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Fantasías De Origen

dianac18126 de Junio de 2014

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Fantasías de origen en una niña adoptada trabajadas en la transferencia. * Un psicoanálisis de los 4 a los 25 años

Clara Maya Gallego **

En mi experiencia clínica he encontrado que en un número importan- te de niños adoptados las heridas narcisistas inauguran su existencia. Sus padres por diferentes razones no pueden concebir un hijo y deciden adoptar. Adopción que en varios casos ha sido un intento fallido de negar su incapacidad procreadora, pues la adopción del hijo, es al mismo tiempo la denuncia de su infertilidad y la presencia permanente de la injuria narcisista. La paternidad trasciende el hecho biológico, para que hijos y padres sean asumidos como tales, se requiere que sean significados, que ocupen un lugar simbólico en sus mentes. La filiación es adopción simbólica. Esta es un largo proceso que se inicia antes de la concepción, la mujer le abre un espacio mental a su hijo para irlo gestando psicoló- gicamente e ir construyendo ese ser que va siendo su hijo. Puede haber engendramiento físico sin adopción simbólica como ocurre cuando la mujer se desprende de su niño recién nacido, pero la adopción simbólica, aunque la trasciende se apoya en la concepción biológica, porque ella les permite a los padres gestar extrauterinamente a su hijo, como lo diría Rotemberg (2001). Cuando los padres se ven abocados a iniciar una crianza, sin que este proceso se haya logrado plenamente, o tal vez no se logre nunca, se crea en la relación madre adoptante-bebé, una segunda herida narcisista. La primera originada por el rechazo de la madre biológica y la segunda por la madre

* Congreso de la API - México 2011 - Panel: “Padres e hijos adoptivos: Sueños, fantasías y novelas”. ** Clara Maya Gallego - Socolpsi (Sociedad Colombiana de Psicoanálisis).

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adoptante, quien al no poder significar al hijo desde el primer momento, no le puede brindar oportunamente los suministros narci- sísticos adecuados para su normal desarrollo psíquico. Mientras la madre biológica que acepta a su hijo, cuando lo tiene por primera vez en sus brazos lo reconoce y lo confirma como hijo, las madres adoptantes con quienes yo he trabajado, expresan sentirse raras y extrañas con ese hijo que aún no pueden sentir como suyo. Proceso de asunción y significación largo y doloroso pues tienen que luchar con el dolor, la tristeza, la rabia y el resentimiento que esas heridas narcisistas ya mencionadas, han dejado en su camino. María, madre adoptante de Yolanda a quien tuve la oportunidad de analizar de los 4 a los 25 años y cuyo material utilizaré en esta oportunidad para ilustrar las ideas propuestas, me expresaba que durante muchos años se sentía extraña con la niña, sentía un “vacío, una barrera que no la dejaba acercarse emocionalmente a ella”.

Todo niño construye en su mente teorías y fantasías acerca del origen de su existencia y la manera como ésta aconteció. Razón de ello dan las teorías sexuales infantiles descritas por Freud en 1908, y la fantasía sobre la Novela Familiar, que en el mismo año Freud describe en los niños neuróticos. La creación de la Novela Familiar, en su primera parte es la fantasía estructurada con base en la vivencia de un vínculo con padres reales, presentes y gratificadores, se basa en la seguridad que tiene el niño de la existencia de sus progenitores. Inicialmente, sostiene Freud, el pequeño imagina ser hijo de padres superiores a los que tiene en su vida real. Esta fantasía, es el resultado del recuerdo inconsciente de los padres de la primera infancia que eran omnipo- tentemente bondadosos y gratificadores. Es pues una fantasía repa- radora que refuerza la vivencia de padres como objetos internos buenos. La denigración implícita en la comparación de los padres, es una manera como el niño los desidealiza para que pueda ir constru- yendo su identidad. En mi opinión, los niños adoptados antes de poder construir esta Novela, deben enfrentar otras realidades doloro- sas relacionadas con la existencia de sus padres biológicos y fanta- sear con su identidad. La identidad de sus progenitores será la pregunta inicial y a la vez la pregunta de siempre. De acuerdo con las respuestas que a lo largo de su vida se vayan dando, podrán construir diferentes versiones acerca del origen de su vida. Considero que es en el proceso analítico, donde los niños adopta-

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FANTASIAS DE ORIGEN EN UNA NIÑA ADOPTADA TRABAJADAS EN LA TRANSFERENCIA

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dos podrán enfrentar y elaborar esas primeras heridas narcisistas. Para ello es necesario que descubran en su mente, esa madre biológica que siempre estará presente y que en casos de niños que han sido abandonados y maltratados de alguna manera, por lo general está identificada con un objeto persecutorio y aniquilador. Descubrimiento que solamente puede hacerse a través del vínculo transferencial.

Al nacer Yolanda fue abandonada en un hospital en muy mal estado de salud. Después de ser dada de alta, fue adoptada por Oscar y María, porque no querían dejar sola a su primera hija y María no podía volver a concebir. Se enteraron casualmente de la existencia de la niña y sin pensarlo ni elaborarlo suficientemente, decidieron adoptarla. La madre recuerda a Yolanda como “una bebé muy tranquila que no se sentía”, lo cual le facilitaba su crianza. Hasta los 18 meses la nena tuvo un desarrollo psicomotor en apariencia normal, pero en este momento cuando se inicia a raíz del desarrollo de locomoción y el lenguaje, “una segunda separación” y la ruptura definitiva del “cascarón simbiótico” como lo plantea Malher, M. (1955), la niña empezó a presentar intensas crisis de angustia, inquietud, agresividad y desconexión del medio, etc. Esta segunda separación reactivó ansiedades primitivas en la niña asociadas con el abandono inicial, en consecuencia se generó en ella una seria altera- ción emocional. La madre adoptante no la pudo soportar y al igual que la madre biológica, actuó el rechazo hacia ella sometiéndola a un nuevo abandono, la alejó del hogar y la hizo ingresar a un jardín de infantes, cuando apenas contaba con dos años de edad. Esta segunda experiencia generó en Yolanda una regresión a estadios primitivos y determinó un atraso psíquico y funcionamientos autistas que mani- festó al iniciar el análisis. Durante los primeros meses de análisis, cuando contaba con 4 años de edad, la pequeña permanecía totalmente retraída en las sesiones, masturbándose y sin hacer contacto con la analista. Durante esta etapa, la analista representaba en el juego “una nena temerosa de que le hiciera daño, y que para protegerse prefería esconderse en una cuevita imaginaria”. Juegos a los que les ponía un intenso tono emocional. Contratransferencialmente sentía la necesidad de presen- tarme como un objeto vivo, vital y alegre. Aunque durante los tres primeros meses no hubo respuesta, poco a poco Yolanda empezó a fijar los ojos en los juguetes, luego en mí. Cuando yo hacía algo

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chistoso, ella se sonreía, hasta que finalmente pudo reír abierta y espontáneamente. Hacia los siete meses de análisis, cuando los funcionamientos autistas fueron disminuyendo, Yolanda tomó con- tacto conmigo, me descubrió, me desconoció y se asustó. Experimen- tó entonces intensas ansiedades de separación, ahora no podía separarse de la madre, por esto ella tenia que entrar a las sesiones y luego permanecer cerca donde la pudiera ver. El vínculo analítico se caracterizó por sus funcionamientos simbióticos. La analista debía ser idéntica a ella porque cuando la percibía como alguien diferente era vivida como un objeto aterrador que la podría aniquilar. Es en este contexto cuando la imagen de la “otra mamá” representada transfe- rencialmente en una parte de la analista empieza a hacerse presente. Las intensas ansiedades paranoides y los temores de aniquilación se hicieron manifiestos, lloraba y gritaba con terror. La otra mamá (analista) era un objeto terrorífico. Dos años después cuando dichas ansiedades habían disminuido, pudimos hablar de “esa otra mamá, la que la tuvo en la barriga”. Yolanda pudo pensar en ella y la pudo nominar. La llamó Petra. Con esta fantasía construye a los 7 años, la primera versión de su nacimiento. “Yo nací de una madre Petra”, Petra femenino de pedro, Pedro significa piedra, objeto abiótico, sin vida. La identificación con esta madre Petra, esta madre inanimada, la lleva a funcionar a ella también, primero, como una “bebé inanimada”, alguien a quien “no se sentía” y posteriormente como una “niña inanimada”: aislada, sin posibilidad de respuesta emocional, refugiada en su encapsulamiento autístico. Recrear esta madre Petra en la transferencia y crear un nuevo vínculo con su analista, un objeto vivo y continente, le permite proyectar en su madre original algo de vida y de amor, generada en la situación analítica y poder así catectizarla, vitalizarla: la madre biológica se convierte en un objeto psíquico con quien se puede entablar un vínculo. Solamente después de que Yolanda pudo darle vida a su madre biológica, pudo preguntarse por el porqué y el cómo de su adopción. En los niños las fantasías acerca del origen de su existencia giran en torno a una relación triangular, pero, creo yo, en los niños adoptados este primer triángulo no es heterosexual, como se daría en los hijos “naturales”, sino en uno compuesto por dos mujeres, dos mamás y un niño(a), madres que él(ella) tendrá que discriminar. Muchas son las fantasías que se gestan en la mente infantil

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