La Importancia De La Sexualidad
jahidalgo8 de Junio de 2014
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INTRODUCCION.
Para introducirnos en el tema de la sexualidad lo primero que debemos aclarar es, ¿qué es la sexualidad? Entonces partiendo de esta premisa puntualizamos que La sexualidad es un universo complejo en el cual intervienen aspectos tanto biológicos, como psicológicos y sociales. Por tanto aquí explicaremos la importancia de la misma a través de sus dimensiones, tanto biológicas como sociales, sus roles, sus dimensiones y sus componentes.
¿Porque la sexualidad es importante para el Ser Humano?
Claro que hablar de la importancia de la sexualidad y educar en el tema sirve de mucho, puesto que al conocer el porqué de nuestros comportamientos, cambios sexuales, fantasías, etc. nos damos cuenta que no somos únicos y la sociedad no nos haría sentir que estamos haciendo algo extraño o algo perverso.
El ser humano es un ser social por naturaleza y la mayor muestra del ser sociable es claro, el sexo; ya que con ello se busca la preservación de la especie y cumplir con sus necesidades biológicas.
¿Para qué hablar de la sexualidad?
Según Sigmund Freud uno de los principales exponentes de la psicología moderna, la sociedad se mueve en torno al sexo y si lo analizamos más de cerca nos damos cuenta que todo gira en torno al sexo y la pugna por identificar cual es el género más fuerte. Pero en nuestra sociedad aunque no tanto como algunos 10 años antes, hablar de este tema era un total tabú, en cambio que hablar de ello y verlo como algo normal y natural. De hecho, el ser humano desde sus primeros años de vida tiende a explorar su sexualidad de manera superficial ya que no ha desarrollado lo suficiente sus acciones sensorio-motrices.
¿Por qué hablar de la importancia de la sexualidad?
A fines de documentar la importancia de la sexualidad entendemos que podríamos aportar a la sociedad educando en el tema para disminuir considerablemente los índices de enfermedades de transmisión sexuales y los embarazos en adolescentes.
La Sexualidad
La sexualidad es una acción específica del ser humano, que está integrada en el conjunto de las demás acciones que hacemos. Lo más frecuente es que la sexualidad forme parte de una relación amistosa o de pareja (esto último tiene sus salvedades, como por ejemplo en la masturbación individual en la que la relación es con uno mismo, o en la fantasía erótica, en la que nos relacionamos con un otro de carácter ficticio).
Nadie se extrañaría si dijésemos que comer es una acción, ya que partiendo de la necesidad biológica somos conscientes de que tenemos hambre y hacemos una serie de actos con la finalidad de conseguir satisfacernos. Siguiendo este mismo argumento también podríamos decir que partiendo de una consciente necesidad sexual, la excitación, hacemos una serie de cosas para conseguir un objetivo, que de tener éxito, llamamos orgasmo y que es la mayor satisfacción que sentimos en cuanto al desarrollo de la excitación sexual (1).
Es evidente que la biología hace posible que podamos experimentar la sexualidad, ya que tenemos órganos aptos para desempeñar tal función y una base nerviosa y endocrinológica para controlarla, pero ¿cómo interviene la cultura en todo ello? Lo resumiremos en los siguientes puntos:
1. En el desencadenamiento de la acción.
2. En el nivel de excitación.
3. En las estrategias técnico-corporales.
4. En la ideología de la técnica.
5. En los resultados.
6. En una ideología de la sexualidad.
Ya sabemos que el primer momento de la acción es aquel en el que lo que hacemos es estar pensando en ella. Si preguntamos a alguien, ¿qué haces?, nos puede contestar, estoy pensando en que quisiera hacer el amor. Claro está que de tener ganas a estar haciéndolo existe la distancia que media entre la imaginación y la realización. Pero se aceptará si la persona tuviera las condiciones adecuadas (poder-hacer) pasaría de las ganas a los hechos. Es decir, que un primer paso para que la sexualidad funcione es tener ganas. Por esta razón cuando se hace el amor por obligación, por piedad, a disgusto, etc. no se suele obtener auténtica satisfacción.
Tener ganas no es suficiente para que se siga la continuación. ¿Qué quiere decir entonces lo de que obligatoriamente tienen que existir condiciones adecuadas? Fundamentalmente que cada cual tiene una concepción de cuándo es oportuna, posible, atractiva.
Veamos más despacio cómo se desarrollan tales ideas de conveniencia.
El bebé, que no ha configurado todavía la respuesta sexual, experimenta la sexualidad simplemente al azar de sus descubrimientos sensoriales, y de forma incompleta. Por los cuidados de la higiene, el roce de la ropa, el ritmo, sus exploraciones corporales. No domina todo el proceso que conduce al orgasmo, en primer lugar por inmadurez de sus órganos y porque tampoco en el resto de acciones sensorio-motrices sucede algo demasiado diferente (no controla tampoco totalmente las posibilidades de su cerebro y los movimientos de su cuerpo).
Durante el período infantil, en el que hay un perfeccionamiento de las distintas habilidades mentales y motoras, también se adquiere una mayor integración del cuerpo propio, dándose ya, el comienzo del esquema sensorial susceptible de configurarse como excitación sexual: el tipo de caricia táctil, estímulos olfativos y visuales, sensibilidad genital. En esta etapa los resultados son muy variables según la educación recibida y un componente azaroso considerable.
Algunos niños tienen inhibida la exploración sexual porque de muy pequeños han aprendido a descartar ese tipo de sensaciones. Algunos padres son muy pudorosos con las exploraciones sexuales infantiles espontáneas y las reprimen, con lo que el niño deja de investigar en ese sentido como podría suceder con la exploración de llevarse cosas a la boca, o el aprendizaje de lo peligroso o de lo que no se hace.
Este tipo de niños, si no son inducidos por otros compañeros, pueden descubrir la sexualidad bastante tarde.
Otra problemática es la que deriva de la información sexual.
No hay porqué suponer que un niño descubre la realidad por sí mismo sin ningún tipo de explicaciones de cómo es esa realidad. Este es el sentido de las preguntas típicas de porqué esto y lo otro. Si no le explicamos al niño que la lluvia cae de las nubes, puede estar convencido de que alguien está tirando agua desde arriba: es lo que creían los hombres primitivos y tardamos bastantes siglos en descubrir que no sucedían así las cosas. También hay sociedades primitivas, como por ejemplo entre los Arunta de Nueva Australia central, en las que no se sabe la relación que hay entre la sexualidad y la fecundación, de manera que poseen la creencia que las mujeres tienen un poder mágico de tener hijos (2).
Las teorías de los niños mal informados de cómo nacen los niños pueden ser bastante extravagantes: nacen por las orejas, por el ombligo, por el ano o los trae la cigüeña (esta última hipótesis no les suele resultar demasiado creíble y optan en secreto por alguna de las anteriores). Sólo les falta creer que uno coge un trozo de barro, sopla y aparece un niño. También suelen tener bastante confuso lo que es el órgano sexual: será el trasero? será el pie? las niñas no tienen nada? eso de la sexualidad será subirse a un caballo? será pintarse la cara y ponerse colonia? será ponerse ropa de mujer? ¿Será apretarse la ropa contra las piernas?. La lista de ideas equivocadas es abundante y variada. Lo que tenemos que aclarar en seguida es que el niño no es perverso por naturaleza, sino por ignorancia: si le explicamos con ideas a su alcance cómo son las cosas atinará a comprender lo que es la sexualidad, cómo son los órganos sexuales masculinos y femeninos (no lo que falta sino el órgano que tiene la mujer), y cómo es el proceso de fecundación. El niño tendrá más sentido de la realidad si los educadores no le inducen a irrealizar las cosas.
Cada vez hay más niños a los que se les educa con mayor liberalidad, con lo que tienen la oportunidad de aprender, jugando, el funcionamiento natural de la sexualidad. A través de sus propias exploraciones sensoriales, una información fidedigna, y sus propias experiencias en las relaciones infantiles respetada por los adultos (ni reprimida ni obligada). Tal vez haya que hablar todavía de los derechos del niño, entre otros, a su sexualidad, y que en algunas sociedades que nosotros llamamos primitivas ya tienen.
Con la pubertad se alcanza una madurez de los órganos sexuales. Puede entonces conseguirse la acción completa de la sexualidad. Pero en cambio no hay un dominio paralelo de la socialización e identidad personal del adolescente. Ello redunda en el siguiente panorama: hay un mayor éxito en la sexualidad masturbadora que en la interpersonal.
En la medida que flaquea el dominio de la relación intersubjetiva (entre iguales) la sexualidad adulta está en su expresión más inmadura. Suele haber un abanico demasiado amplio de desencadenantes de la sexualidad, lo que se refleja en la fantasía erótica que acompaña las actividades masturbatorias (los otros se dan en imagen y lo que hacen se rige por los caprichos del sujeto que ensueña): puede estar mal discriminada respecto a la agresividad (fantasías sádicas y crueles) u otro tipo de impulsos que el adolescente controla a duras penas. Se puede decir que lo que sabe controlar es la explotación mecánica de sus
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