La agresividad desde las diferentes teorías

La agresividad desde la Teoría de los Instintos y la Teoría del Aprendizaje social

INTRODUCCIÓN

     La agresividad es un concepto no delimitado, pues, mantiene estrecha relación con otras definiciones como agresión y violencia, sin embargo, estas presentan ciertos matices.  La agresión se presenta de manera precisa frente a situaciones o realidades específicas, en cambio, la agresividad, es determinante por el hecho insistente y consecuente de querer causar daño o perjuicio hacia otro individuo, una propensión a atacar u ofender (Ortiz & Calderón, 2006) por su parte, la violencia pasa a tener una magnitud e intensidad mucho mayores que los de un acto agresivo solamente, posee un carácter destructivo que desencadena una serie de abusos contra los demás, tanto físicos, como psicológicos, por lo tanto, es incitadora de problemas personales y sociales. (Bassols, 2001).

     La agresividad es una conducta que ha estado presente todo el tiempo en todas las sociedades según el sistema moral vigente; nuestros antecesores vivieron épocas realmente conflictivas, donde prevalecían la adaptación al medio y la supervivencia, por lo tanto, esta ha sido esencial para el desarrollo de la especie. (Fernández & Villanueva, 2014). En la actualidad nos enfrentamos a una sociedad competitiva, con ansias de superación de los unos sobre los otros, de poder y muy poco altruismo; que provocan violencia en el medio, pues priman las motivaciones individuales, frente a las sociales (       Del Barrio & Capilla, 2006). No obstante, existen muchos otros motivos por los cuáles la agresividad se acentúa con mayor ímpetu tanto personales como familiares, educativos y sociales. (Contini, 2015)

     El origen y objetivo de todos estos actos ha sido estudiado a lo largo de la historia, desde la psicología se han manejado distintas teorías, procedentes de las perspectivas de varios autores, e incluso de otras disciplinas, es por eso que, voy a abordar este tema a través de tres de las teorías más relevantes y que, según mi parecer, nos brindan una idea más esclarecedora de los factores determinantes de la agresividad, como son: Teoría de los instintos, con su enfoque psicoanalítico y enfoque etológico, y, Teoría del Aprendizaje Social, con su enfoque conductista, cabe destacar que este artículo se inclina hacia esta última teoría.

1. TEORÍA DE LOS INSTINTOS

1.  Enfoque Psicoanalítico

     Singmund Freud realizó un amplio estudio sobre las pulsiones en el ser humano, según Fernández (2012) distinguió el concepto de pulsión, del concepto de instinto, pues entiende al primero como una convención entre lo anímico y lo somático, sometida a cambios; a diferencia del instinto, el cual caracteriza al comportamiento animal de procedencia hereditaria e invariable.

     El psicoanálisis ha tardado en reconocer la existencia de pulsiones autónomas como generadoras de agresión, Freud considera a estas como independientes de los impulsos sexuales.   Se concebirían como pulsiones silenciosas cuyo objetivo es la minimización de las tensiones, el retorno al estado inorgánico, al “nirvana”, y que como mecanismo de defensa del organismo serían arrojadas hacia el mundo exterior, donde se manifestarían como agresividad.  (Corsi, 2002).

    Por otra parte, Freud en su obra El malestar de la cultura, (1930) considera que al contener el hombre tendencias agresivas instintivas, este no sólo dispone de mecanismos de defensa. Reflexiona en base al precepto “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” entonces se pregunta ¿por qué amar con la misma intensidad que a mí mismo a alguien que no ha hecho nada para ganar algún título en mi vida, que no es mejor que yo, por el que deberé sacrificarme, incluso, por alguien que puede aprovechar la mínima situación para agredirme y perjudicarme según su beneficio. Con esto se refiere entonces a las problemáticas sociales que nos aquejan como sociedad, desde el racismo, la discriminación, las guerras, etc. que no oscilan en romper este precepto.

     Por lo tanto, es una obligación de la cultura propiciar procesos razonables para contener la agresividad como la amistad, las restricciones sexuales, legales y los preceptos morales e ideales, evitando así la desintegración de la sociedad. (López, 2004).

1.  Enfoque Etológico

     Se sabe que la etología es la ciencia que estudia el comportamiento de los seres vivos en condiciones naturales, destacando las funciones que han cumplido a lo largo de la historia y su evolución. (Guillermo, 2016). La etología humana basa sus postulados en la naturaleza biológica del hombre.  (Fernández, 1987).  En su libro sobre la agresión, Konrad Lorenz, ganador del nobel, considera a la agresión como una conducta innata en el ser humano y en los animales, en la que el ambiente no tiene mayor alcance, debido a que se puede manifestar incluso en situaciones controlables.

     Es posible calificar a esto como un modelo “hidráulico”, donde las conductas agresivas deben ser descargadas en cuanto se encuentran al borde, lo cual es inevitable. En la sociedad humana, para expulsar estas pulsiones agresivas, tanto verbales como físicas, e inclusive omisas, es necesaria la creación de medios o normas socialmente aceptables. (Palacio, 2003).  Mientras para Freud el instinto de agresión o instinto de muerte es algo contradictorio al instinto erótico o instinto de vida, para Lorenz la agresión tiene un claro sentido beneficioso en correspondencia a la vida del individuo y del grupo. (Gil et al., 2002)

TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL-COGNOSCITIVO DE BANDURA

Enfoque conductista

     Mediante esta teoría, Albert Bandura, constituyó una de las mayores fuentes explicativas de la conducta agresiva, cuyo postulado esencial es el aprendizaje de distintos comportamientos basados en el medio social, a través de la observación y la imitación, es decir, cuando una persona observa comportamientos y son repetidos, estos pueden ser aprendidos. (Doménech i Argemi & Iñiguez, 2002). También aprende sobre la conveniencia de usarlos según sus propios intereses, de acuerdo a lo que cree esperar como resultado de los demás y de sí mismo. Si bien el observar las formas de comportamientos no asegura una asimilación de los mismos, advierte la posibilidad de incentivar iguales consecuencias conductuales en la otra persona.

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