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Fiabilidad De La Memoria

tomaquiu17 de Julio de 2014

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FIABILIDAD DE LA MEMORIA

Para muchos autores la memoria y otros procesos cognitivos no son del todo confiables. Muchos de ellos por ejemplo la percepción distorsiona la realidad y vemos, escuchamos aspectos que no existen.

Mucho se ha discutido del uso de testigos oculares en juicios en los que se ha condenado al sospechoso y tiempo después con el uso de tecnología se comprobó que el testimonio no fue exacto. La memoria no es tan exacta como se cree.

Voluble, caprichosa y capciosa, sin embargo la memoria es un instrumento esencial para el individuo: "Sin memoria no estaríamos en condiciones de sobrevivir porque no estaríamos en condiciones de aprender de la experiencia y no tendríamos ni historia ni identidad personal". Es necesaria para vivir, pero difícil de aprender como verdad: he aquí una paradoja existencial. La memoria es subjetiva y tramposa, por más que se revista con los ropajes de la sinceridad.

¿Qué es lo que puede distorsionar el contenido de la memoria? Las preguntas engañosas (no es lo mismo preguntar por "un hombre", un individuo cualquiera del sexo masculino, que por "el hombre", un individuo específico que se supone es conocido por el testigo); la sugestabilidad, en inglés interrogative suggestability, esto es, la tendencia del individuo a insertar en el recuerdo contenidos de las preguntas recibidas; la complacencia, compliance, o tendencia a decir lo que el otro quiere oír; y, desde luego, el tipo de preguntas.

Nuestra memoria no es un fiel registro de las experiencias vividas. El cerebro crea, completa e inventa para dar coherencia al pasado. La memoria nos falla y nos juega malas pasadas para unificar mejor el yo presente con el del pasado e, incluso, con el del futuro. Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento; sin ella no somos nada.

LA MEMORIA COMO PROCESO RECONSTRUCTIVO

La memoria es un proceso constructivo y reconstructivo. El recuerdo de un hecho se aparta sistemáticamente de la realidad objetiva que lo origina, tanto en el momento de formarse (mediante procesos constructivos) como más tarde (mediante recuerdos reconstructivos).

Esta diferencia básica conduce a algunos de los aspectos más interesantes y contrarios a la intuición que se tienen de la memoria. Lo más seguro es que éstos se hallen en la base del extraño y ciertamente catastrófico error de identificación en el que incurrió Jennifer Thompson al señalar al hombre que la había agredido sexualmente.

“El caso de Jennifer Thompson”

En el siguiente apartado, se recoge una historia verídica que ilustra perfectamente la naturaleza reconstructiva de la memoria.

En diciembre de 1986, Ronald Cotton fue juzgado en Burlington, Carolina del Norte, acusado de agredir sexualmente a una estudiante universitaria llamada Jennifer Thompson. La estudiante testificó que durante esa terrible experiencia, que ocurrió en plena noche en su habitación, examinó con detenimiento la cara de su agresor.

En un artículo de opinión en el New York Times, escrito quince años más tarde, ella asegura: «Miré atentamente la línea del pelo, busqué cicatrices, tatuajes que me ayudaran a identificarlo». Basándose en lo que ella suponía era un recuerdo fehaciente del aspecto de su agresor, identificó sin lugar a dudas a Cotton como el hombre que la había agredido. La identificación de Thompson hizo que, a pesar de que Cotton contara con una sólida coartada para aquella noche, fuera condenado y sentenciado por el Tribunal Superior del Condado de Alamance a cadena perpetua. A primera vista, parece obvio que el jurado hizo bien en condenarlo. Con coartada o no, la identificación de la Srta. Thompson era muy convincente. Describió el intenso recuerdo que había creado de su agresor, reconoció al acusado en una serie de fotos de la policía, volvió a señalarlo en una rueda de reconocimiento, y su declaración en el juicio no dejó lugar a dudas de que estaba segura de haber escogido al hombre correcto. Con los años, Ronald Cotton apeló su sentencia desde la celda, manteniendo en todo momento su inocencia.

Finalmente, se descubrió que otro preso, Bobby Poole, se había estado vanagloriando de haber sido él el autor del delito que había recaído en Cotton. Como precaución, Jennifer Thompson vio a Poole y se le preguntó si podía ser él, y no Cotton, el hombre que la había agredido sexualmente. Thompson se mantuvo firme y repitió con seguridad que nunca había visto a este hombre [Poole] en su vida y que no sabía quién era.

Pero Jennifer Thompson se había equivocado, tanto en su identificación de Ronald Cotton como en el rechazo de Bobby Poole. Tras once años en prisión, Cotton fue exonerado del crimen gracias a la prueba de ADN. Más aún, la misma técnica confirmó que Bobby Poole era el agresor. Thompson, convencida finalmente de su falso recuerdo y profundamente impresionada, se convirtió en una empedernida defensora de aumentar las precauciones al máximo antes de condenar a una persona basándose únicamente en los recuerdos. ¿Por qué Thompson identificó erróneamente a Ronald Cotton y no reconoció al verdadero violador?

Aunque estas preguntas sigan sin una respuesta certera, se puede, a partir de lo que se sabe actualmente de la memoria reconstructiva, adelantar algunas hipótesis lógicas. Para comenzar, las circunstancias que rodearon al hecho original (la agresión sexual) no eran en absoluto óptimas para que la Srta. Thompson pudiera memorizar el aspecto del agresor. Estaba oscuro, la estudiante estaba aterrorizada y lo más seguro es que centrara su atención en lo más importante en ese momento: evitar ser agredida y/o escapar, y no en el aspecto de su agresor. Así, es muy posible que su recuerdo original fuera muy pobre.

¿Entonces por qué Jennifer identificó a Cotton en primer lugar? Ésta es una cuestión fundamental. Sin embargo, teniendo en cuenta otras pruebas, la policía creía que él era el culpable y puede que así se lo haya comunicado a Jennifer durante la primera identificación, mientras miraba las fotos.

Una vez lo hubo identificado de esta forma, lo volvió a identificar en la rueda de reconocimiento, una rueda, claro está, que incluía a Cotton (cuya foto ya había visto) junto con otros cinco individuos totalmente desconocidos para ella. Por lo tanto, no es raro que lo escogiera de entre el grupo. Lo importante es que la foto de Cotton de la identificación original y el propio Cotton, a quien identificó en la rueda, proporcionaron una fértil fuente de información post-acontecimiento, una información que permitió a Jennifer reconstruir su recuerdo del hecho, de manera que su borroso recuerdo original se convirtió en un recuerdo claro de Cotton.

Esta reconstrucción tuvo tres consecuencias importantes. En primer lugar, constituyó la base para que en el juicio la Srta. Thompson identificara con total seguridad a Cotton, siendo ésta la prueba fundamental para su condena. En segundo lugar, le impidió reconocer a Bobby Poole como el verdadero agresor. Y por último, sirvió de base para que Jennifer creyera que había estudiado bien al sujeto. Fijese en como decribe el proceso: “Mire atentamente la línea del pelo, busque cicatrices, tatuajes que me ayudaran a identificarlo”. ¿Pero eso es verdad? Si así fuera, ¿por qué reconoció al hombre equivocado? Lo más probable es que después de construir un excelente recuerdo de Ronald Cotton tras haberlo visto en los procesos de identificación, fabricara un recuerdo complementario del hecho en el cual se fue formando la imagen del agresor.

¿Cómo se crean dichos recuerdos? La respuesta es que surgen de una combinación de procesos constructivos, que pueden dividirse en aquellos que tienen lugar en el momento de la codificación original del hecho y en los que ocurren una vez formado dicho recuerdo. La memoria sería como un archivo (ya sea de cartón o informático) que tuviera los componentes de alguna tarea compleja en la que un individuo estuviera trabajando, como por ejemplo, el material para una novela, que incluiría las notas, los capítulos que se están escribiendo y las fotografías. Cada vez que abrimos este archivo, los contenidos cambian, de alguna manera, a medida que el trabajo progresa. Lo mismo ocurre con el recuerdo de los acontecimientos. Cada vez que se vuelve a algun recuerdo almacenado en la mente, su recuerdo cambia.

Es posible que como ocurre durante la formación del recuerdo, se generan inferencias, que se almacenarán como parte de ese recuerdo. Seguramente, se descarte información que no tenga sentido a la luz de otros hechos conocidos o aprendidos. Puede añadirse información sugerida por otras personas. Todos estos procesos entran dentro de la categoría de reconstrucción del recuerdo posterior al suceso.

Las inferencias también pueden generarse a partir de esquemas, representaciones mentales de un tipo de personas, objetos, hechos o situaciones. Los esquemas también se utilizan para describir nuestro conocimiento sobre cómo actuar en determinadas circunstancias. Por ejemplo, la mayoría de los adultos posee un esquema para comer en un restaurante (entrar en el local, buscar una mesa, leer el menú, pedir la comida, etc.). Percibir y pensar en términos de esquemas permite al ser humano procesar grandes cantidades de información de forma rápida y económica. En lugar de percibir y recordar todos los detalles de cada persona, objeto o suceso, se tiene en cuenta que se trata de un esquema ya almacenado en la memoria, y lo único que se codifica y se recuerda son las características distintivas.

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