Lenguaje corporal. Gesticulación: tu cuerpo habla
Adrian RamosResumen13 de Octubre de 2019
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DIPLOMADO LITIGACION ORAL Y ARGUMENTACION
UNIVERSIDAD ISAE DARIEN
MODULO UNO
MGITER. DENNISE RUIZ
ESTUDIANTE. YOVANNA IBARGUEN
CEDULA: 5-701-658
Gesticulación: tu cuerpo habla
Análisis
Es importante que sepamos que al expresarnos con el habla, también nuestros gestos envían un mensaje que hay veces sin darnos cuenta es interpretado aún más claro que lo que decimos.
Cuando nos presentamos ante un público generalmente para exponer algún tema estemos consientes de que los que nos ven y escuchan se fijaran en nuestro aspecto y gestos.
Al querer transmitir un mensaje que hemos preparado con el propósito de persuadir a un público, debemos primero adecuar nuestra gesticulación para que diga lo mismo que emitimos con nuestra voz.
Si nuestro cuerpo (gestos) muestra inseguridad, nerviosismo e incomodidad podemos estar seguros de que hemos fracasado en nuestro objetivo.
Citamos las palabras de Ralph Waldo Emerson quien dijo: “lo que eres habla tan fuerte que no me deja oír lo que dices", y no se equivoco al hacer este enunciado ya que es más fácil saber quien se alguien por su actitud que por sus palabras.
Al presentar un discurso nuestros oyentes usarán su sentido visual para determinar si somos sinceros, disfrutamos de la oportunidad de dirigirnos a ellos, si creemos verdaderamente en lo que decimos, si nos preocupan ellos o si tenemos seguridad y control de la situación Además de hacer empatía con nuestro discurso.
La empatía es la capacidad que tenemos los seres humanos de compartir sentimientos , por ello debemos estar claros y seguros de lo que queremos transmitir; primero con nuestro cuerpo y luego con nuestra voz.
Si cuando nos presentamos ante un público nuestra actitud es de que estamos cómodos, tranquilos y seguros podemos tener la certeza de que las personas que nos escuchan sentirán eso y de ser lo contrario, que estemos inseguros o intranquilos también el público se sentirá igual eso es empatía.
Cuando entablamos una conversación siempre la hacemos más amena si va acompañada de gestos, lo mismo sucede cuando hacemos una presentación a un público. Es más fácil que las personas recuerden nuestro mensaje si sumamos a nuestro discurso gestos adecuados que lo reafirmen.
Si aprendemos a utilizar nuestro lenguaje corporal, lograremos ser excelentes oradores. De nada nos puede servir un discurso bien elaborado con palabras persuasivas, si nuestros gestos, y movimientos no demuestran aquello que decimos.
La oralidad es muy amplia en cuanto a métodos y formas de utilizarla se refiere. Así como las reglas de acentuación le dan sentido a un escrito, digamos que nuestro lenguaje corporal es el acento que damos al mensaje que hablamos. Cuando leemos si no tomamos en cuenta las pausas denotan una coma o un punto; no comprenderemos la lectura o no tendrá sentido, de igual forma sucede cuando hablamos en público si nuestro lenguaje corporal no es cónsono con nuestras palabras crearemos una gran confusión a los oyentes.
Muchas situaciones en nuestro entorno nos ponen de nervios, sobre todo hablar en público. Los nervios son una alerta de cuanto nos interesa algo, es necesario que aprendamos a conocernos para poder reducir los efectos negativos que unos nervios no controlados pueden causar a un orador.
Hablar en público activa las glándulas suprarrenales. Nuestras palpitaciones se aceleran la respiración es menos profunda y más rápida, los músculos se tensan. Como el cuerpo por naturaleza hará lo que sea necesario para aliviar la tensión, pudiera ser que realizaremos movimientos involuntarios que distraerían a nuestro público, a menos que sepamos disipar esa tensión.
La gesticulación y los movimientos corporales pueden ayudarnos a canalizar la energía nerviosa y aprovechar toda esa adrenalina a nuestro favor.
No podemos permitir que nuestro lenguaje corporal se vuelva en contra de nuestro objetivo por ello es preciso tener control total de nuestros movimientos y aprovechar las técnicas de la oralidad para hacer un despliegue con éxito.
El Dr. Ralph C. Smedley, fundador de Toastmasters International, escribió: “El orador que se pone de pie y habla con tranquilidad será escuchado sin desánimo. Si su postura y gestos son tan elegantes y discretos que nadie se fija en ellos, entonces podrá considerársele como un orador de éxito.
Al desarrollarnos como oradores es básico que nos sintamos cómodos con lo que somos; es decir que apreciemos nuestras maneras y seamos nosotros mismos, el imitar es un buen arte pero que no debe ser utilizado en la oralidad. Debemos ser espontáneos; claro esta que hay que preparase pero siempre que nuestra presentación sea con naturalidad mayor alcance de aceptación tendremos.
El padre de la oratoria moderna Dale Carnegie, escribió “Una persona bajo la influencia de sus sentimientos proyecta su verdadero ser, actuando de forma natural y espontánea. Un orador que muestre interés, por lo general resultará interesante”.
Cuando nos corresponde exponer un tema es importante que antes de llegar al público debemos habernos empapado del tema, haber investigado, estudiado y habernos familiarizado con la información de modo que nuestro discurso nos pertenezca y eso sea lo que transmitimos, que creemos en lo que decimos.
La seguridad que nos da el conocer el tema del que hablamos es vital, de ello depende de que las reacciones de nuestros nervios no sean notorias y que a medida en que avancemos en el desarrollo del tema ya no recordemos que nos pone nerviosos sino que queramos dar más de nuestro conocimiento y convencer cada vez más a los que nos escuchan.
Otra herramienta que es muy importante para desarrollar cualquier actividad con eficacia es la práctica, mientras más ensayamos, mejores nos haremos en el desempeño de un oficio.
Si las teorías solo se leen y no se llevan a la realización no tendrían sentido, es la puesta en acción y la práctica constante de algo lo que nos convierte en expertos y reduce los márgenes de error.
El equilibrio de nuestro cuerpo nos da la facilidad de ejecutar el lenguaje corporal de manera limpia y segura. Si estamos incómodos con nuestra postura transmitiremos esto a los oyentes y por ende en lo único que pensaran es en qué acabemos de una buena vez con nuestro discurso para abandonar esa incomodidad.
Los gestos son movimientos corporales específicos que refuerzan un mensaje verbal o transmite un pensamiento o emoción en particular. Aunque los gestos deben hacerse con la cabeza, hombros, o incluso con las piernas y pies, la mayoría se hacen con las manos y los brazos.
Estas son partes importantes y es preciso tener sumo cuidado con los gestos manuales que hagamos. Una manera de estar seguros de estos es hacer las investigaciones necesarias y ampliar nuestros conocimientos en este tema ya que cada gesto tiene su significado y su interpretación depende de la cultura de cada quien.
Todos los buenos oradores gesticulan ya que los gestos son probablemente la forma más evocadora de comunicación no verbal que puede emplear un orador. Ninguna otra acción física puede mejorar nuestros discursos de tantas maneras como lo hacen los gestos.
Los gestos nos apoyan de tantas maneras tales como: apoyan y refuerzan nuestras palabras, hacen nuestros discursos dramáticos, enfáticos y vivos, nos relajan; disipando los nervios, nos sirven para enfocar la atención del público y ganar su participación.
A pesar del vasto número de movimientos que podrían calificarse como gestos, todos ellos pueden agruparse en una de las siguientes categorías principales:
Los descriptivos
Los gestos descriptivos aclaran o enriquecen el mensaje verbal. Ayudan a que la audiencia comprenda las comparaciones y contrastes, y a que visualice el tamaño, forma, movimiento, ubicación, función y número de objetos.
Los enfáticos
Los gestos enfáticos subrayan tus palabras. Indican seriedad y convicción. Por ejemplo, un puño cerrado sugiere un sentimiento fuerte, como la ira o la determinación.
Los sugestivos
Los gestos sugestivos simbolizan ideas y emociones. Ayudan al comunicador a crear un ambiente específico o a expresar un pensamiento concreto. Tener la palma de la mano abierta sugiere dar o recibir, usualmente una idea, mientras que encogerse de hombros indica ignorancia, perplejidad o ironía.
Los incitadores
Los gestos incitadores se utilizan para evocar una respuesta deseada de la audiencia. Si quieres que tus oyentes levanten sus manos, aplaudan o realicen una acción en especial, conseguirás esa respuesta al hacerlo tú como ejemplo.
Los gestos que se realizan por encima de los hombros sugieren altura física, inspiración o exaltación emocional. Los gestos hechos por debajo de los hombros indican rechazo, apatía o condena. Aquellos que se realizan a nivel del hombro o cerca sugieren tranquilidad y serenidad.
El gesto usado con más frecuencia suele ser la mano abierta estirada hacia la audiencia. El significado de este tipo de gesto depende de la posición de la mano. Si se mantiene hacia arriba supone dar o recibir, aunque este gesto a veces se usa de manera inconsciente, sin ningún significado en específico. Una mano hacia abajo puede expresar supresión, secreto, finalización o estabilidad. Si la palma de la mano está dirigida hacia la audiencia sugiere alto, repulsión, negación o aversión. Si la mano está perpendicular al cuerpo del orador tiende a sugerir mesura, límites en el espacio o tiempo, comparaciones o contrastes.
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