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Mas Allá Del Ego


Enviado por   •  17 de Julio de 2015  •  9.925 Palabras (40 Páginas)  •  405 Visitas

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Introducción

Más allá del ego reúne los trabajos de los investigadores más importantes en este nuevo campo. Enfrentándose con los dominios tradicionales de la psicología, se extienden hasta las nuevas fronteras de la percepción, la meditación y el crecimiento. Todo ello con una permanente referencia a la nueva psicoterapia.

Más allá del ego ofrece una visión en profundidad del lugar que el hombre ocupa en un mundo interconectado e interdependiente. Es un conjunto de ensayos, a la vez teóricos y prácticos, centrados sobre la escasamente investigada capacidad de trascender, más allá de las limitaciones que nos autoimponemos.

Muchos psicólogos transpersonales —incluyendo a Ken Wilber y Stan Grof, que se encuentran entre quienes han ejercido una mayor influencia— consideran como el objetivo de la terapia (o por lo menos como la más alta cumbre de la misma) el acceso a los llamados «reinos transpersonales», que comprenden las vivencias de unidad con el cosmos que Maslow llamó «experiencias cumbre». Stan Grof llega a incluir dentro de los reinos en cuestión (y por ende del objetivo de la terapia) las «experiencias ilusorias» de previas reencarnaciones, arquetipos divinos, etc. Aquí se propone una psicología transpersonal, pues no considera que el acceso a los reinos transpersonales sea el objetivo de la terapia; éste sólo puede consistir en la superación de la valorización delusoria o sobrevaluación que nos hace tomar lo relativo como absoluto, lo ilusorio como verdadero, lo puesto como dado, lo interdependiente como independiente.

Desarrollo

Ken Wilber habla de tres niveles básicos de experiencia, que son: El del ego; El existencial, y El mental. Dando continuidad a la obsesión de Maslow con las indefinidas «experiencias pico», Grof parece creer que la psicoterapia (en un sentido amplio del término) tiene su resultado óptimo cuando desemboca en experiencias del reino transpersonal, mientras que Wilber identifica la liberación individual (o sea, lo que aquí designaré como Suprema Cordura) con una «comprensión del nivel mental» Y un error análogo parece encontrarse en casi todos los otros psicólogos transpersonales.

Wilber, Ken, habla de «liberación», cuyo equivalente sánscrito (moksha; mukti) indica la realización en varias tradiciones hinduistas, mientras que su equivalente tibetano expresa la realización propia del budismo hinayana (uno mismo se libera del sufrimiento). «Iluminación», en cambio, expresa la realización de las formas mahayana, vajrayana y atiyana de budismo (que aspiran a liberar a todos los seres).

Sin embargo, Freud pensó que la "salud mental" consistía en un buen funcionamiento egoico; o sea, en la acción efectiva de los mecanismos "represivos", que nos permiten evadir el dolor causado por el funcionamiento en términos de un ego y reprimir los contenidos "ego-asintónicos" (los aspectos de nosotros mismos que contradicen nuestra autoimagen). La salud consistía en adaptarse a la sociedad, sin importar que esta última estuviera enferma: la "salud" era la adaptación a una enfermedad, o lo que es lo mismo, el contraer una patología generalizada. El ideal era el óptimo funcionamiento de los mecanismos psicológicos que nos permiten "creernos el cuento" que tenemos que creernos para estar motivados por los incentivos que ofrece el Establecimiento y ser como los demás individuos humanos, sin sufrir «anormalmente» por ello. Además, el análisis freudiano hacía aumentar la preocupación del individuo consigo mismo, que es lo que constituye la fuente del sufrimiento y de toda neurosis.

Freud daba un primer paso hacia el encuentro con el dolor y la angustia primordiales, comparable al que había dado Søren Kierkegaard en el campo de la filosofía, aunque jamás propuso que para alcanzar una mayor autenticidad fuera necesario vivir siempre en la Angst: su objetivo era, por el contrario, optimar el funcionamiento de los mecanismos que nos permiten evadir el sufrimiento. Lo que aquí propongo no es vivir en el dolor (como en Kierkegaard y los existencialistas) sino reencontrarlo para poder usarlo como «trampolín» hacia la Suprema Cordura.

En términos del esquema freudiano, el «superyó» debía controlar al “ello”a fin de producir y mantener un “yo” bien adaptado y capaz de controlar las pasiones y los instintos que lo afectaban; en otras palabras, los mecanismos «subconscientes» debían, en la medida de lo posible, permitir al “consciente” controlar el «inconsciente», impidiendo que los “impulsos”asociados a éste dirigiesen la conducta del individuo y lo hicieran traicionar sus aspiraciones, ideales y objetivos «conscientes».

El eje del control social es la «represión» interna del individuo, cuya base es lo que Freud llamó «superyó» y que David Cooper explicó como una constelación jerarquizada de «otros internalizados». El otro más importante en el superyó es el otro original, quien por lo general es la madre —aunque luego las opiniones y puntos de vista de otros pueden ser colocados en posiciones de mayor importancia que los de la madre u otro original—. En todo caso, una vez constituido el superyó, sólo podemos vernos a nosotros mismos con los ojos de los otros internalizados. Jung llamó sombra; que, siguiendo el concepto freudiano de «fantasías inconscientes», Laing asimiló al de phantasía inconsciente, y que luego Cooper redefinió en términos muy similares al de la sombra en Jung— mientras que las miradas de admiración «esculpen» una positiva «autoimagen ideal» que corresponde, en la mayoría de los casos, al ideal de la sociedad, y que nos vemos impulsados a tratar de encarnar a fin de escapar del infierno en el que nos sumen las miradas culpabilizadoras.

En nuestros días, la mayoría no logra encarnar esa «imagen ideal», sino que desarrolla un ego, identidad consciente o autoimagen habitual, adaptado en lo posible a la sociedad, que se encontrará entre los extremos representados por la imagen oscura y negativa y la autoimagen ideal, más cerca de la una o de la otra en la medida en la que los otros significativos —externos e internalizados— vean al individuo en mayor medida como la una o como la otra.

En la medida en la que negamos ser la ilusoria imagen oscura y negativa, y nos hacemos autoimagen positiva/ideal o autoimagen habitual, nos afirmamos como ilusoria imagen oscura y negativa que debe ser negada, poniéndonos así bajo el poder de esa fuente de mal que es la ilusoria imagen oscura y negativa por lo que, al hacernos la imagen oscura y negativa, a

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