Los Modelos En Psicología Clinica
Arye181625 de Junio de 2013
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Los Modelos en Psicologia Clinica.
La declaración conceptual de asumir a la Psicología Clínica como Rama Aplicada de la Psicología tiene implicaciones no sólo para la práctica profesional, sino para la elaboración teórica.
Es cierto que el clínico está obligado a dar respuesta a los innumerables problemas que le proponen las personas que vienen en busca de su “ayuda“, y en este sentido su quehacer es práctico, aplicado, tal y como refiere la definición. Pero ninguna práctica sin teoría que la sustente puede ser eficiente, estaría condenada al constante ensayo-error a la improvisación, al abuso de la empiria y la intuición. Mas aún, es inevitable que el propio profesional que hace uso indiscriminado de la práctica, en aras de la rápida solución útil (¿pragmatismo?), con el paso del tiempo va sistematizando sus ideas y arribando a conclusiones teóricas, aunque a veces implícitas y no reconocidas conscientemente, que intuitivamente orientan su práctica. En otras palabras, la teorización deviene, necesariamente, de manera inductiva del quehacer profesional. Por esta razón no es por gusto que se haya dicho que no hay mejor práctica que una buena teoría y que el psicólogo clínico no puede prescindir de una teoría que sirva de punto de referencia a su labor.
Todo el mundo quiere saber por qué las cosas ocurren. Las teorías científicas son creadas para organizar lo que sabemos y para explicar lo que ello significa. Las teorías nunca son completas porque existen diferentes niveles de lo que conocemos y porque siempre hay algunas piezas que faltan en nuestro conocimiento. Sin embargo, incluso una teoría incompleta es útil si nos ofrece una perspectiva para examinar la información que tenemos. Una buena teoría también ayudaría a decidir que nuevas informaciones necesitamos”
Y mas adelante:
“Es también importante señalar que las teorías no son estáticas,... nuevos hechos ejercen su influencia sobre teorías existentes”
En cualquier caso, asumir que la Psicología Clínica es una rama aplicada de la Psicología presupone asumir no solo una práctica solucionadora de los problemas, o al menos optimizadora de la calidad de vida de los personas, sino que implica una “práctica científica” es decir sustentada en un MODELO de la Psicología que sirva de fundamento conceptual y metodológico a esta práctica. Y ¿qué es un modelo?, si apelamos al Diccionario, al aspecto semántico del término, nos encontramos que aparecen diversas acepciones que pueden tener una importante significación en la práctica; enunciemos algunas de ellas para retomarlas en nuestra reflexión:
• ....Objeto que se reproduce imitándolo.
• ... Representación en pequeña escala.
• ... Personas o cosas dignas de ser imitadas.
• ... Perfecto en su género.
Acorde a las anteriores suposiciones.
Un modelo puede ser el referencial teórico al cual un profesional se adscribe, tratando de “imitar” sus principales postulados e incorporarlos a su práctica profesional porque los encuentra creíbles y válidos, y por ende dignos de ser imitados. Mas aún si el profesional asume que este referencial es “perfecto”, entonces asumirá fielmente, con carácter de credo (¿dogma?) sus postulados y solo dará valor profesional y científico a lo que dimane de los mismos.
Es el otro extremo estaría el asumir el modelo como una representación en pequeña escala de los aspectos esenciales del referencial teórico al que se adscribe el profesional, lo que daría al mismo una mayor flexibilidad no sólo en cuanto a su aplicación, sino en cuanto a la posibilidad de incorporar aspectos útiles y válidos de otros modelos. Es este el punto de vista que asume Bernsteín (1989, pag. 99) cuando refiere:
“Nos referimos a ellos como modelos debido a que ofrecen descripciones a pequeña escala de las formas en que varios pensadores han abordado el tema de la conducta humana en general y la Psicología Clínica en particular”.
El disponer de un modelo conceptual, que oriente la práctica profesional, tiene en primer lugar la ventaja de la sistematización, tanto de las categorías esenciales como de los procedimientos metodológicos que guíen dicha práctica profesional, con lo que, como decíamos al inicio del presente epígrafe, se le cierran las puertas a la improvisación. No obstante sistematizar no quiere decir “estatificar”, sino que implica la flexibilidad, la capacidad de ver el objeto desde diferentes aristas y dejando abierta la posibilidad de numerosas explicaciones alternativas a lo que no es del todo coherente con lo postulado por el modelo.
A modo de comentario suponga el lector las diferencias que existen entre contemplar una imagen sacra que se exhibe en una urna, empotrada en la pared, cubierta por un cristal y con una iluminación permanente, y contemplar una escultura que se exhibe en el centro de la sala de un museo, que puede ser contemplada desde diferentes ángulos incluido la planta superior del inmueble, que está iluminada por una claraboya que permite el paso de la luz natural en sus diferentes gradientes a lo largo del día y que incluso -¡hipotéticamente, porque en los museos, no se toca!- puede ser palpado por el observador. La visión a la que se arriba en el segundo caso es mucho mas completa y acorde a la realidad que la primera,... de igual manera un modelo resultará mucho mas eficaz cuando tiene un mayor grado de flexibilidad que la permite ver diferentes aristas al mismo tiempo que le permita no perder de vista los aspectos esenciales de su objeto.
Sistematizar la comprensión del objeto de estudio, y los procedimientos de intervención, presupone poner orden en la multiplicidad de información y en la multiplicidad de acciones concretas a implementar, implica elegir algunos aspectos del funcionamiento humano –esenciales a juicio del profesional– y devaluar otros –no esenciales acorde al modelo-. El concepto de “modelo” aparece también en la literatura con una similar expresión, paradigma, que se concibe como una serie de presupuestos básicos que en su conjunto definen como conceptualizar, estudiar, recoger e interpretar datos, e incluso pensar sobre un asunto particular.
Al plasmarse esta sistematización en un “lenguaje“ común, se viabiliza la comunicación entre profesionales, lo que a la vez permite la polémica sobre aspectos esenciales y la posibilidad de expansión y enriquecimiento del modelo. Sistematizar también implica darse cuenta de que las personas no son conceptos y que estos últimos asumen las mas diversas formas de expresión en los individuos concretas, de ahí que sea necesaria la suficiente flexibilidad para “ajustar los conceptos a las personas” y no las personas a los conceptos.
Lo anterior puede ser ejemplificado con claridad a través de la leyenda de la “cama de Procusto“ quien, con la presuposición teórica implícita de una única medida de estatura, colocaba a sus prisioneros en una cama con medidas previamente concebidas,... a los que sobrepasaran dichas medidas les mutilaban las partes sobrantes y a los que eran mas pequeños se les “estiraba” hasta que llegaran a las medidas preestablecidas,...algo similar ocurre con un uso dogmático del modelo. A modo de moraleja, el propio Procusto fue ajusticiado con procedimientos similares.
Como puede resultar fácil apreciar, las mismas ventajas de los modelos se pueden convertir en sus insuficiencias si no se adopta una cosmovisión flexible: Si la sistematización implica la magnificación de unos pocos conceptos y puntos de vista, la rigidez asumida presupondrá una pobreza de criterios y no permitirá en modo alguno la apertura a nuevas formas de comprender la realidad ni a ideas y modos de hacer novedosos y potencialmente valiosos. En el mismo sentido, cual el comentario sobre la “cama de Procusto”, la intervención psicológica se hará de manera cada vez mas automática y despersonalizada, cual si en vez de personas -únicas e irrepetibles- se trabajara con cosas –iguales y replicables- sin darle opciones a otros puntos de vista.
De igual manera, la magnificación de un modelo, al creerlo “perfecto” será un enorme obstáculo para la comunicación con otros profesionales que basen su quehacer en otros modelos, pues conducirá a un único lenguaje casi siempre elitista y autosuficiente, sin cuyo uso no seria posible la reciproca comunicación y enriquecimiento mutuo.
“Afortunadamente, la mayoría de los problemas asociados con la adopción de los modelos clínicos se pueden reducir de manera significativa al listar el compromiso apasionado que fomenta la rigidez conceptual, la inflexibilidad conductual y la miopía semántica. Bernstein, (p.62)
Como puede apreciarse, estar consciente de los alcances y limitaciones de un modelo, por ende, no pretende su negación sino todo lo contrario. Su uso, cual herramienta flexible que permite un sólido sostén conceptual abierto a cualquier variación o modificación que pueda enriquecer el quehacer profesional, resulta de enorme valor para el psicólogo clínico.
A partir de estas consideraciones, podemos señalar que en la Psicología en general, y no sólo la Clínica en particular, se han desarrollado tres grandes Modelos, pero que -aunque los mas generales- en modo alguno deben verse como entidades únicas ni acabados, pues cada uno de ellos incluye variaciones y replanteamientos que preuponen incluso la contaminación entre ellos, aunque en lo esencial tienen características
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