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LA MUERTE EN DISTINTAS EDADES


Enviado por   •  27 de Abril de 2015  •  3.198 Palabras (13 Páginas)  •  206 Visitas

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EL ENTENDIDO DE LA MUERTE

SU PROCESO EVOLUTIVO

La muerte es algo natural, incontrastable e inevitable.

Hemos manifestado permanentemente la inequívoca tendencia

a hacer a un lado la muerte y eliminarla de nuestra vida.

Hemos intentado matarla con el silencio.

En el fondo nadie cree en su propia muerte.

En el inconsciente cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad.

Y cuando muere alguien querido próximo, sepultamos con él nuestras

esperanzas, nuestras demandas y nuestros goces.

No nos dejamos consolar y hasta donde podemos nos

negamos, al sustituir al que perdemos.

FREUD, S. 1917.

La acción de comprender, según la Real Academia Española, implica una “…facultad, capacidad o perspicacia para entender y penetrar las cosas”. Comprender la muerte o el morir es una de las cosas más difíciles del ámbito humano en razón de ser la muerte un acontecimiento extraño, impersonal o ajeno a uno mismo. De tal forma que lo que podemos entender o penetrar acerca de ella es ínfimo: de la muerte sabemos del que ha muerto ya. Lo sabemos gracias a la muerte del otro.

Ciertamente que no es posible ocultar la idea de la muerte, como también se torna difícil empezar a aceptarla en plenitud sobre todo cuando una enfermedad crítica la evoca. Asimismo, las enfermedades terminales o situaciones límite nos evocan la muerte del que ya no está, del que ya se ha ido, del que ya murió; dejan una fatal sensación de que irremediablemente también a mí me puede pasar, también esas circunstancias pueden permear en mí. No es posible pero ocurre… ¿Cómo entenderlo, cómo explicarlo?

Para Iván Ilich, ante su aguijón de carne o enfermedad que tenía, la muerte se le “…mostraba a través de todo; nada podía ocultarla” (Tolstoi, 2013: 52) pues todo era decadencia, todo era cesación y término. Término de su vida era lo que Iván sentía, agonía incesante, muerte “…violenta e irreprimible” (RAE) que le aniquilaba hasta destruirlo, hasta llevarlo incesante hasta las ruinas. Se acercaba esa helada e incesante muerte; para Iván Ilich la muerte se le presentaba asomándose y en una enfermedad anunciando su llegada…no puede ser pero es… No se puede huir de ella. Sólo así me parece posible decir: “…he pensado y visto la muerte del otro, pero ahora pienso que algún día moriré”.

De esta contradictoria manera se puede pensar y entender a la muerte, como un fenómeno natural, contrario e inherente a la vida y además inconmensurable. El mundo de los adultos se resiste a aceptarla ante las pérdidas y sobre todo por miedo y dolor alternos que ello implica.

Ahora bien, con la muerte se pierde algo que se tenía. Pero hay un sinfín de causales de dolor y de dolor de muerte: muerte de cónyuges, muerte de familiares cercanos como un hijo, muerte de padres o hermanos, muerte de un amigo, pagar condenas en cárcel, divorcio, despido del trabajo, enfermedad personal, accidente grave, casamiento, jubilación, dificultades sexuales, cambios financieros y de ingreso económico, discusiones en la familia, hipotecas, hijos e hijas que abandonan el hogar, problemas legales, mudanzas, etc., todo ello produce dolor en el ser humano y cambios estresantes en el comportamiento y, a veces, esas heridas nunca se borran del todo.

Así es que cada cambio en sí mismo puede producir un dolor y una especie de muerte en cada individuo y en cada una de estas circunstancias se encuentra el individuo aprendiendo de la separación que implica el término de una cosas que ha estado con nosotros por demasiado tiempo y con la cual habíamos estrechado una relación afectiva y muchas veces dependiente.

La muerte como una ley universal es de difícil comprensión para muchos adultos y no debemos esperar que el niño la entienda en determinado momento de su vida, por lo que se hace preciso desde su temprana niñez ir “acercándolo” a ese concepto universal e intransferible para que en adultez pueda construir más plenamente su propio concepto. Acercándolo significa propiciar que por él mismo descubra que las cosas dejan de ser y que todo es frágil, pasajero, que todo principia y termina y que un día también él dejará de existir.

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE MUERTE EN EL INDIVIDUO.

Dos entes vivos difieren en cuanto la vida de ellos es distinta

y como vivir no es lo mismo para los dos, tampoco

el morir (que es dejar de vivir),

tampoco significa lo mismo.

M. de UNAMUNO.

La existencia con sus múltiples manifestaciones físicas, biológicas, culturales, políticas, sociales, económicas, etc., se ve atravesada por infinitas etapas internas de retrocesos, decadencias o regresiones. Estas regresiones son la misma muerte y permanecen silenciosas, latentes en el devenir histórico de cada uno de los anteriores componentes, haciendo que todo surja y todo termine, que todo inicie y llegue a su propio fin. Considero que el germen de la propia muerte está en el inicio de la vida. Como dijo el sabio judío Salomón en sus Proverbios bíblicos: “…Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere bajo del cielo tiene su hora… tiempo para nacer y tiempo para morir”.

Muerte según infantes o bebés

Considero que el ser humano no nace con miedo a morir, sino que lo aprende en el camino de sus días. Un argumento mental saludable acerca del concepto de muerte expresa que la idea del morir se aprende, como cualquier aprendizaje de la vida en el desarrollo del ser humano. Ernest Becker (La negación de la muerte, 2003) afirma que “…el miedo a la muerte no es connatural al ser humano…no nacemos con él”.

La concepción de la muerte en los primeros años de vida de infancia es muy abstracta, muy vaga. Cómo pudiera ser diferente si el infante no tiene referencias directas en razón de que vive y experimenta sensaciones de plenitud, de gozo, de alimento y de satisfacción. Según Becker el niño

“…no conoce la muerte hasta la edad de entre tres y cinco años… la idea es demasiado ajena a su experiencia. Vive en un mundo lleno de seres vivos que realizan obras, que

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