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La Verdadera Historia De La Mujer


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  Informes  •  497 Palabras (2 Páginas)  •  150 Visitas

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LA VERDADERA HISTORIA DE LA MUJER

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Cuenta una leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenia más de que disponer.

Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:

Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, a esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne, y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.

Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.

Después de una semana vino el hombre y le dijo:

Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla intensamente, llora sin motivo, se divierte en hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque NO PUEDO VIVIR CON ELLA.

Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.

Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo:

Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mi, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al tacto. Devuélvemela, porque NO PUEDO VIVIR SIN ELLA.

NO HAY QUE TEMER

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mi mismo. Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento. Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mi. Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.

Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.

Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.

Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.

Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.

Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.

Temía hacerme viejo, hasta que comprendí

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