La inteligencia la determinamos o es determinante

Maria Camila Castro González

Unisanitas

La inteligencia la determinamos o es determinante

Se sabe que los seres humanos y los demás animales, evolucionan a lo largo del ciclo vital, desde la concepción hasta la muerte, tal así que dichos cambios se dan a nivel de maduración, habilidades perceptuales, capacidad de aprender, procesos cognitivos y conducta social; igualmente, esos cambios posibilitan la adaptación a un medio ambiente cambiante siendo resultante a partir de la biología y de su interacción con la cultura. (Ardila, 2011) La inteligencia tiene etapas características de desarrollo, según la edad de los niños y niñas en los que el orden del progreso de la inteligencia es el mismo para todos los seres humanos; inicialmente la inteligencia en los bebés así como en los niños y niñas de hasta un año y medio se refleja en su conducta es decir la inteligencia se refleja en la manera por medio de la cual resuelven problemas para satisfacer sus necesidades que en primer lugar la capacidad psicomotora es esa condición física necesaria para resolver problemas, dependiendo de la edad , la maduración y la estimulación respectiva a cada niño. (Hoche M. ,2010). Es aquí donde surge mi cuestionamiento a partir de si ¿Es posible encasillar funciones determinantes de la inteligencia para cada etapa en el desarrollo ontogénico? O ¿se estaría limitando a los individuos en cada periodo su vida a solo actuar por necesidad y sobrevivencia como se hacía en tiempos remotos?, a mi perspectiva es entonces, que tanto como la sociedad evoluciona también deberían evolucionar las capacidades de cada individuo y por consiguiente las explicaciones y mediciones sobre la inteligencia deberían ser cada vez más complejas.

Cabe señalar para el desarrollo del cuestionamiento, que el desarrollo psicológico de los seres humanos desde el nacimiento hasta la adolescencia, en el caso específico de la inteligencia, evoluciona a lo largo de la infancia y la adolescencia alcanzando un punto máximo alrededor de los 15 años aproximadamente, a lo que luego se estabilizaba y más tarde comienza a variar, incluso a declinar a lo largo de la vida de la persona, en donde durante la edad adulta plantea una meseta en el desarrollo intelectual de las personas y luego un declive en habilidades cognitivas específicas a lo que en la vejez estos cambios se hacen más pronunciados y evidentes. (Ardila, 2011). A partir de esto y en un esfuerzo por incluir la influencia de la herencia y del ambiente en el desarrollo de inteligencia; Cattell describió dos dimensiones de la inteligencia, cristalizada y fluida. La primera incluye el conocimiento y las habilidades medidas por las pruebas de vocabulario, información general y comprensión de lectura, esta además surgen de la experiencia y representa el grado de aculturación y de educación.

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