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Otra historia de detectives.


Enviado por   •  14 de Enero de 2014  •  Informes  •  507 Palabras (3 Páginas)  •  237 Visitas

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Otra historia de detectives.

La dueña del restaurante recibió una llamada. Otra reserva para la noche. El comedor estaba completamente reservado, lleno. 'Será una noche dura, pero recompensada.', pensó. ¿Que por qué? Pues… porque la gente que le acababa de llamar dijo que pagaría 70€/Persona.

Llegó la noche. Había luna llena. Por lo tanto, la reserva que he mencionado antes, decidió cenar en la terraza, a la luz del hermoso satélite de la Tierra.

Pidieron y esperaron. La mesa estaba compuesta por ocho personas. La mitad hombres, la otra mitad, mujeres.

-¡Siempre haces lo mismo! ¡Eres un desgraciado! ¡Qué el diablo te lleve al infierno! –un hombre, de 21 años, molesto por un comentario del que había insultado, le alteró. Su nombre era Steve, un importante empresario.

-¿Disculpa? ¿A caso quieres que salga a la luz aquello…? –le respondió el insultado, de la misma edad que el otro. Se llamaba Carl.

Steve calló y se sentó. Este no habló en toda la cena, tan solo –si le preguntaban algo– con monosílabos. Acabaron la cena y Steve fue al baño. Pasó allí diez minutos.

-Chicos, vuelvo ahora. –Carl se dirigió a los servicios. Al levantarse, llegó Steve.

-Te acompaño. –dijo James, amigo de Carl.

Los dos caballeros permanecieron tres minutos en el servicio.

-¡Ayuda! ¡Carl está muerto! –James era presa del pánico. Todos los amigos fueron hasta el baño. Allí vieron a Carl con cara de angustia –claramente muerto por veneno–.

-¿Qué ha pasado? –preguntó la dueña del local.– ¡Oh! Llamaré a la policía. Qué desgracia…

-¡Tú eres el asesino!– la novia de Carl acusó a James.

-No. Él no ha sido. –dijo un hombre, que tenía poco más que diez y ocho años.

-¿Y tú quién eres para decirlo? –dijo, de nuevo, la novia, llorando.

-Soy detective. Llámenme Arthur.

El detective inspeccionó la puerta, luego, el cuerpo de la víctima. Habló con los amigos de esta última y resolvió el caso.

-El asesino es usted, señor Steve. Fue al baño y puso una trampa. Al primero que abriese la puerta le caería una gota del veneno en la cabeza. Pero solo al primero. Como usted conoce a la víctima, supo que se llevaría el dedo índice a la cabeza, lo mojaría con el líquido y después humedecería el índice. Sr. Steve, comprobó esto ayer, ¿verdad? Ayer llovió. Carl hizo esto mismo con la lluvia, ¿no?

-No tiene pruebas. Además, podría haber entrado cualquier persona antes

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