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Los Ciegos


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  950 Palabras (4 Páginas)  •  380 Visitas

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Los ciegos y el elefante de Idries Shah.

Más allá de Ghor había una ciudad. Todos sus habitantes eran ciegos. Un rey con su cortejo llegó cerca del lugar, trajo su ejército y acampó en el desierto. Tenía un poderoso elefante que usaba para atacar e incrementar el temor de la gente.

La población estaba ansiosa por ver al elefante, y algunos ciegos de esta ciega comunidad se precipitaron como locos para encontrarlo. Como no conocían ni siquiera la forma y aspecto del elefante tantearon ciegamente para reunir información, palpando alguna parte de su cuerpo. Cada uno pensó que sabía algo, porque pudo tocar una parte de él.

Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, impacientes grupos se apiñaron a su alrededor. Todos estaban ansiosos buscando equivocadamente la verdad de boca de aquellos que se hallaban errados. Preguntaron por la forma y aspecto del elefante, y escucharon todo lo que aquellos dijeron.

Al hombre que había tocado la oreja le preguntaron acerca de la naturaleza del elefante. El dijo: “Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo”.

Y el que había palpado la trompa, dijo: “Yo conozco los hechos reales, es como un tubo recto y hueco, horrible y destructivo”.

El que había tocado sus patas dijo: “Es poderoso y firme como un pilar”.

Cada uno había palpado una sola parte de las muchas. Cada uno lo había percibido erróneamente. Ninguno conocía la totalidad...

ldries Shah, Cuentos de los Derviche

Si tomáramos en serio esta moraleja, ¿cambiaríamos algunas actitudes o algunos comportamientos como sujetos conocedores? ¿Qué otras consecuencias para el conocimiento o las relaciones entre las personas podríamos aprender de esta pequeña historia?

La filosofía como experiencia intelectual

Edison Otero

Es habitual que las personas opinen acerca de una variedad de asuntos y que tales opiniones sean expresadas con la convicción de estar formulando verdades. Se manifiestan con énfasis, con adjetivos calificativos, con fuerza, categóricamente. Esta manifestación tan asertiva hace suponer que las personas han de tener buenas razones para pronunciarse con el convencimiento del que hacen gala.

Sin embargo, se sabe desde tiempos inmemoriales que la pasión que se pone en sostener la verdad de una proposición no agrega nada a la proposición misma. Es un hecho psicológico que no tiene implicaciones epistemológicas. Si una proposición ha de ser verdadera debe serlo por razones que no tienen que ver con la mayor o menor convicción con que se las formula.

Estas cuestiones han sido ampliamente debatidas a través del tiempo en todas las disciplinas y particularmente en la filosofía. Es, en síntesis, el problema del conocimiento. Cualquiera sea el planteamiento que eventualmente se prefiera, es una cuestión admitida de modo general el que una proposición verdadera no tiene como fundamento de su verdad el hecho de que un sujeto particular la formule. El hecho de

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