“Los idiomas del aprendiente”
NoeliaivanaResumen4 de Septiembre de 2015
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Alicia Fernández, “Los idiomas del aprendiente”
CAPÍTULO I - ¿FRACASO ESCOLAR?
Muchas veces los profesionales de la educación somos responsables de un “crimen” similar al de confundir a un desnutrido con un anoréxico sólo porque ambos están mal alimentados. Un desnutrido no come, un anoréxico tampoco, pero las causas son completamente diferentes, por lo que las soluciones también deberían serlo.
El fracaso escolar responde a dos órdenes de causas que se hallan imbricados en la historia de un sujeto propios de la estructura familiar e individual del que fracasa en aprender, y propios al sistema escolar, siendo estos últimos los determinantes. Es preciso no confundir los fracasos escolares (desnutrición de conocimiento) con los problemas de aprendizaje (anorexia del conocimiento).
El fracaso escolar puede intervenir como factor desencadenante de un problema de aprendizaje. En las situaciones de fracaso escolar, la modalidad de aprendizaje del sujeto no se patologiza, cuando se constituye un problema de aprendizaje (inhibición cognitiva o síntoma), la modalidad de aprendizaje se altera.
Para resolver el fracaso escolar del alumno debemos intervenir en el contexto que lo priva de un espacio de autoría de pensamiento, debemos intervenir en el sistema enseñante.
En el aprendizaje escolar se refleja toda la cinámica social y familiar. Será nuestra labor, saber escuchar y mirar, más allá y más acá de lo que se muestra. Se diferencian situaciones que se muestran cómo no-aprendizaje, respondiendo a diversas causas: fracaso escolar, problemas de aprendizaje del orden del síntoma, inhibición cognitiva, oligotimia, basada sobre una estructura psicótica.
En el fracaso escolar el alumno muestra que no aprende, la patología está instalada en las modalidades de enseñanza de la escuela.
La psicopedagogía se dirige a la relación entre la modalidad enseñante de la escuela y la modalidad de aprendizaje de cada alumno, y a éste como aprendiente y enseñante en su grupo de pares.
La intervención psicopedagógica en las escuelas debe dirigir su mirada simultáneamente a seis instancias: al sujeto aprendiente, al sujeto enseñante, a la relación del profesor con su grupo y sus alumnos, a la modalidad de aprendizaje del profesor y a su modalidad de enseñanza, al grupo de pares, y al sistema educativo como un todo.
CAPITULO II: SUJETO AUTOR
Sujeto autor:
En la década de 1960 se constató que niños y niñas (diagnosticados erróneamente, en algunos casos) presentaban fracaso escolar o trastornos de aprendizaje sin padecer de ningún trastorno neurológico, funcional ni déficit cognitivo. Ofreciéndoles un cambio en el modo de enseñar de sus maestros, algunos de estos niños/as lograban aprender.
El trabajo del psicopedagogo estaba dirigido a abrir espacios de reflexión con los maestros para que ellos pudieran realizar cambios de posicionamiento subjetivo que redundaran en lo pedagógico. Esos cambios pueden darse en dos direcciones: hacia sí mismos para recuperar el propio placer de aprender y desde allí modificar la modalidad de enseñanza. Hacia sus alumnos para invertirlos del carácter de sujetos pensantes, capaces de aprender.
Aun modificando el espacio educativo-escolar, otros niños continuaban con el trastorno de aprendizaje entonces se profundizaba y extendía el análisis hacia la historia del niño y su familia.
Se estableció una diferencia entre el fracaso en el aprendizaje, anclado en el sistema educativo, por lo que se prefirió llamar fracaso escolar y el fracaso en el aprendizaje anclado en el niño y su medio familiar.
Se comprobó que realizando intervenciones psicopedagógicas clínicas, tendientes en la resignificación de la modalidad de aprendizaje del niño y a la modificación de los posicionamientos enseñantes de los padres, se podía superar completamente el problema el problema que habían manifestado.
Enseñante- aprendiente
Los términos enseñante y aprendiente, no son equivalentes a alumno y profesor. Estos últimos hace referencia a lugares objetivos en un dispositivo pedagógico, mientras que los primeros indican un modo subjetivo de situarse. Posicionamiento que si bien se relaciona con las experiencias que el medio le provea al sujeto (no está determinado por ellas).
Los estudios de pedagogía que trabajan con la relación alumno-profesor asi como los de psicología y psicoanálisis sobre la relación padres- hijos, son herramientas que no alcanzan para dar cuenta de los posicionamientos singulares ante el conocer y el aprender. A un niño, niña, mujer, hombre se los puede mirar en cuanto los lugares que ocupan de hijo o hija, alumno/a , hermano/a, padre o madres, esposo o esposa…
Teniendo en cuenta algún aspecto de los posicionamientos subjetivos, se los puede mirar en todos los lugares objetivos que ocupen desde diferentes ópticas:
- En cuanto sujeto epistémico (Piaget)
- En cuanto sujeto deseante (psicoanálisis)
- En cuanto sujeto aprendiente- enseñante- sujeto autor (psicopedagogía)
Desde la psicopedagogía, cuando no habíamos sistematizado aun un nuevo lugar para mirar a los jóvenes y a las personas en general que no fuera el de sujeto epistémico o el deseante. Finalizaban absorbidos por el modelo medico hegemónico y las técnicas de reeducación. Era necesario abrir un modelo para pensar al niño/a diferente a los lugares hijo/a y alumno/a y diferente a su vez al análisis del sujeto deseante que nos aporta el psicoanálisis o del sujeto epistémico.
Los movimientos que llamaremos aprendiente y enseñante como posiciones subjetivas en relación con el conocimiento. Tales posicionamientos (aprendiente- enseñante) pueden ser simultaneizanbles y están presentes en todo vínculo (padre-hijos, amigo- amigo, alumno- profesor…). Solo quien se posiciona como enseñante podrá aprender y quien como aprendiente podrá enseñar.
Contamos con una pedagogía con la relación alumno- profesor. Con la epistemología genética que nos habla de un sujeto del conocimiento, sujeto epistémico que construye sus estructuras cognitivas. Con el psicoanálisis que al dar cuenta del sujeto deseante nos permitirá ir mas allá de lo que de lo que pretende la lógica. También aporta cuestiones para el esclarecimiento de los aspectos inconscientes y transferenciales en el aprendizaje. También con desarrollos de la antropología, estructuralismo, la lingüística y la historia que nos permiten pensar al alumno haciendo- haciéndose en/a las culturas.
Pero la psicopedagogía necesita definir su propio sujeto, yo defino como sujeto propio de la psicopedagogía al enseñante-aprendiente. Es decir, al sujeto de la autoría de pensamiento. El psicopedagogo podrá definir mejor su rol en relación con la escuela, la familia y con el medio social, percibiendo la necesidad de su intervención con los medios de comunicación.
En la escuela el psicopedagogo puede trabajar sin sustituir al pedagogo, incluyendo otro modo de mirar, que consiste en leer en los alumnos y profesores las posiciones enseñantes y aprendientes.
La intervención psicopedagógica se dirige a los posicionamientos enseñantes y aprendientes en cualquier vínculo: los hijos en relación con los padres, los padres en relación con los hijos, el espeso en relación con el hermano y los medios de comunicación como enseñantes.
Sujeto aprendiente
Se piensa al sujeto aprendiente como aquella articulación que van armando el sujeto cognoscente y el sujeto deseante, sobre el organismo heredado construyendo un cuerpo en relación con otro y con a otros. El concepto de sujeto aprendiente se construye a partir de su relación con el de sujeto enseñante ya que son dos posiciones subjetivas presentes en una misma persona. Para realizar un buen aprendizaje es necesario conectarse más con el posicionamiento enseñante. El aprendiente se sitúa en la articulación de la información, el conocer y el saber pero particularmente entre el conocer y el saber.
Aprender es ir desde el saber, a apropiarse de una información dada, a partir de la construcción de conocimientos. Proceso en el cual intervienen inteligencia y deseo.
La psicopedagogía dirige su mirar a la interrelación entre conocer y saber. El objeto de la psicopedagogía son los posicionamientos enseñantes y aprendientes, y la intersección problemática (nunca armónica) pero necesaria entre el conocer y el saber.
El sujeto aprendiente se sitúa en diversos “entres” que a su vez lo construye como lugares de producción y lugares transicionales.
“Entres”:
Entre la responsabilidad que el conocer exige y la energía deseante que surge del desconocer insistente.
Entre la certeza y la duda.
Entre el jugar y el trabajar.
Entre el sujeto deseante y el cognoscente.
Entre el sujeto del deseo del otro y ser autor de su propia historia.
Entre la tristeza y la alegría.
Entre los límites y la transgresión.
El “entre” que se construye entre el sujeto aprendiente del aprendiente y el sujeto enseñante del enseñante es un espacio de producción de diferencias.
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