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Op-art y gestalt

Hector Gonzalez RomoEnsayo19 de Agosto de 2016

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE AGUASCALIENTES

CENTRO DE LAS ARTES Y LA CULTURA

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DEL ARTE Y GESTIÓN CULTURAL

LIC.CIENCIAS DEL ARTE Y GESTIÓN CULTURAL

 CUARTO SEMESTRE

 PSICOLOGÍA DEL ARTE

PROFR.  DAVID GUTIÉRREZ

 TRABAJO FINAL

ENSAYO:

 “LA TEORÍA DE LA GESTALT EN

LA CONFIGURACIÓN DEL OP-ART”

HÉCTOR OMAR GONZÁLEZ ROMO

08 DEJUNIO DEL 2016

INTRODUCCIÓN.

Desde la aparición de la psicología como ciencia, algunas de  sus doctrinas han sido el parteaguas para dar origen a  movimientos artísticos. Así, como el psicoanálisis fue el padre del surrealismo, la Gestalt, teoría surgida en Alemania y  que se centraba en el fenómeno de la percepción; dio origen al op-art (arte óptico).

Dicho movimiento, que se desarrollaría a partir de la mitad del siglo XX, tendría como principal impulsor a Víctor Vasarely, un artista húngaro  que supo cómo pocos  enlazar el arte con el fenómeno de la percepción, relacionando los principios gestálticos con su labor artística;  permitiéndonos poner a prueba la forma en que la vista capta la información visual y como se encuentra intrínsecamente ligada a las sensaciones.

No todo aquí se reduce a los fenómenos físicos y psicológicos de la percepción, sino que en este ensayo he pretendido abordar el papel de la teoría psicológica de la Gestalt, en la configuración de tan relevante movimiento artístico, manteniendo una relación entre el sistema gestáltico y las maneras en las que este contribuyó  en la obra del precursor del op-art: Víctor Vasarely.  

Además, resaltaremos algunas cuestiones teóricas-técnicas en las que entra en conjugación la relación mencionada. En este recorrido,  se realizará un ligero análisis algunas obras de este artista para poner en evidencia lo enunciado. Todo ello, para rescatar las influencias del op-art en la concepción de un arte que desborda los límites de lo bidimensional y la percepción;  y que sin duda se mantiene activo.

LA TEORÍA DE LA GESTALT EN LA CONFIGURACIÓN DEL OP-ART

En un mundo cargado de imágenes, la percepción es la herramienta primordial que nos permite interactuar con lo visual. Ante tantas distracciones, muchas veces nos hemos olvidado de prestar atención a las imágenes, darnos cuenta de que su composición va más allá de su contenido, y que su estructura es el medio que nos permite abordarlas profundamente.

El olvido de la capacidad de ver es una constante en nuestra vida cotidiana,  tal como lo afirma Rudolf Anheim: “Hemos desatendido el don de ver las cosas a través de nuestros sentidos”[1], y bajo esta afirmación se deduce que ocurre algo parecido con el arte, en donde los discursos construidos llenan la obra de palabras vanas, perdiendo la carga visual, esa que provoca en nosotros la capacidad de sentir. Es así que “el concepto parece divorciado del precepto, y el pensamiento se mueve entre abstracciones”[2].

Esta separación  supondría que los ojos sólo se reducen a herramientas que ven la realidad de una forma superficial, olvidando, cosa que coincido con el autor, que  “no es posible comunicar cosas visuales a través del lenguaje verbal”[3].  Lo visual habita en una región distinta de la apariencia;  y las emociones que este nos provoque, no pueden ser condicionadas por el lenguaje. Justamente aquí es donde entra la teoría de la Gestalt, quién nos permite entender que el arte posee sus propios preceptos, y que en este medio participan la vista y el cerebro, “transformando a los elementos percibidos en forma de configuraciones (gestalts) o totalidades”.[4] 

Es así, que debemos de entender a la imagen como una totalidad no separada del todo, sino como un gran mapa que se configura, a través de líneas, formas y color; con leyes que ceden a crear una coherencia visual.  Entonces, ver algo es un proceso complejo que implica asignarle varios valores a lo observado; Arnheim nos dice que “las diversas cualidades de las imágenes no son estáticas”[5], sino que podríamos entenderlas como un juego, en el cual  las diversas fuerzas cohabitan para asignarle la existencia a un objeto.  El objeto existe, en medida en que es observado, se configura en el espacio y se hace latente.

En gran medida, los sentidos también nos engañan, pero en ese autoengaño somos capaces de entender y configurar el mundo visual. El arte, ligado con la psicología entra como un emancipador que  nos ayuda a la creación de formas distintas, y por lo tanto a la actualización del lenguaje visual: “Todo gran artista da luz a un universo nuevo, en el que las cosas vulgares se parece como no se habían parecido antes a nadie”.[6] 

Quizás en esta concepción podemos ubicar a uno de los estilos artísticos  que más se acerca al pensamiento de la Gestalt: el “op-art”, movimiento que sin duda logró mirar el arte desde una perspectiva que iba más allá del significado, tal como lo hizo en sus tiempos la abstracción; pero considero yo, que el arte óptico rompió con el esquema de lo bidimensional para poner en evidencia la forma en la que la vista es engañada.

Las raíces de esta corriente artística, como muchas otras de la postguerra “parten de dos conceptos de concreción artística diferentes, surgen de las experimentaciones visuales de la Bauhaus y del constructivismo ruso”[7], manifestaciones que sin duda cambiaron la apreciación de lo que considerábamos arte, y que crearon una fusión de las distintas ramas artísticas. En este entorno experimental, el op-art tomó como base doctrinal a las leyes de la Gestalt “enunciadas por los psicólogos MaxWertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka en Alemania a principios del siglo XX”[8].  

La época de su surgimiento nos remite a “principios de los años sesenta”[9] inclinándose por la abstracción en contraposición al pop art  que se estaba volviendo tan popular.  Si bien, ambos se insertaron en la cultura de masas, también tendrían como punto en común “la firmeza a la expresión de emociones individuales”[10]. En contraposición a corrientes como la abstracción lírica, que abogaba por la expresión libre y expontánea, el op- art optó por la configuración predeterminada, utilizando como medios “profundidad, masa y movimiento[11].

Además,  esta  ideología artística,   “emplea la sintaxis de estructuras seriadas del constructivismo geométrico para hacer visibles los fenómenos de visión fisiológicos al observar, superficies de color de intensas vibraciones”.[12] La luz, el color y la forma, como fenómenos físicos  son plasmados en la obra, para despertar una reacción en el espectador,  a modo de ilusiones o impresiones ópticas.

Esto es explicado de acuerdo a la relación del  ojo con el objeto contemplado, “para toda relación espacial entre los objetos hay una distancia correcta que el ojo establece intuitivamente”[13],  por lo que  el cerebro transforma  esa información creando una sensibilidad  sobre el objeto capturado. Además, desde un enfoque empírico,  el acercamiento al objeto  viene determinado  por las experiencias visuales que se hayan tenido con él anteriormente, así como el contexto en el que se desarrolla el individuo.

Varios son los elementos que participan en este proceso, pero la luz y el color, son quienes le dan sentido al arte óptico.  Aquí podemos constatar que esta práctica se relaciona directamente con el saber científico, “al estudiar el color, la influencia de la luz y el movimiento  en los cambios cromáticos y su percepción en la retina humana”[14].  

Estos fenómenos tan complejos unen ciencia y arte, haciendo uso el último de la primera.  La obra de arte supone un encuentro íntimo con el espectador, encuentro cercano que sería imposible sin la  luz y el color, que actúan como el lenguaje verbal, en ese diálogo visual.

Así, “la luz se presenta al ojo como un movimiento inmaterial fluorescente en el espacio, mientras que el color se hace visible mediante la refracción de la luz en un cuerpo material no fluorescente”[15]. En el op-art esta forma de comunicación desborda los límites impuestos por el entorno físico, ejerciendo un gran foco de atracción psicológica de sorpresa que prueba nuestra mente.

Llegando al punto central de nuestro ensayo, la complejidad de las composiciones ópticas se reduce a la simplicidad que supone la sucesión de figuras geométricas sencillas y la aplicación de los principios gestálticos, utilizando en su mayoría, “composiciones en forma de trama, con ritmo muy redundante y obsesivo, y combinaciones variadas.[16]  Para entender la aplicación de estas nociones  es  obligado hacer referencia al precursor de este movimiento pictórico: “Víctor Vasarely”[17]. Este artista, como ya mencionamos anteriormente, tomó como base la experimentación cromática de la Bauhaus, pero la llevó al extremo, para crear verdaderas composiciones que visualmente se situaban en el plano tridimensional.

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