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Libertinaje Sexual


Enviado por   •  25 de Mayo de 2014  •  4.820 Palabras (20 Páginas)  •  874 Visitas

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El libertinaje sexual

A fuerza de verlo en el cine muchos jóvenes juegan a hacer el amor, como los niños juegan a los indios. Pero la sexualidad es una cosa muy seria; no es para jugar.

El libertinaje sexual

Con frecuencia se oyen hoy ideas sobre sexualidad tendenciosas y corruptoras que pretenden «mentalizar» a la gente para llevarlas al libertinaje sexual que es el negocio de los pornócratas. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define la pornografía como la «comercialización del sexo».

No decimos que el sexo sea pecado, si se usa correctamente; lo que no es lícito es ese consumo de sexo que han montado los pornócratas, para hacer su negocio, con revistas, libros y películas en las que se hace del sexo un vicio. A fuerza de verlo en el cine muchos jóvenes juegan a hacer el amor, como los niños juegan a los indios. Pero la sexualidad es una cosa muy seria; no es para jugar.

Al goce desordenado del placer sexual se llama lujuria.«Proclamar la absoluta libertad sexual puede parecer progresista pero de hecho se opone a los resultados de la mejor investigación contemporánea. Y el que se enfrenta a la investigación no es realista, es un iluso que pretende tal vez seducir, pero no convencer», 1 ¡y menos ayudar!

Dice San Agustín: «Ama y haz lo que quieras». Algunos han sacado de aquí su libertad sexual, como si lo que se hace por amor no fuera nunca pecado. «Pero lo que San Agustín quería decir es que el que ama verdaderamente hará el bien sin tener que consultar la ley». 2

Los medios de comunicación presentan con frecuencia comportamientos sexuales como «normales» en el sentido de «no patológicos»; pero esto no significa que sean morales, conforme a los principios de la Iglesia.

Hoy se prodiga hacer el coito a nivel de camaradería. Se habla mucho de «hacer el amor», pero esta frase es falsa; el amor no se «hace», se da. Las cosas se hacen. El amor se tiene.

El amor brota de la mutua estima entre dos personas. Por eso «estamos asistiendo a una verdadera crisis del amor».

Es notable el fracaso de las comunas de sexo libre. Por querer disfrutar de la vida, lo que se hace es incapacitarse para el amor, que es la única felicidad de la vida. Las prostitutas, que viven del sexo sin amor, son un claro ejemplo de que sin amor no es posible la felicidad. Se las llama Esclavas del siglo XX, La esclavitud de la mujer. Son títulos de libros que tratan de la prostitución. Las prostitutas usan del sexo a tope. Alguna recibe treinta hombres en una noche. Pero eso no las hace felices.

Una ninfomaníaca escribe: «Con todos los hombres que he conocido me he prestado a acostarme con ellos. Tengo una aventura tras otra. Ésta es la historia de mi vida, y la odio con toda mi alma». 3

Reducir el amor a sensaciones placenteras es degradarlo. El amor tiene una vertiente espiritual que es superior a todas las técnicas de manipulación de los órganos. El amor es una fuente de ternura, mientras que el cuerpo lo más que da es el estremecimiento de un orgasmo.

Encuestas realizadas por un médico demuestran que muchos jóvenes hacen el coito para poder demostrar su masculinidad; y ellas, porque lo hacen otras. Es decir, que hoy muchos se avergüenzan de su pureza y alardean de su libertinaje sexual.

Incluso hay quienes llaman civilizada y madura a la persona que rompe moldes morales, para vivir según le apetece. Me parece una falsedad.

Es mucho más civilizada y madura la persona que tiene dominio propio, y sabe mantener su comportamiento dentro de una rectitud moral.

Llamar represión atávica a la rectitud moral es querer poner una etiqueta peyorativa a valores que no se quieren reconocer.

Pero las joyas que valen, no pierden valor porque haya personas que no saben apreciarlas.

«La madurez se muestra plenamente cuando no elegimos aquello que satisface nuestras apetencias del momento, sino que permite conseguir el ideal que hemos asumido como meta de nuestra vida». 4

«Vivimos una sociedad erotizada. El sexo se ha convertido en un bien de consumo. Se vive el sexo sin amor. El resultado es un hastío que desemboca en un especial vacío interior». 5

Oswald Spengler acusa a los jóvenes que «hacen del erotismo un deporte» 6

«La sociedad necesita la erradicación de vicios y la siembra de virtudes. Pero parece que no es así. La sexualidad desbordada es insaciable: cada vez quiere más, cada vez quiere experimentar cosas nuevas, hasta llegar a las aberraciones más indignantes, como podemos ver por las noticias diarias de delitos de prostitución de menores, de crímenes sádicos, de bestialidades de abusos y lesiones masoquistas, etc.» La oleada de pornografía está convirtiendo a muchos en auténticos maníacos sexuales, ávidos de toda clase de anormalidades y perversiones sexuales. Afirman los sexólogos que la sexualidad sin amor llena el alma de vacío.

A veces se busca el placer en la agresividad y en las violaciones; pues la degradación que produce el abuso lleva a la impotencia y frigidez sexual. 7

El ambiente erotizado que nos ha tocado vivir, hace suponer que el ejercicio del sexo es la mayor felicidad del mundo, y después resulta que no es así; pues las sensaciones de tipo físico carnal dan menos que la felicidad espiritual.

Dicen los sexólogos: «La actividad sexual no es lo más importante en la vida» 8 Por mucho sexo que viva una mujer, cuando encuentra a otra que vive el amor, siente una enorme envidia, pues echa de menos lo que el sexo solo no puede darle.

«Ha sido V.Frankl el que ha venido a explicar, contra lo que decía su maestro Freud, que la dimensión más importante del hombre no es el sexo, sino el sentido religioso, transcendente, la posibilidad de poseer un sentido último que dé razón de todo lo que hacemos. Cuando el hombre carece de este sentido que le hace capaz de vencer el dolor y de superar la muerte, enferma. Y es así como la enfermedad típica de nuestro tiempo es la angustia. Angustia que surge de la pérdida del sentido transcendente. Y es profundo lo que afirma V. Frankl de la felicidad: “La felicidad no se puede buscar nunca directamente, sólo puede venir como consecuencia de haber dado lo mejor de nosotros mismos a una causa noble, capaz de superar la limitación, el desánimo y la muerte, a una causa transcendente”».

«Freud peca de reduccionismo

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