Estrés durante el embarazo: ¿puede afectar al bebé?
vainitaPráctica o problema10 de Mayo de 2013
2.966 Palabras (12 Páginas)342 Visitas
Estrés durante el embarazo: ¿puede afectar al bebé?
Estrés durante el embarazo: ¿puede afectar al bebé?
Dice Michel Odent, el prestigioso obstetra francés, que la principal preocupación de quienes rodean o atienden a una mujer embarazada debería ser velar por su bienestar emocional.
Y es que, a medida que avanza el conocimiento de la fisiología de la gestación, también aumenta la certidumbre de que el estado emocional de la madre es primordial para el desarrollo del bebé intrauterino e incluso para su salud futura.
A lo largo de los últimos años, diversos estudios han venido señalando que el estrés intenso durante el embarazo, por ejemplo por una fuerte presión en el trabajo, maltrato en la pareja, acontecimientos vitales como la muerte de un familiar muy cercano, o incluso el rechazo a un embarazo no deseado, puede tener importantes repercusiones, como veremos.
¿Significa esto que las madres son responsables de sufrir estrés y de transmitirlo a sus bebés? De ninguna manera. Lo más común es que la mujer embarazada no pueda hacer nada por cambiar su situación o las vivencias que sufre. ¿Debe sentirse culpable una mujer por ser despedida estando embarazada (cuando incluso es posible que la causa del despido sea el propio embarazo)? ¿Debe acusarse a sí misma de sufrir por la muerte de un familiar muy querido?
Por supuesto que no. Como mucho, podemos ser conscientes, antes del embarazo, de la importancia del propio bienestar. Quizás algunas mujeres podríamos mejorar nuestro estilo de vida para gozar de mayor tranquilidad durante el embarazo. Muchas no tendrán esa suerte. Por eso, es más bien la sociedad en su conjunto la que debería adquirir conciencia de la necesidad de proteger y velar por el bienestar emocional de las mujeres embarazadas. Por ellas y por sus hijos.
Parto prematuro y bajo peso al nacer
Una de las consecuencias del estrés materno intenso que se han señalado de manera más insistente durante la última década es la mayor incidencia de partos prematuros y bajo peso al nacer. Los estudios sobre este tema son tan numerosos que se han realizado varios artículos de revisión donde se resumen los conocimientos acumulados hasta la fecha (1) (2) (3). Por lo general, la hipótesis que manejan los investigadores es que los niveles elevados de hormonas del estrés asociadas con la depresión y ansiedad, como el cortisol, pueden reducir el aporte sanguíneo a la placenta e inducir un parto prematuro.
Un nuevo estudio (3 bis) que se publicará en la edición de agosto de 2009 del American Journal of Public Health muestra que el trabajo intenso o una jornada laboral de más de 32 horas semanales en el primer trimestre de gestación está asociado con bajo peso al nacer y mayor riesgo de dar a luz un bebé pequeño para su edad gestacional. El estudio se ha llevado a cabo en Amsterdam (Países Bajos), mediante un cuestionario que han completado 8.266 mujeres, sobre sus condiciones de trabajo.
Aunque es común que las mujeres embarazadas reduzcan o interrumpan su jornada laboral al final de la gestación, los resultados de este estudio sugieren que reducir la jornada laboral en los primeros meses de embarazo puede ser beneficioso para las mujeres que tienen trabajos estresantes a tiempo completo.
Estrés prenatal y muerte fetal
Por otra parte, recientemente se ha estudiado en Dinamarca el impacto del estrés psicológico sobre el riesgo de muerte fetal. Los investigadores han recopilado datos de 19.282 embarazos de un solo bebé, y han medido el estrés materno a las 30 semanas de gestación mediante un cuestionario estándar de salud mental. (4)
La muerte fetal (después de 28 semanas de gestación) ocurrió en 66 embarazos (0,34% de los embarazos). Las mujeres con niveles elevados de estrés tuvieron un riesgo aumentado del 80%, comparado con las mujeres con niveles intermedios de estrés. Es decir, si ocurrió en un 0,34% del total de embarazos, en el caso de mujeres con alto nivel de estrés ocurrió en un 0,61%. Como se puede apreciar, la incidencia sigue siendo muy pequeña y no debe ser una fuente más de angustia para las madres embarazadas afectadas de estrés, y que sufren por ello, pero resulta significativo: algo pasa con el estrés durante la gestación, y no conviene minimizar su posible impacto.
El estudio tuvo en cuenta la posible influencia de factores como la edad materna, número de hijos, el índice de masa corporal de la madre antes del embarazo, el consumo de tabaco, alcohol o café, el estado civil, y nivel de estudios, sin que ninguno de estos factores alterase los resultados. Tampoco cambiaron los resultados al excluir a mujeres con complicaciones durante el embarazo (diabetes, hipertensión, sangrado vaginal).
Este es el primer estudio que ha examinado los efectos del estrés prenatal sobre el riesgo de muerte fetal, e indica que los niveles elevados de estrés se asocian con casi el doble de riesgo de muerte fetal. Los autores consideran que el estrés, la depresión y la ansiedad se asocian con niveles elevados de hormonas del estrés, como las catecolaminas. En estudios con animales, se ha visto que los niveles elevados de catecolaminas coinciden con una reducción del flujo de sangre a la placenta y asfixia fetal. Aunque algunos hábitos, como el consumo de tabaco, pueden aumentar el riesgo de muerte fetal, y son más comunes en mujeres que sufren estrés, los investigadores tuvieron cuidado en controlar esta variable, sin que hubiera indicios de que afectara a los resultados del estudio. (4)
Desarrollo neurológico
La desregulación génica, la destrucción de neuronas y sinapsis (conexiones entre neuronas), la inhibición del desarrollo dendrítico (5), el desarrollo inadecuado del cuerpo calloso y del cerebelo (6) son algunos de los mecanismos por los que el estrés materno afecta al desarrollo neurológico fetal. La exposición a niveles elevados de estrés prenatal, sobre todo durante las primeras semanas de embarazo, puede influir negativamente en el desarrollo cerebral del feto, determinando alteraciones del desarrollo de las habilidades intelectuales y del lenguaje en el niño.
En 2004, en efecto, un grupo de investigadores canadienses (7) publicaron los resultados de un estudio iniciado en 1998, a raíz de una tormenta de hielo en el Quebec. Esta catástrofe natural expuso a un gran número de mujeres embarazadas a un estrés elevado, y los investigadores pudieron realizar un seguimiento de esos embarazos y el desarrollo posterior de los niños hasta los 2 años de edad. Así observaron que cuanto más severo había sido el nivel de estrés prenatal, menor era el desarrollo de las habilidades intelectuales y del lenguaje de los niños a los 2 años, especialmente si la exposición al estrés se había producido en fases tempranas del embarazo.
Más recientemente, en marzo de 2007 un equipo del Institute of Reproductive and Developmental Biology, del Imperial College London (8) (9), publicó una revisión de un conjunto de estudios que vienen mostrando que si una madre sufre estrés durante el embarazo, es más probable que su bebé tenga problemas emocionales o cognitivos (como riesgo de déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, y retraso en el desarrollo del lenguaje), con independencia de los efectos de la depresión o ansiedad materna postnatal. Los investigadores reconocían no saber todavía qué formas de ansiedad o estrés materno son las más perjudiciales, pero sugerían que la relación con la pareja puede ser importante a este respecto. También señalaban que la magnitud de estos efectos es clínicamente significativa, ya que un 15% de los problemas emocionales o del comportamiento se deberían a estrés o ansiedad prenatal.
La actividad del eje eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (eje HHA, ¿Qué es?) y su liberación de la hormona liberadora de corticotropina (CRH) está bajo la influencia del estrés, a través de los niveles de cortisol sanguíneo. El entorno fetal puede verse alterado si el estrés de la madre altera su perfil hormonal, y se sabe que hay una relación directa entre los niveles de cortisol materno y fetal.
No obstante, aún no se conocen con exactitud los mecanismos implicados en esta interacción. Por ejemplo, la respuesta del cortisol materno al estrés se reduce a lo largo de la gestación, y al principio del embarazo, la conexión entre el cortisol materno y fetal no es tan fuerte. Es posible que los efectos del estrés y la ansiedad materna en el desarrollo del feto y el bebé puedan verse atenuados por otros factores, como la alimentación durante el embarazo. Se ha sugerido que un estado de hipervigilancia o ansiedad, o la actividad intensa del eje HHA puede ser una respuesta adaptativa al estrés ambiental durante la evolución, pero persiste en forma de vulnerabilidad a los trastornos del neurodesarrollo.
Otras líneas de investigación apuntan que la exposición prenatal al estrés podría aumentar el riesgo de autismo (10). Al parecer, hay evidencias tanto en animales como en humanos de que el estrés prenatal puede producir comportamientos anormales después del nacimiento que coinciden con los síntomas del autismo, y también otras anormalidades que también están presentes en el autismo, como déficits de aprendizaje, trastornos convulsivos, complicaciones perinatales, anomalías inmunológicas y neuroinflamatorias, y baja tolerancia postnatal al estrés en la infancia.
Alteraciones congénitas
Las madres que sufren acontecimientos vitales estresantes graves
...