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La experiencia de la modernidad en que nos encontramos inmersos


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  3.594 Palabras (15 Páginas)  •  143 Visitas

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        La experiencia de la modernidad en que nos encontramos inmersos,  tiene a su base el caos, la ruptura de estructuras previas, la incertidumbre, aspectos que son parte de un desorden que no es ajeno al sujeto moderno ni al mundo en el que se desenvuelve y que, inevitablemente, los define  y caracteriza. La modernidad como momento histórico, no presenta un consenso en cuanto a su inicio, existiendo diversas posturas, que pese a plantearse desde diferentes desencadenantes, concuerdan en la visión de sus aspectos característicos. Para Berman (1982) esta experiencia vital significa una unión en la humanidad, ya que atraviesa todas las fronteras, tanto étnicas, como políticas, religiosas y geográficas, desenvolviéndose indiscriminadamente en cada una de estas a través de los sistemas de comunicación de masas, el crecimiento urbano, la consolidación del Estado y el surgimiento de las ciencias modernas que por medio de un cambio en la imagen del mundo consolidan nuestro lugar. Sin embargo, para el autor, paradójicamente los elementos unificadores de la modernidad llevan en su seno su propia contradicción, expresando la unidad de la desunión. La sociedad moderna, tiene como característica inalienable una creciente individualización del sujeto, quien, bajo un enfoque antropocéntrico, se plantea como la medida y centro de todas las cosas, abandonando el todo representado por Dios.

Otro aspecto fundamental para Berman, es el que lo lleva a integrar la frase de Marx “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, haciendo referencia a la vorágine de la vida moderna, en la que todo es efímero e impermanente, en donde el sujeto se ve inmerso en constantes cambios que se encuentran más allá de su capacidad de control, enfrentándose al inevitable y fugaz paso del tiempo. Esto, de forma ineludible, ha impregnado diversos ámbitos como lo son el arte y la literatura, lo que se refleja en el poema de Baudelaire (1857) “A una que pasa”  en el cual se presenta la modernidad como una invasión de múltiples sensaciones, que agobian, confunden y aturden al sujeto moderno. Es dentro de esta experiencia tumultuosa que el poeta nos presenta pequeñas situaciones vivenciadas por el sujeto como un “relámpago en tinieblas” que ilumina y hace renacer al individuo, pero que sin embargo, no duran más que un momento fugaz, desapareciendo repentinamente entre la multitud.  Es en este mismo sentido que Sigmund Bauman se refiere a este periodo como modernidad liquida, aludiendo a este concepto para explicar el constante cambio y movimiento en que el sujeto se encuentra inmerso. La incertidumbre e inseguridad son sensaciones comunes de esta época, nada perdura lo suficiente para solidificarse, se desvanecen los marcos de referencia del actuar del sujeto y su búsqueda de identidad se vuelve crucial frente a tanta fluidez. La globalización que conecta los extremos del globo y la desvinculación que a la vez han producido los avances tecnológicos que la generan,  son parte de una paradoja que  caracteriza a la modernidad, época en la que el individuo teme establecer relaciones duraderas, desconfiando de su entorno, desencantándose de la riqueza entregada por el mundo social y ocupando un lugar superfluo en la economía que pasa por sobre él.

Frente a este contexto, el sujeto comienza a vivir un proceso de crisis en conjunto con la sociedad, en la cual se ve  arrojado a la inestabilidad, a la incerteza, a los desequilibrios sociales, perdiendo todo control y dominio, el individuo es alejado de sí mismo, despojado de todo sentido. La secularización de la sociedad e instauración del antropocentrismo generaron  la necesidad y responsabilidad del hombre de explicar su propio origen, naturaleza, identidad y entorno. En esta búsqueda de respuestas, el hombre se vio obligado a establecer una forma de conocer que le proporcionara certezas en un mundo en que no las tenía. Es así, como se instaura la ciencia moderna con su método científico como única forma válida para establecer las seguridades que necesitaba, basándose en el estudio empírico, objetivo, sistemático, racional y analítico, y buscando generar leyes universales para controlar y predecir los distintos fenómenos. Es en este marco de creciente desarrollo científico en el cual van surgiendo las Psicologías modernas, las cuales se ven inauguradas con el primer laboratorio de psicología en la Universidad de Leipzig creado por Wilhelm Wundt en 1879; primer antecedente que impulsa un acercamiento científico como forma de conocer y explicar al individuo y su comportamiento. Hoy en día, podemos comprender las Psicologías como “una serie de discursos y prácticas científicas en disputa en torno a un objeto (el sujeto moderno)” (Cabrera, 2015),  que incorpora nuevos aspectos y formas de aproximarse a su objeto de estudio tales como la subjetividad, la personalidad, la conducta y el inconsciente. Pese a esto, sigue manteniendo en la base de su análisis una tendencia cientificista inherente al contexto de la modernidad, es decir, un enfoque racionalista, empirista y sistemático, lo que solo hace posible concebirla dentro de las condiciones sociales y productivas que caracterizan a este momento histórico.  

Algunas ramas de la Psicología que  han seguido la línea del laboratorio de Wundt, debieron transformar y adaptar ciertas técnicas y herramientas, tales como la estadística y la experimentación, que les permitieron corroborar y dar fundamentos empíricos y objetivos al conocimiento generado. La estadística permitía establecer las regularidades que subyacen a la variabilidad y así establecer leyes que aborden las conductas y la subjetividad humana. Del mismo modo, la experimentación proporcionaba una fuente de datos y generaba evidencia en forma de inscripciones que pudieran compararse y calcularse. Estas técnicas se volvieron cruciales a la hora de generar verdades psicológicas, lo que permitiría a la Psicología establecerse y validarse como una disciplina científica, con el fin de influir activamente en la sociedad. Esto se encuentra expresado en la exigencia que poseen actualmente las investigaciones para validarse en el mundo académico, siendo requerimiento fundamental la existencia de respaldos estadísticos que aseguren la objetividad y veracidad de los resultados.

Un producto de la adaptación de la estadística en el estudio de los sujetos fueron los test, cuyos primeros antecedentes se encuentran en la segunda mitad del siglo XIX, con los estudios de Galton. Actualmente, los test son entendidos como “procedimientos o métodos que evalúan la presencia de un factor o fenómeno que comprende un conjunto de ítems (preguntas, estímulos o tareas) que se puntúan de forma estandarizada y se utilizan para examinar y posiblemente evaluar las diferencias individuales en aptitudes, habilidades, competencias, disposiciones, actitudes o emociones” (Comisión internacional de test, 2014). La creación de los test para las diferencias individuales implica comprender un sujeto que es susceptible a ser medido y categorizado, lo que conlleva una concepción de mundo y de sujeto enmarcada en el contexto específico de la ciencia moderna.

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