Mi Primer Ensayo.

“Y e s que sin tu boca

tengo la excusa perfecta para morirme de hambre,

y que de nada me sirven ya

las veintinueve maneras que aprendí

de decirte te quiero sin palabras,

ni este duro dejar de fumar

para vivir más tiempo observándote.

Supongo que lo único que puedo hacer

ahora que siempre es de noche en tus pupilas

es fumarme este cigarro que guardaba

para morirme otro poquito más sin ti.”

-P. Vallejo.

Bendigo todas esas noches

donde pegamos nuestras pupilas

a ese aparato que es testigo y cómplice

de lo mucho que nos queremos

de lo mucho que duele decir “te quiero”

sin obtener respuesta, que la noche sea muda,

y el insomnio tan cruel.

Que su superficie sea tan fría y el amor

tan cabrón.

Me fascina la manera de como adornamos

este amor con palabras

que no escuchan los demás,

como enamoramos a nuestros ojos

a nuestro pecho y a nuestros labios

con aquellas promesas

de algún día encontrarnos.

Es extraordinaria la calidad

que tienen nuestros versos

para sonrojar a la madrugada

para mandar a dormir al insomnio

y que sueñe con nosotros.

Me encanta ese talento tuyo y mío

para hacer que las horas y minutos

se recuesten en nuestro pecho

susurrando todas nuestras posibilidades

y que así pasen lento,

sin quitarnos la mirada de encima,

tampoco el suspiro.

Y ahora fumo.

Imposible que entre en mí pecho

toda esta madrugada

...