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Monografía de Psicología General

Wendy Advíncula LizanoMonografía11 de Octubre de 2015

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“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”

[pic 1]   UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL SUR

Facultad de Medicina Humana

PROYECTO:       Monografía de Psicología General

TEMA:                 El Optimismo

CURSO:              Psicología General

ESTUDIANTES: Advíncula, Wendy

       Alaba, Thalia

       Bracamonte, Andrea

       Chipana, Rosario 

PROFESORA:    Elizabeth Paucar

2015-1

Índice

  1. Introducción
  2. Objetivos
  3. Marco Teórico
  1. ¿Qué es el optimismo?
  2. Tipos de optimismo
  3. Según autores consultados
  4. Optimismo en relación al rendimiento académico
  1. Análisis
  2. Aporte personal
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

INTRODUCCIÓN

Optimismo proviene del latín "optimum": "lo mejor". Fue usado por primera vez para referirse a la doctrina sostenida por el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz en su obra Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal(Ámsterdam, 1710), según la cual el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles. Una postura parecida es sostenida con distintos matices por los filósofos William Godwin, Ralph Waldo Emerson y Friedrich Nietzsche. Por otra parte, el espíritu de algunos movimientos espirituales, como el Renacimiento y la Ilustración, fue identificado como optimista y lleno de fe en el hombre y sus posibilidades, frente a épocas opuestas y pesimistas como la Edad Media y el Barroco.

Comúnmente se cree que Voltaire fue el primero en usar la palabra optimismo en 1759, como subtítulo a su cuento filosófico Cándido (en el que se burla en casi cada página de la idea de Leibniz). Ciertamente Voltaire fue el primer personaje famoso que usó aquella palabra en el siglo XVIII y quizá también el que la popularizó; no fue, sin embargo, su inventor. El término "optimismo" aparece por primera vez, en francés (“optimisme”), en una reseña de la Teodicea publicada en el magazín de los jesuitas franceses Journal de Trévoux, en 1737. Ese mismo año, el filósofo y matemático suizo Jean-Pierre de Crousaz repitió la palabra en un examen crítico del Ensayo sobre el hombrede Alexander Pope. Aquellos primeros usos, como el posterior de Voltaire, fueron burlones. En 1752, el Dictionnaire universel de Trévoux aprueba el término; diez años después, la Academia francesa lo incluye por primera vez en su Dictionnaire. El término es usado por primera vez en inglés ("optimismo") en 1743 por el británico William Warburton, en una respuesta al examen de Crousaz arriba mencionado. Por su parte, los primeros en usar el término en alemán ("Optimismus") fueron Gotthold Ephraim Lessing y Moses Mendelssohn, en su escrito Pope: ¡un metafísico! de 1755.


EL OPTIMISMO

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir. 

Por ejemplo: “El optimismo tiene una estrecha relación con la esperanza”:

El optimismo presenta una íntima relación con la esperanza porque al igual que esta existe en quien dispone tanto de esperanza como de optimismo, la sólida expectativa que aquello que se espera o planea saldrá en definitivas muy bien a pesar que antes haya que superar obstáculos o contratiempos. Aún más, algunos creen que el optimismo surge precisamente de la superación de ese camino sinuoso y problemático, que una vez superado hace a la persona fuerte y capaz de poder superar todo tan solo con una actitud positiva ante la vida

        

Se entiende por optimismo la inclinación de los individuos a esperar resultados favorables y positivos de la vida, siendo un aspecto que se encuentra profundamente ligado al bienestar psicológico y físico de los sujetos; por consiguiente se puede decir que es un aspecto de la personalidad que determinará el bienestar subjetivo del individuo

Además, este concepto se relaciona con la estructuración de un plan de vida realista en el que se enfrentan positivamente las situaciones que se están viviendo. Se plantea también que una persona que presenta mayor optimismo reaccionará con menor negación y mayor compromiso frente a situaciones adversas.

Otro aspecto del optimismo es que se plantea que reduce el stress psicológico, ya que éste se relaciona con estrategias de enfrentamiento más efectivas. Estas estrategias corresponderían a esfuerzos conductuales y cognitivos, usados por los individuos, para alcanzar un mayor ajuste frente a las demandas internas y externas que se producen en situaciones de stress, serían un intento por cambiar las situaciones estresantes existiendo un fuerte compromiso de la persona optimista para resolver los problemas, diferenciándose del resto de las personas, especialmente de los pesimistas, que tienden a ignorar y a evadirse de los problemas.

Las personas optimistas son aquellas que esperan cosas positivas y poder enfrentar efectivamente el stress y desafíos de cada día. Los optimistas tienden a persistir con esfuerzos directos para lograr sus metas.

Se planta que las personas optimistas enfrentan de mejor manera la adversidad, que al enfrentarse a situaciones adversas tratan de rescatar lo positivo de éstas y de aceptarlas, que en general mantienen mejores expectativas frente al futuro y piensan que con su trabajo y actitud positiva vivirán exitosamente, y además aceptan las cosas y situaciones a las que se enfrentan, pero que no pueden cambiar y enfocan sus esfuerzos de superación sobre los aspectos de la vida que sí son susceptibles al cambio.

Al comparar la actitud de optimistas y pesimistas, se observa que los optimistas actúan y luego evalúan su desempeño, a diferencia de los pesimistas que están constantemente evaluando su accionar y tienen expectativas más negativas sobre el futuro . Además, los optimistas tienen mayor ánimo positivo, mientras que los pesimistas tienen mayor ánimo negativo en presencia de problemas que sean estresantes o después de un cambio estresante en la vida. Los optimistas experimentan las interacciones interpersonales más positivamente que los pesimistas.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por toda nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro. 

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia. 

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo. 

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará tarde o temprano- al fracaso. 

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir. 

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