La hipocondría, un enfermo imaginario El enfermo imaginario

La hipocondría

El enfermo imaginario

  ¿Tendré algo?   La hipocondría es una afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso, con tristeza habitual, preocupación constante y angustiosa por la salud. Desde un punto de vista psicológico, la hipocondría es la actitud que el individuo adopta ante la enfermedad que no padece. Es un trastorno en el que la persona interpreta síntomas somáticos de depresión y ansiedad como enfermedad. La interpretación existente entre hipocondría y ansiedad o depresión se centra en el hecho que el hipocondríaco, al ser una persona de baja autoestima, tiende agrandar los aspectos negativos de la vida y a centrarse en sí mismo. De esta manera estará más pendiente de sus propios ruidos corporales, lee artículos y reportajes sobre medicina, vera todos los canales de televisión relacionados a la salud, por encima de relaciones sociales o familiares.

La sobreprotección excesiva,  la educación basada en el miedo, el padecimiento de alguna enfermedad grave durante la infancia, la muerte de alguna persona cercana o alguna convivencia con un familiar con una enfermedad terminal; son algunas de las causas que puede producir el desarrollo de la hipocondría debido a que el hipocondríaco le aterra estar enfermo o el solo hecho de poder estarlo.

Estamos hablando de un trastorno asociado muy a menudo con ansiedad, por lo que el principal síntoma de la hipocondría es la preocupación exagerada que se siente por su salud. El hipocondríaco medita constantemente sobre sus síntomas reales o imaginarios, llegando a percatarse de signos funcionales que normalmente se le escapan a la conciencia como la intensidad de los latidos cardíacos, la respiración por minuto, funciones digestivas. El hipocondriaco puede describir su cuadro clínico con una sutileza impresionante, aclarando repetitivas veces el alcance de cada uno de los síntomas físicos.

Para lograr diagnosticar a una persona con hipocondría, lo primero que debe hacerse es descartar todas las enfermedades reales. Igualmente para decretar la enfermedad hay que observar que la duración del trastorno sea de al menos seis meses para descartar la posibilidad de cualquier padecimiento físico. Si después del descarte el paciente sigue presentando angustia y continúa en una perpetua examinación, conviene entonces estudiar la posibilidad del trastorno psicológico. No está de más saber que la hipocondría aparece también como un síntoma en algunas formas de depresión endógena, especialmente en la melancolía evolutiva, conocida como  depresión en ancianos.

Para tratar la hipocondría se utiliza en algunos casos psicofármacos para controlar los síntomas ansiosos que padecen los pacientes. Una de las terapias utilizada con este tipo de pacientes es la terapia de apoyo en la que se escucha atentamente todas las quejas del enfermo, con este tipo de relación es posible lograr un vínculo estable que les permite mantenerse libres de la ansiedad,  y  evitar caer en el inútil ritual de rodar de una clínica a otra de un médico a otro. Usualmente las primeras intervenciones terapéuticas van orientadas a reducir los síntomas de la ansiedad. Sin embargo,  el tratamiento psicológico más eficaz en el caso de la hipocondría es la terapia cognitiva conductual empleando la desensibilización de la imaginación, técnicas de relajación, y técnicas de inundación imaginaria. Esta última consiste en utilizar los pensamientos y presentimientos negativos de enfermedades y la muerte como si realmente hubiera ocurrido. Este método sirve para afrontar directamente el miedo a la muerte, el envejecimiento y posible rechazo a los demás. Al inicio de las consultas terapéuticas el hipocondríaco debe asistir a las terapias una vez por semana, cuando el trastorno haya sido rehabilitado se espacian las visitas quincenalmente.

...