PROYECTO DE VIDA
PAREDESC2 de Junio de 2012
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PROYECTO DE VIDA Y TOMA DE DECISIONES
El adolescente debe enfrentar un conjunto de desafíos y tareas en su proceso
de convertirse en adulto. Esto le exige optar en distintos ámbitos de la vida:
valores, estudios, amistades, trabajan, pareja, etc. Las decisiones que tome en
esta etapa repercutirán indudablemente en su porvenir.
Las y los adolescentes enfrentan una transición crucial. en sus vidas. Dejan
atrás un cuerpo niño y un mundo justamente “subsidiado” y predeterminado para
ellos por sus adultos cercanos. Tienen que asumir un cuerpo vigoroso, maduro y
fértil. Ahora pueden responsabilizarse de su propia seguridad y de su salud.1
Han adquirido la capacidad de elegir las relaciones, los valores y los proyectos
que deciden defender, proponer e impulsar, en busca de un mundo nuevo,
posible y deseado. Buscan lograr su autonomía personal, familiar y ciudadana,
sin tener que perder a su familia, sin dejar de querer, pertenecer y ser queridos.
El curso de vida, ese río imparable e inquieto, encuentra un nuevo abismo y, en
una nueva transición, salta otra vez, convertido en cascada. La adolescencia
representa una transición brusca, agitada, imaginada, que llena de sorpresa a
quienes, en su infancia y niñez, aprendieron a vivir con guías concretas y
aceptando reglas dadas, dedicando gran parte de su energía a investigar,
experimentar y construir conocimientos básicos.
Durante la adolescencia, las personas se revisan críticamente a sí mismas y
revisan críticamente al mundo que las rodea, en busca de ideas y principios
propios, en busca de planes y proyectos que marquen un rumbo propio y den
una nueva dimensión a su futura vida adulta y ciudadana.
1 TOLEDO, Virginia y otros. Adolescencia tiempo de decisiones. Centro de medicina productiva
y desarrollo integral del adolescente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Editorial
mediterráneo 1998
Los cambios que ocurren en la etapa adolescente son la manifestación viva de
un cuerpo que madura y se vuelve fértil; de una inteligencia a punto de
consolidar su autonomía; de capacidades afectivas que surgen y buscan
expresarse en relaciones nuevas; de una inobjetable capacidad de participar en
la sociedad: activa y productivamente.
Ahí, en medio del vértigo que implica la adolescencia, hay una persona que está
a punto de convertirse en adulto. Los movimientos y cambios que ocurren
durante la adolescencia se pueden analizar desde varios tipos de influencia
1. INFLUENCIA PERSONAL.
Las adolescentes y los adolescentes descubren que su cuerpo cambia con
rapidez. Aparece la primera menstruación en las niñas; su cuerpo crece
precipitadamente; los huesos de los brazos se alargancomo si quisieran
alcanzar el suelo; las facciones de la cara se hacen más agudas; se redondean
las caderas; crecen los senos y aparece con claridad la cintura. Un buen día, los
niños se descubren en medio de una eyaculación nocturna; su voz se vuelve
ronca; su cara se cubre con barbas o bigotes y, muchas veces, con espinillas; su
talla no deja de aumentar y los músculos de su cuerpo cobran forma y fortaleza.
En esta etapa de la vida, las y los adolescentes a menudo sienten que sus
padres los cuestionan o los regañan. Se sienten extraños, ajenos, diferentes al
resto de los miembros de su familia. Se descubren necesitando espacios íntimos
y silencios. Notan que ya no les funcionan del todo aquellas reglas que les
parecían normales. Cambia la lógica, cambia la perspectiva. Las Aolescentes y
los adolescentes se saben útiles y fuertes, anhelan mostrar sus capacidades
productivas y desean participar en equipos de reflexión y debate, en talleres que
les abran la oportunidad de convertirse en aprendices Inteligentes. Algunos
sienten la necesidad de probarse como líderes. Junto con los espacios de
trabajo, necesitan lugares seguros para el juego y la convivencia, así como
espacios para aprender a relacionarse, como adolescentes, de igual a igual.
2. INFLUENCIA FAMILIAR.
La plenitud, la fuerza y el intenso movimiento de cambio y reflexión que
caracterizan la vida adolescente ponen a prueba el equilibrio familiar.2 Por una
parte, las madres y los padres tienen que enfrentarse al hecho de que sus hijos,
paulatinamente, están logrando su propia autonomía. Entonces tienen que
imaginar nuevas maneras de relacionarse con ellas y con ellos, tienen que
ajustar algunas de las reglas de la casa y tienen que elimi nar otras que, ahora,
carecen de sentido.
Esta situación se complica pues no todos los padres están preparados para
hacer estos ajustes y cambios, no todos saben cómo hacerlos, y algunos no
están dispuestos a hacerlos. Por su parte, los jóvenes no siempre tienen la
asertividad y la paciencia suficientes para elegir los momentos de diálogo, para
explicar sus deseos, para exponer sus puntos de vista o para escuchar a sus
padres.
En esta etapa del curso de vida, las relaciones entre padres e hijos tienen que
replantearse. Los hermanos menores, acostumbrados tal vez a contar con el
tiempo y el apoyo de los grandes, quieren seguir gozando de su atención. Sin
embargo, los hermanos grandes que atraviesan por la adolescencia no tienen
tiempo ni paciencia para dedicarles. En ocasiones, los hermanos mayores
pueden reaccionar con impaciencia ante las demandas y quejas de sus
hermanos menores.
En suma, las relaciones entre hermanos también suelen replantearse cuando
asoma la adolescencia a una familia. Así que, con la adolescencia, llega un
huracán que lo descoloca todo, que produce largos períodos de incomodidad,
2 opu cip
algunas veces de incomunicación, o de reclamos, de desconfianza e
incertidumbre. Es un período de ajuste inevitable, intenso y pasajero.
3. LA INFLUENCIA SOCIAL.
Al llegar a la adolescencia, las jóvenes y los jóvenes se incorporan con plenitud
a la vida social, con toda su belleza, riesgos y complejidades. Es en la sociedad
donde los adolescentes encuentran motivos para expresarse, para comunicarse,
para formular sus más preciadas preguntas, para jugar y aprender, para diseñar
proyectos.
La sociedad es para las y los adolescentes lo mismo que el aire es para las
aves: una fuerza que impulsa y al mismo tiempo sostiene.
Como todo aprendizaje ocurre por contrastes, las y los adolescentes enfrentan
sus ideas, valores y costumbres a los valores, ideas y costumbres de otros
grupos, de otras familias, de otras culturas diversas. No es que necesariamente
rechacen lo que aprendieron en sus familias, es que quieren depurarlo, quieren
tomar lo mejor que tienen y dejar atrás lo que ya no responde a lo que necesitan
como personas autónomas.
Para las y los adolescentes, la familia tendría que convertirse, en términos
ideales, en una especie de trinchera que les brinde protección, apoyo y puntos
de referencia. Y también en una especie de catapulta que los impulse, con
orgullo y confianza hacia la sociedad abierta. Desgraciadamente, las familias no
siempre cumplen esta doble función de refugio y proyección. En ocasiones, sin
saber cómo responder a las y los adolescentes, algunas familias luchan por
retener o confinar a sus hijos y otras los lanzan a la calle, de manera prematura.
Para lograr un tránsito armonioso entre el hijo de familia y el ciudadano
autónomo hacen falta interés, voluntad, inteligencia, creatividad y respeto de
todos hacia todos: adolescentes, amigos, hermanos, padres, parientes,
maestros, entrenadores deportivos, promotores sociales, o asesores artísticos.
Todos ellos, en concierto, en diálogo, en debate y con confianza mutua pueden
hacer más amable y más fructífero este tránsito.
Las y los adolescentes no pueden estar solos en esta etapa de sus vidas porque
su transición, además de ser personal, también es social. Para ellos cobran gran
importancia los personajes “aspiracionales” que los rodean: los hombres y las
mujeres que sobresalen en el entorno social por ser líderes, por compartir sus
conocimientos o sus proyectos, por su fuerza, tenacidad, capacidades artísticas
o por su bondad, por ejemplo. Para las y los adolescentes, tener contacto
cotidiano con un personaje justo, emprendedor, alegre y comprometido con su
arte, su oficio, su proyecto o su comunidad, puede llegar a ser un verdadero
privilegio.
Las y los adolescentes necesitan formar grupos de pertenencia para encontrar
en ellos confianza, camaradería, intimidad o debate. Y necesitan contar con una
familia y una escuela que les ofrezcan cariño, puntos de referencia y seguridad.
El tránsito de la adolescencia es un evento complejo, difícil, atractivo, novedoso
y lleno de sorpresas.
LOS IDEALES
El joven adolescente se encuentra en dos mundos, la fantasía, que se convierte
en idealismo y que se traduce en las ganas de transformar el mundo en algo
mejor y la realidad, que se opone al anterior. El adolescente tiene un idealismo
hermoso,
...