Fantasia

Es más veneno que fantasía

El hombre está acostumbrado a vivir en una fantasía paralela a su vida, llena de placeres, lujos, ilusiones que crea para escapar de la realidad, para poder sentir la felicidad en otra vida sin dejar de estar en esto que llamamos realidad, esto que nos ahoga y nos condena día a día, y nos pudre por dentro, porque no podemos llegar a la felicidad que se puede alcanzar con las fantasías, los sueños despiertos que normalmente tenemos, esos sueños en donde esperamos ser más grandes y poderosos que los demás, tener fama y dinero, o simplemente tener mucha más comodidad que la que acostumbramos a tener en el mundo real, tener mujeres y llenarnos de placer, placer que no se puede conseguir si no en pequeñas dosis llenas a veces de actos que, moralmente hablando, son malos para nosotros y la sociedad, pero estas dosis son necesarias si no se tiene una fantasía plena, ya que si la fantasía está siempre en nuestra mente, las dosis de felicidad dejan de ser dosis y se convierten en algo que es más real que la misma realidad, que nos consume poco a poco, y comienza a cansarnos cada vez que estamos creando nuestra historia y la vamos haciendo cada vez más parte de nosotros, nos va consumiendo cada vez más porque la vamos aceptando y la vamos convirtiendo en nuestra propia realidad, que no es cierta, que no está y que cada vez que obligatoriamente tenemos que volver a la vida de mierda a la que se nos ha escogido y la que nosotros nunca pedimos estar, nos duele dejarla de lado para poder subsistir un día más y poder tenerla con nosotros como si fuera nuestra única salvación, nuestro único escape, nuestra distracción más grande, nuestro todo pero que a la vez, inevitablemente, es nuestra mismísima nada.

Las personas no son aptas para tener fantasías, porque son lo más placentero pero a la vez lo más venenoso que puede existir en nuestras cabezas, es un mundo del cual no podemos salir nunca, porque inevitablemente estamos inmersos en él, como si fuese un ejercicio matemático, el cual queremos resolverlo una y otra vez porque nos causa placer las mil y un respuestas que nos entrega, pero no nos damos cuenta que hay una realidad en donde no existe realmente esa fórmulas que acabamos de hacer, que realmente existen las formulas hechas por matemáticos como Pitágoras, tales, y otros tantos matemáticos que impusieron la realidad en las matemáticas y no en la fantasía de crear fórmulas para poder vivir felices, en nuestro mundo de comodidad dañina, de números que son relativos y que cada vez que resolvemos la misma fórmula una y otra vez nos gusta más y más el resultado que estas nos dan y no nos aburrimos de hacerla tantas veces como la mente nos deja, y no queremos salir de esta droga mental que nos daña, que nos come pero con delicadeza, que nos abraza con puñales y los entierra con tal suavidad que no los sentimos sino cuando logramos

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