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Los Hijos Del Divorcio

derby1013 de Noviembre de 2012

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INTRODUCCIÓN

Pocas personas que atraviesen la experiencia de divorciarse podrán concluir diciendo que ha sido fácil y que no se ha sufrido sobremanera. Divorciarse no es nada fácil y en muchas ocasiones resulta una experiencia traumática y compleja, de la cual, en la mayoría de los casos, se logra salir airosos y superarla no sin grandes esfuerzos y empeños.

La decisión del divorcio de los cónyuges no sólo tiene una repercusión directa sobre los componentes del sistema familiar nuclear, sino también sobre el sistema familiar de origen de cada cónyuge separado, sobre el sistema social de anclaje: amigos, trabajos, grupos sociales donde se intervenga, etc… y desde una perspectiva sistémica y ecológica sobre la comunidad de vecinos, el barrio, etc.

El divorcio genera cambios en todos los miembros de la familia, tanto en sus aspectos más íntimos así como en los externos. Los sentimientos de tristeza, rabia, culpa y alivio son propios de este proceso. Los cambios abarcan desde cambios, geográficos (mudanzas de lugar de residencia de uno o ambos progenitores), económicos (el ingreso familiar merma como consecuencia de tener que subsistir ahora dos familias, no pudiendo mantenerse la mayoría de las veces el nivel de vida anterior al divorcio) y sociales (se modifican a su vez las redes de apoyo de la familia, cambios de escuela, actividades deportivas, lugares de ocio, etc.). Los progenitores tienen una difícil tarea como es lograr una adecuada separación como cónyuges pero a su vez unión en el ejercicio de su co-parentalidad (ejercicio conjunto de sus funciones parentales). Pueden divorciarse como matrimonio pero no como padres. Estos cambios generan un elevado grado de estrés para niños y adultos.

EL SISTEMA FAMILIAR:

Este Sistema Familiar viene construido a su vez por un conjunto de

subsistemas en interacción. Los tres grandes subsistemas que interactúan en el sistema familiar son:

- Subsistema Conyugal (1)

- Subsistema Parental (2)

- Subsistema Fraternal (3)

El divorcio de los cónyuges lo que pretende es la disolución del subsistema conyugal, manteniendo los subsistemas parental y fraternal. Se pretende seguir siendo padres de los hijos y hermanos de los hermanos, aunque no se conviva con los dos padres bajo el mismo techo y no haya encuentros, contactos e interacciones comunicativas entre todos los miembros de lo que fue el sistema familiar creado y que el divorcio de los padres desorganiza.

TIPOS DE DIVORCIO:

En el divorcio como etapa del ciclo vital encontramos: peleas desacuerdos entre los ex-cónyuges sólo en una primera fase, pero se mantiene el cuidado y la preservación de los hijos. Existe también dolor frente a las pérdidas que produce la separación, pero se sabe y se reconocen las responsabilidades entre las partes. A pesar de que el vínculo conyugal queda disuelto, las funciones parentales se mantienen en armonía.

Los intermediarios no son litigantes, sino que pueden ser amigos o familiares.

Hay poca involucración de los miembros de las familias de origen,

siendo los límites con el mundo externo claros. Los miembros de la pareja reconocen su propia responsabilidad en los problemas y conflictos.

Es parte del ciclo vital, ya que éste se interrumpe o disloca, produciendo en la familia un desequilibrio profundo que se asocia con cambios y pérdidas. El divorcio, puede llevar a los miembros de la pareja a un duelo, debido a que se pierde un objeto de amor y esto puede acarrear dolor (se produce la muerte de una relación, muerte de un proyecto de vida). Las relaciones de ambos padres con sus hijos suele verse afectada. Un padre puede verse separado de los niños. El padre o madre divorciado no es un padre soltero/a, tiene obligaciones parentales a pesar del divorcio, ya que sólo se divorcia de su cónyuge y no de sus hijos.

En cambio, en el divorcio destructivo o difícil nos encontramos con:

litigios permanentes, gran competencia por ganar y denigrar a la otra parte, se buscan culpables y cómplices (en vez de reconocer las mutuas responsabilidades),descuidando y desprotegiendo a los hijos. Los adultos no protegen ni cuidan a sus hijos del conflicto que se produce y de la desorganización familiar.

Hay adultos que llegan a reclutar a sus propios hijos para que tomen partido en esta "disputa"; o bien se desligan de sus responsabilidades, ya sea en el área de la educación o en la crianza de los niños. Otros no cumplen sus tareas parentales.

Las peleas y desacuerdos son permanentes. Hay intermediarios litigantes.

El contexto que rodea a la familia es el judicial. Además se produce una sobre involucración de los miembros de las familias de origen u otras personas, haciendo que los límites con el exterior sean difusos. No se reconoce la propia responsabilidad en el conflicto, otorgándola a algún ente externo, como un tercero o la propia pareja. Se produce una búsqueda continua de culpables y cómplices. La pareja, o uno de ellos, mantiene la lucha al servicio de continuar unidos a través de la pelea. La relación que mantienen y se privilegia es la de litigio. La violencia física y/o psicológica nunca deja de estar presente.

LA RESPUESTA DEL NIÑO

Ante la amenaza de disolución del matrimonio, en el niño deben producirse alguna clase de procesos adaptativos similares a los que surgen frente al maltrato sexual o físico y el abandono.

El niño que construye atribuciones causales viéndose a sí mismo como causa del conflicto, seguramente va a experimentar más estrés que el niño que atribuye el conflicto a uno de los padres o a otras causas.

Una vez identificada la causa del conflicto deberán producirse atribuciones de responsabilidad de alto contenido emocional. Si el niño asume que la responsabilidad por el conflicto es suya, seguramente va a sentirse avergonzado y culpable y ello debe incidir en su autoestima. Si asume que uno de los padres es el responsable deberán producirse sentimientos de rabia. Y la tarea de resolver adecuadamente los efectos de semejante situación resultará especialmente difícil si el niño se halla en una etapa de pensamiento egocéntrico, cuando todavía no puede comprender que tal ambivalencia es posible.

La respuesta del niño ante el conflicto interparental suele estar influida por sus creencias y expectativas en relación con la eficiencia de los mecanismos disponibles para enfrentar la situación. Las estrategias normalmente empleadas por el niño han sido consideradas como resguardos importantes para disminuir el impacto de la situación y clasificadas en dos variedades: las estrategias centradas en el problema y las centradas en la respuesta emocional.

Las estrategias del primer tipo representan intentos que el niño hace para alterar la situación, interviniendo directamente en el conflicto parental. Las del segundo tipo no intentan cambiar la situación y más bien están dirigidas a regular la respuesta emocional; generalmente se producen cuando el niño descubre que la intervención directa no tiene éxito. En el camino hacia la búsqueda de una estrategia efectiva el niño suele seguir un proceso de tres etapas que se inicia con perturbaciones agudas, sigue con apatía o depresión y luego una pérdida de interés en los padres. Sea cual fuere el resultado de los intentos del niño y dependiendo de su nivel de madurez cognitiva, lo más probable es que el empleo de una estrategia equivocada produzca en él la sensación de ineptitud para lidiar con situaciones semejantes en el futuro inmediato. Pero si la estrategia tiene éxito, es muy seguro que sea mantenida como alternativa funcional, aun cuando desde el punto de vista de la familia la misma represente una verdadera desadaptación conductual.

Los mecanismos mediante los cuales los desajustes presentes en la pareja afectan a los hijos tienen la forma de esquematizaciones teóricas según las cuales el conflicto, y no la separación, es el responsable de serios efectos patogénicos a largo plazo, muy especialmente cuando la situación conflictiva es prolongada y asume condiciones de hostilidad muy definida en la pareja. Según la literatura especializada, algunas características asignables a los niños que soportan conflictos maritales pueden reducirse a las siguientes:

a) la consecuencia conductual más notable en el niño es la pérdida del control.

b) las respuestas conductuales suelen ser más agudas en los varones que en las mujeres y la explicación que se ofrece es que, ante una situación estresante, los varones responden con agresión, mientras las mujeres suelen inhibir su respuesta.

c) la edad del niño modifica el tipo de reacción afectiva y conductual que se produce ante el conflicto.

d) una buena relación al menos con uno de los progenitores parece atenuar parcialmente los efectos negativos del conflicto;

e) los niños que viven en familias donde uno de los padres sufre de perturbaciones

psicológicas enfrentan un mayor riesgo de problemas conductuales.

f) las separaciones que se producen antes de los cinco años suelen producir los peores efectos.

g) siendo la madre la fuente de apego primaria para el niño, la separación de la figura materna se considera la más perjudicial.

REACCIÓN DE LOS HIJOS DE DIFERENTES EDADES:

Entre los 3 y 5 años:

Es común que los niños pequeños esperen

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