falta y el objeto que sirve al fetichista para tapar esta falta es el objeto fetiche, esto genera una incisión porque nos falta el significante, pero hacemos como que el objeto fetiche nos valiese, esto es una renegación, es decir, sé que me falta algo pero voy a tomar el objeto fetiche que me pide y se usa para tapar ese agujero que devuelve una carencia. Ahora bien, Sí; en lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro y diferente lo ha remplazado; fue designado su sustituto, por así decir, que entonces hereda el interés que se había dirigido al primero. Y aún más: ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de este sustituto. Como estigma indeleble de la represión sobrevenida permanece, además, la enajenación respecto de los reales genitales femeninos, que no falta en ningún fetichista. Ahora se tiene una visión panorámica de lo que el fetiche rinde y de la vía por la cual se lo mantiene ya que perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella, y le ahorra al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable como objeto sexual. En la vida posterior, el fetichista cree gozar todavía de otra ventaja de su sustituto genital. Los otros no disciernen la significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan; es accesible con facilidad, y resulta cómodo obtener la satisfacción ligada con él. Lo que otros varones requieren y deben empeñarse en conseguir, no depara al fetichista trabajo alguno. Sí bien, Freud le dio un esclarecimiento al término fetiche, le añadió otro interés teórico puesto que dio a conocer el enunciado de que la diferencia esencial entre neurosis y psicosis reside en que en la primera el yo sofoca al servicio de la realidad un fragmento del ello, mientras que en la psicosis se deja arrastrar por el ello a desasirse de un fragmento de la realidad. Un neurótico lo tomará como un acto preliminar y la fijación que tiene por los pies es porque quieren conocer los genitales del otro. El fetichismo, así como la perversión, es masculino, en cuanto a que el fetichista siempre es un varón, según la teoría psicoanalítica, quién reniega la castración es este mismo. La única forma que tiene una mujer de renegar su castración y, por tanto, ser perversa, es a través de tener un hijo, y convertir a éste en su falo. Es decir, a través del fetichismo se crea una mujer fálica. Ya que en el acto sexual más normal se anuncian los esbozos de aquello que, si se desarrolla plenamente, lleva a las aberraciones que han sido caracterizadas como perversiones. En efecto, ciertas maneras intermedias de relacionarse con el objeto sexual (jalones en la vía hacia el coito), como el palparlo y mirarlo, se reconocen como metas sexuales preliminares. Por una parte, estas prácticas conllevan un placer en sí mismas; por la otra, aumentan la excitación que debe mantenerse hasta que se alcanza la meta sexual definitiva. Esto nos ofrece, entonces, aspectos que enlazan las perversiones a la vida sexual normal, aplicables aun a la clasificación de aquellas. Las perversiones son, o bien: trasgresiones anatómicas respecto de las zonas del cuerpo destinadas a la unión sexual, o demoras en relaciones intermediarias con el objeto sexual, relaciones que normalmente se recorren con rapidez como jalones en la vía hacia la meta sexual definitiva, pero esto no es más si no actos preliminares, la diferenciación entre el neurótico y el perverso es la relación del fetiche, aquel que lo toma como acto preliminar sin sustitución de la meta, y el perverso que puede evadir la meta sexual (coito), detenerse y disfrutar del placer que le provoca el fetiche. (Freud, Tres ensayos de teoría sexual y otras obras, 1901-1905)

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