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Feminismo

prinsexina28 de Noviembre de 2012

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Historia de las mujeres y pensamiento feminista: una historia plural a debate

(Women’s History and feminist thinking: a plural history for discussion)

Ramos Palomo, Ma Dolores Univ. de Málaga. Fac. de Filosofía y Letras. Dpto. de Historia Moderna y Contemporánea. 29071 Málaga

Recep.: 30.12.04 BIBLID [1136-6834 (2006), 35; 515-526] Acep.: 28.10.05

La historia de las mujeres ha roto numerosas fronteras epistemológicas, disciplinarias y geográficas. El hilo conductor del artículo plantea el debate que opone la influencia de la historia anglosajona dominante frente a la existencia de unas historias nacionales que postulan su diferencia.

Palabras Clave: Historia de las mujeres. Feminismos. Historiografía.

Muga epistemologiko, diziplinazko eta geografiko ugari hautsi ditu emakumeen historiak. Nagusi den anglosaxoniar historiaren eragina eta beren desberdintasuna aldarrikatzen duten historia nazionalal aurrez aurre jartzen dituen eztabaida planteatzen du artikulu honen ardatz nagusiak.

Giltza-Hitzak: Emakumeen historia. Feminismoak. Historiografia.

L’histoire des femmes a brisé de nombreuses frontières épistémologiques, disciplinaires et géographiques. Le fil conducteur de l’article expose le débat qui oppose l’influence de l’histoire anglo-saxonne dominante face à l’existence d’histoires nationales qui réclament leur différence.

Mots Clés: Histoire des femmes. Féminismes. Historiographie.

Vasconia. 35, 2006, 515-526 515Ramos, Ma D.: Historia de las mujeres y pensamiento feminista: una historia plural a debate

1. PUNTOS DE PARTIDA

Uno de los objetivos de la Historia en las últimas décadas del siglo XX ha sido revisar el clásico esquema de conocimiento que explicaba el progreso en términos lineales y universales, hecho que, como es sabido, ha suscitado diversas reacciones. Desde una “crisis de confianza” en la disciplina moti- vada por la reducción de los registros históricos a meras construcciones del lenguaje1, a la necesidad de reconstruir el pasado utilizando unos paráme- tros que reubiquen, en términos socioeconómicos, políticos y culturales, las experiencias de los grupos sociales que tradicionalmente han estado aleja- dos de las esferas de poder, entre ellos las mujeres2.

Recordemos que la Historia se institucionalizó a la par que surgían los nuevos Estados de Alemania e Italia y que la enseñanza de la misma en escuelas y universidades cumplió, ante todo, una función de integración social. En tales circunstancias el tipo de historia que los gobiernos estaban dispuestos a financiar era, lógicamente, la historia del Estado3. Muy pronto la nueva disciplina necesitó unos instrumentos de socialización específicos: departamentos, cátedras, congresos, boletines y revistas, que actuaron a modo de pilares, columnas, bóvedas, frontones y arquerías en la consoli- dación del nuevo edificio del conocimiento. Para desplegar esta actividad se necesitaron “arquitectos”, “aparejadores”, “maestros de obras” y “alba- ñiles” (profesores, investigadores, aprendices-alumnos), en una palabra, expertos, que al especializarse y diversificar sus conocimientos dieron lugar a la formación de tradiciones y escuelas. Naturalmente, esto sucedió mucho antes que “el oficio” comenzara a feminizarse e incluyera en sus ritos de ini- ciación a profesoras, investigadoras y alumnas, mucho antes que la discipli- na prestara atención al colectivo femenino como objeto de estudio y surgiera la Historia de las mujeres4.

1. Mercedes Vilanova sostiene que no es fácil vincular ciencia y conocimiento, sobre todo en el caso de la historia, que no se suele relacionar con la confianza. No obstante, añade, “ambas son indisociables y dependen de “lo por venir”, hasta el punto de que cuando perdemos la intui- ción del futuro vivir resulta insoportable, confiar deviene un absurdo e historiar no tiene sentido. Ver VILANOVA, Mercedes: “La confianza en la Historia”, Historia, Antropología y Fuentes Orales no 25, 2001, pp. 7-16.

2. Se ha comentado que es necesario definir el espacio que ocupa la Historia de las mujeres en la Historia, pero quién debe atribuirse ese ejercicio: ¿los que no la hacen o las que las/los que la hacemos. BARROS, Carlos: “La Historia de las mujeres en el nuevo paradigma de la Historia”. En SEGURA GRAIÑO, Cristina (ed.): La Historia de las mujeres en el nuevo paradigma de La Histo- ria. Madrid, Asociación Cultural Al-Mudayna, 1997, pp. 55-61.

3. El tema de las fronteras disciplinarias y la institucionalización de las ciencias sociales en BURKE, Peter: Sociología e Historia. Madrid, Alianza Editorial, 1987, pp. 18-19.

4. Para estas cuestiones, RAMOS, Ma Dolores: “Arquitectura y construcción de la Historia de las mujeres en Andalucía: últimas aportaciones (1992-2002)”. En: Actas del III Congreso de His- toria de Andalucía. Historia de la Mujer (I). Córdoba, Publicaciones Obra Social y Cultural CajaSur, 2002, pp. 17-45.

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Con el paso de los años el edificio de la historia creció en extensión y altura, fue remodelado una y otra vez, multiplicó sus espacios. Pero esta acumulación fomentó, paradójicamente, la permeabilidad de la historia con otras disciplinas, el intercambio de herramientas de trabajo, los cambios de perspectiva relacionados con las fuentes, el crecimiento de la bibliografía, potenciado con la aplicación de las nuevas tecnologías5.

Hace unos años la historiadora Gerda Lerner utilizó una metáfora para explicar la “dimensión unidimensional”, patriarcal, de las ciencias, visible sobre todo en las ciencias sociales:

“Cuando miramos sólo con un ojo –subrayaba– nuestro campo de visión es limitado y carece de profundidad. Si miramos luego con el otro, nuestro campo visual se amplía pero todavía le falta profundidad. Sólo cuando abrimos los dos ojos a la vez logramos abrir todo el campo de visión y tener una percepción más exacta de la profundidad del conocimiento y sus plurales matices”6.

Lerner proponía la necesidad de redefinir la Historia y de explicar qué es un hecho histórico, teniendo en cuenta que el Hombre –en abstrac- to– no constituye la medida de lo humano. Esa representación la ostentan mujeres y hombres de clases sociales, etnias, nacionalidades y creencias diferentes.

La Historia de las mujeres ha dibujado su propia trayectoria, convirtién- dose en un área de gran desarrollo en la historiografía internacional y en un campo significativo de la disciplina histórica en nuestro país7, a pesar de los problemas surgidos para institucionalizarla. La historiadora Milagros Rivera ha llegado a preguntarse si los presupuestos de la Historia de las mujeres no serán, en la actualidad, los únicos posibles8, ya que afectan a media humanidad y modifican los registros establecidos con respecto a la otra media en cuestiones como el trabajo, la ciudadanía, la vida cotidiana, las estrategias familiares, los espacios de sociabilidad, los usos del tiem- po, la revisión del poder, los movimientos sociales, las formas de auto- ridad y de representación, por citar tan sólo una muestra, entre las más significativas.

5. Una revisión de las fuentes en RAMOS, Ma Dolores: “Historia de las mujeres, saber de las mujeres: la interpretación de las fuentes en el marco de la tradición feminista”, Feminismo(s) (Universidad de Alicante) no 1, 2003, pp. 19-32.

6. LERNER, Gerda: La creación del patriarcado. Barcelona, Crítica, 1990, p. 20. 7. NASH, Mary: “Dos décadas de Historia de las mujeres en España: una reconsideración”,

Historia Social no 9, 1991, pp. 137-161.

8. RIVERA GARRETAS, Milagros: “La Historia de las mujeres ¿es hoy la Historia?”. En SE- GURA GRAIÑO, Cristina (ed.): La Historia de las mujeres en el nuevo paradigma de la Historia... op.cit. p. 65.

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Ramos, Ma D.: Historia de las mujeres y pensamiento feminista: una historia plural a debate

Podemos afirmar que en los inicios del siglo XXI los registros históricos femeninos no sólo han roto barreras epistemológicas, disciplinarias y geo- gráficas, sino que han dado pie a “tradiciones nacionales” acordes con la trayectoria de los feminismos históricos y contemporáneos –que son diver- sos y se encuentran a veces enfrentados– y la evolución de las escuelas históricas en diversos países. A pesar de esta presencia, el reconocimiento institucional de la historia de las mujeres sigue siendo insuficiente en toda Europa, sobre todo si se le compara con el registrado en Estados Unidos. En este sentido, Paola di Cori señaló hace unos años la “escasa posición” académica de las historiadoras italianas frente a la independencia obtenida por las historiadoras norteamericanas9. Ese desequilibrio “made in Usa/ made in Europe” ha sido subrayado también por Isabel Morant, al analizar las “formas y el lugar” que ocupa en la historiografía española la Historia de las Mujeres10. En Francia, Danièlle Bussy-Genevois se ha mostrado crítica con la falta de legitimidad de lo que se ha llamado “la historia en femenino”, y recalca los mecanismos de autodefensa de numerosas historiadoras que se ven abocadas a justificarse apelando reiteradamente a los “momentos fundacionales”:

“En dépit de l’enorme quantité de documentation et de recherche rass- emblée dans la plupàrt des pays de l’ouest... il doit subssister une profonde insecurité... pour qu’autant de femmes ressement la nécessité de retorner aux origines”11.

La escritura de la historia que

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