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El enfermo imaginario


Enviado por   •  4 de Octubre de 2011  •  Tutoriales  •  1.097 Palabras (5 Páginas)  •  952 Visitas

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“El enfermo imaginario”

Molière y los médicos

[…] Los registros de la Compañía Teatral, llevados por Legrange, permiten inferir que Molière padeció desde 1655 una enfermedad respiratoria de naturaleza crónica a la que Moorman Lewis y otros autores consideran como una tuberculosis pulmonar. Las recaídas de este proceso lo alejaron en varias ocasiones de su quehacer actoral y lo obligaron a repetidas consultas médicas en las que seguramente pudo apreciar la conducta profesional de los galenos y sentir, en "carne propia", la naturaleza y efectos de los tratamientos que utilizaban y que en su caso, como era previsible, fueron inútiles. Además, es posible que tuviera acceso al Journal de la Santé du Roi, a cargo de los médicos de la corte (Valle, Jaquin y Fagon), que contenía datos sobre la salud real y describía episodios acaecidos en las consultas, las sangrías excesivas y la medicación utilizada (Moorman).

Los médicos y la medicina fueron sabroso alimento del genio moliéresco en cinco de sus obras: Don Juan (1665), El amor médico (1665), El médico a la fuerza (1666), El Señor de Pourceaugnac (1669) y El enfermo imaginario (1673). En el Don Juan los médicos sólo son aludidos en una breve pero mordaz crítica deslizada en un agudo diálogo sostenido por el ilustre mujeriego y su criado pero, en las restantes obras mencionadas, cada una con su argumento propio, la medicina y sus oficiantes forman parte esencial de la trama. En ellas Molière hace actuar a galenos y seudogalenos a través de exposiciones en las que se evidencian, en forma jocosa y desopilante, los fundamentos del arte médico y el uso de terapéuticas extravagantes. Se ataca la base de la praxis médica a través de la presentación de cómicas disquisiciones patogénicas basadas en la teoría de "los humores" mientras se hacen comentarios festivos sobre los conocimientos en boga y los tratamientos practicados. Las reideras consultas están plagadas de latinajos y propuestas terapéuticas sólo difieren entre sí en el número y composición de las lavativas, la vena utilizable para la sangría o la frecuencia con que ellas deben efectuarse así, como el sabor y aspecto de los jarabes, pociones o brebajes, todo anodinos.

Los médicos fingidos intervienen utilizando graciosas galimatías y hacen sus aportes indicando otras medidas sanadoras de menor fundamentación científica cuya adopción determina el "happy end" en el que se recompone el entuerto amoroso o se cura una inexistente enfermedad.

El enfermo imaginario, que es la obra más conocida, muestra las críticas más mordaces contra los médicos. Su personaje principal es Argan, un típico patofóbico e hipocondríaco, menesteroso de permanente asistencia médica que, luego de reideras quejas y disquisiciones y chispeantes consultas, acepta convertirse en médico para poder tratar mejor sus propios padecimientos.

El enfermo imaginario

La macarrónica ceremonia final se desarrolla al compás de un fondo musical que puede considerarse como un verdadero Carmina Burana, en el que participan ocho portajeringas (para lavativas), seis boticarios y veintidós doctores. En esa escena, Argan es sometido a un examen en el que se utiliza un lenguaje seudotécnico, mezcla abigarrada de latinajos y deformados vocablos franceses e italianos. Una vez aprobada esta prueba se satiriza una colación de grado en la que los oficiantes hacen jurar al neófito su nueva condición profesional certificada con la imposición del birrete y de la toga mientras se

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