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La discrepancia entre la capacidad de procesamiento de las estructuras cerebrales


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  2.978 Palabras (12 Páginas)  •  87 Visitas

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La discrepancia entre la capacidad de procesamiento de las estructuras cerebrales "inferiores y antiguas" y las "superiores y altas" es tan rotunda que ha provocado una sensata interpretación de las responsabilidades respectivas de ambos sectores. En términos sencillos: el antiguo núcleo cerebral maneja la regulación biológica básica en el sótano, en tanto que en los pisos altos la neocorteza delibera con sabiduría y sutileza.

Arriba, en la corteza, hay racionalidad y volición, mientras que abajo, en la subcorteza, sólo hay emoción y una urdimbre débil y carnal. Hay indicios, además, que demuestran que la longevidad, probable reflejo de la calidad del razonamiento, no sólo se correlaciona con el tamaño mayor de la neocorteza, sino también con un crecimiento del hipotálamo, el mayor compartimento del subterráneo. El aparataje de la racionalidad, que tradicionalmente se suponía neocorúcal, parece no funcionar sin el de la regulación biológica, que tradicionalmente se suponía subcorúcal. La naturaleza no sólo parece haber construido el aparataje racional encima del herramental biológico-regulatorio, sino con y a partir de él. Los mecanismos conductuales, allende las pulsiones e instintos, utilizan -según creo- tanto los altos como el sótano: la neocorteza se compromete junto con el núcleo cerebral arcaico, y la facultad de razonamiento resulta de su actividad combinada. Las emociones y los sentimientos, aspectos cruciales de la regulación biológica, para sugerir que hacen de puente entre los procesos racionales e irracionales, entre las estructuras corticales y subcorticales.

El sistema límbico es un conjunto de estructuras cerebrales que responden a ciertos estímulos ambientales produciendo respuestas emocionales; como: miedo, alegría, enojo o tristeza. Aunque dichas emociones han sido consideradas características únicas del humano, Chales Darwin las describió en varias especies y en animales cercanos en la escala filogenética del humano, como los primates. A principios del siglo XIX se describió el mecanismo por el cual este sistema regula las emociones y cómo los seres humanos reconocen y comparten las mismas (empatía). La descripción de los generadores de patrones centrales (CPG’s), como estructuras anatómico-funcionales conservadas evolutivamente, sugiere su participación en la regulación de varias actividades, incluidas las emociones y la empatía. Lo que daría un carácter de universalidad e incluso de reconocimiento conductual inter-especies. En el presente trabajo se relaciona al sistema límbico y a los CPG’s como estructuras involucradas en la empatía en los humanos y primates. Las respuestas emocionales que conocemos en los humanos son una variedad de felicidad, sorpresa, enojo, miedo y tristeza. Todas ellas presentan dos características comunes: la primera se refiere a una respuesta motora visceral y la segunda a una respuesta motora estereotipada somática. La sensibilidad que presenta una persona hacia las emociones de otra y la sensibilidad para entender la dinámica de interacción con esa segunda persona es llamada empatía. La empatía es la capacidad cognitiva que tiene una persona para sentir lo que siente otra; ello puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o forma de tomar decisiones. [pic 3]

EMOCIONES. En la óptica jamesiana, el cuerpo siempre se interpone en el proceso. Y más aún: James tuvo poco que decir sobre el posible rol de la emoción en la cognición y la conducta. James postuló un mecanismo básico, un conjunto innato fijo e inmutable, que determina implacablemente un patrón específico de reacciones corporales ante determinados estímulos ambientales. La respuesta reactiva ocurre sin necesidad de evaluar la importancia previa de los estímulos. Las emociones se catalogan como reacciones psicofisiológicas que se adaptan a ciertos estímulos cuando percibimos un objeto, una persona, un lugar, un suceso o un recuerdo relevante.

En función de las emociones, las personas tomamos decisiones. Muchas veces tomamos decisiones incoherentes o no esperadas, siendo ello resultado de un posible impacto emocional que hace que dejemos la parte racional a un lado para que la parte irracional de nuestro ser sea quien adquiera el protagonismo.

        Emociones primarias. Nuestro cerebro nos permite responder emocionalmente al percibir ciertas características del estímulo externo o interno, aisladas o combinadas, como, por ejemplo: el tamaño (en animales grandes); la gran envergadura (en las águilas en vuelo); el tipo de movimiento (reptiles); ciertos sonidos (como los gruñidos); configuraciones particulares en el estado del cuerpo (como el dolor en un infarto del miocardio). Es probable que esas características sean procesadas, individual o colectivamente, y con posterioridad detectadas por algún componente del sistema límbico, digamos, la amígdala: sus núcleos neuronales poseen una representación disposicional que gatilla la acción de un estado corporal característico de la emoción-miedo, y altera el procesamiento cognitivo para adecuarlo al estado de temor (veremos más adelante que el cerebro puede "simular" estados físicos y saltarse el cuerpo.

        La respuesta emocional primaria, por sí misma, puede lograr algunos objetivos útiles: ocultarse rápidamente ante un depredador, por ejemplo, o mostrar enojo hacia un competidor. Sin embargo, el proceso no concluye con los cambios corporales que definen la emoción. [pic 4]

Las emociones primarias, también pueden denominarse básicas, y son aquellas que experimentamos para responder a un estímulo. Concretamente, según la clasificación que trasladó en 1979 el psicólogo, investigador y profesor Paul Ekman, quien se convirtió en uno de los pioneros en el estudio de las emociones y su expresión facial, las emociones básicas son seis. Así, éstas serían: tristeza, felicidad, sorpresa, asco, miedo e ira. Según Ekman, todas ellas influirían y constituirían los procesos de adaptación. Además, todos los seres humanos las poseeríamos, independientemente de nuestra cultura o personalidad y naceríamos con ellas. También el psicólogo y divulgador científico, Daniel Goleman, habló de seis emociones en su libro Inteligencia Emocional (1995). Para él, éstas eran el miedo, la tristeza, la ira, la felicidad, la sorpresa y la aversión.

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