Las preguntas de Kant

Las preguntas de Kant

Explica el cuestionamiento que a lo largo de toda la historia pensadores se han hecho acerca del hombre. Menciona que el hombre comienza un exhausto estudio sobre el para luego dar un gran paso atrás y volver a estudiar las cosas comunes como las estrellas el fuego o la lluvia etc.

Según Kant la razón humana se puede delimitar a partir del planteamiento de cuatro preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? y ¿Qué es el hombre?

Las preguntas planteadas por Kant son también problemáticas para Buber, más aún la última, debido que muchas son las ciencias que se dedican al estudio del hombre, sin embargo, se quedan cortas.

Según Buber, las disciplinas filosóficas nunca esperan contestar a la cuarta pregunta de Kant. Ya que consideran al hombre una parte de la naturaleza.

De Aristóteles a Kant

La tendencia de los griegos a creer en el mundo como un espacio cerrado de sí mismo termina con Aristóteles, ya que en él, el hombre es también una cosa entre las del mundo, una especie. El hombre es el que se sorprende y maravilla del hombre como una parte del mundo y de otras muchas cosas. En san Agustín, en cambio, el hombre no es una cosa entre las demás, ni puede poseer un lugar en el mundo sino que se halla dividido entre dos reinos “cuerpo y alma”, por tanto es a la vez escenario y trofeo de la lucha “el hombre agustiniano se asombra de aquello que en el hombre no se puede comprender como parte del mundo, como una cosa entre las cosas”. No obstante, con Santo Tomás de Aquino el hombre representa una especie particular que aparece como el horizonte y línea divisoria entre la naturaleza espiritual y la corpórea, es decir, límite.

Ante esto, Buber señala que el problema de Santo Tomás, es que no conoce el problema particular del ser humano,

Sin embargo, en la baja Edad Media surge un nuevo tomar en serio al hombre como hombre. Nicolás de Cusa, señala que “no existe cosa alguna que no prefiera su propio ser a todas las demás maneras; todo lo que es desea por toda eternidad seguir siendo lo que es, cada vez en forma más perfecta en la manera adecuada de su naturaleza”.

Posteriormente en el renacimiento, aseguran que el hombre puede saber, pero le es totalmente ajena la cuestión kantiana de qué es lo que puede saber, ya que puede saberlo todo, excepto Dios: “cierto que el último de estos pensadores, Bovillus, exceptúa a Dios: a Él no alcanza el espíritu humano; pero el mundo entero puede ser conocido por el hombre”. Sin embargo, tal concepción se ve atacada con Copérnico, ya que el hombre no puede sentir como casa el mundo que tenía sino más bien se encuentre inseguro, de tal forma que, trae nueva actitud en el hombre, es decir, se siente sin morada, a la intemperie, porque todo depende esta vez de saber que la grandeza del hombre surge de su miseria. De esta manera, cuando en el hombre se disipa una imagen del mundo, pronto surge un nuevo interrogar por parte del hombre que se siente inseguro, sin hogar.

Por otro lado, en Spinoza para comprender al hombre, es necesario hablar también de la sustancia infinita, es decir, Dios. Él es la sustancia infinita que tiene atributos infinitos, Dios se ama a sí mismo en la creación pero de forma privilegiada en el hombre. De esta forma, aunque el hombre ya no se siente en el mundo como en su casa, para Spinoza eso no importa porque su inseguridad de estar en el mundo, su estancia a la intemperie, lo capacita para conocer cómo es que Dios se ama a sí mismo en él.

De esta forma, Buber señala que Kant fue el primero que vio en la respuesta a la cuarta pregunta una tarea que se propuso a sí mismo y cuya solución seguiría a la de las tres primeras cuestiones; realmente no se dio a ella, pero la planteó con tal

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