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Pedagogía

danielajrp10 de Abril de 2014

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ACTIVIDAD 3

Texto 1.

El arte del buen maestro

Emilio Tenti

El oficio del maestro

La lucha contra los tipos de particularismos son una relevancia particular en el frente educativo y cultural.

La élite intelectual liberal es un contenido cultural laico, distinto de la concepción del mundo estructurado sobre patrones religiosos y tradicionales, se propuso constituir ala nación desde el punto de vista cultural.

El proyecto de constitución de un sistema nacional de educación debería realizarse mediante una especie de expropiación de los poderes culturales que se interponían entre el individuo y el estado.

El sistema educativo deba homogeneizar y uniformar; su propósito e concebir al sistema educativo nacional como “un conjunto nacional y diferenciado de instituciones dedicadas ala educación formal, cuyo control y supervisión por lo menos es parcialmente formal, cuyo control y supervisión es responsabilidad de Gobierno”

1) Las cualidades clásicas: vocación y moral

José Díaz Covarrubias decía: “El tipo de profesor que escribía tal como, con justicia, lo desean los mas ilustres pedagogos, es un conjunto de virtudes de todo género y su misión no es un oficio, es un sacerdocio”.

La definición es clara: el magisterio no se define como una profesión, sino como una misión o sacerdocio.

La vocación es la mas importante ya que deberá complementarse con virtudes de todo tipo, y se define como la función de un docente. Existe la vocación “innata” - “Nace educador, como se nace artista (…) decía Abraham Castellanos”; otra es vocación “espontánea” (qué e siempre debiera ser), y la vocación “adquirida” (mediante la reflexión y el esfuerzo de la voluntad), “natural” (autentica y deseable) y la otra “artificial” (el docente no sea el simple resultado de un calculo racional o de una mera pretensión utilitaria).

El profesor se le adjudica ser maestro una fuerza mística en cambio el predominio de objetivo de reforma moral en la constitución inicial de la escuela mexicana favoreció a la incorporación de la mujer a la función docente.

Podríamos señalar las características no cognitivas pero deseables y prioritarias en este perfil de normalista en 2 tipos:

a) Características morales y conductuales que se expresan mediante voces de entusiasmo, perseverancia, dulzura, etc.

b) Características físicas y de auto presentación tales como el “el porte exterior”, “los buenos modales” etc.

EL MAESTRO

Sino tiene fe en la escuela, en su elevada misión, no tendrá entusiasmo profesional y parecerá malo hasta criminal, en cambio si es noble, leal, etc., será en el mejor en la comunidad.

LA MAESTRA RURAL

A pesar de que el medio en el que se trabaja es un nivel económico bajo, y no se contaba con un físico perfecto pero se tiene la vocación la fuerza, amor, y sobre todo mucho entusiasmo todo era mucho mejor y siempre contagiaras las ganas de salir adelante

La “cientificación” relativa del oficio.

Todas las cualidades morales, conductuales y físicas, el discurso pedagógico moderno introdujo a la necesidad de que el maestro tuviera “instrucción” a conocimientos científicos.

Una de las primeras cualidades en la puntualidad y la asistencia asidua, la segunda en la preparación pedagógica.

El maestro además de vocación, debe dominar un conjunto de conocimientos, estos no hacen tanta referencia al saber acumulado por las ciencias del método de enseñanza.

La relación entre maestro y ciencia se define como “amor a la ciencia” o “amor hacia la instrucción”

El maestro no debe de ser un sabio, sino en asuntos de teorías y métodos pedagógicos tener alguna relación. La actitud de los maestros frente al conocimiento científico esta fuertemente permeada del positivismo, distingue la creencia en las virtudes del método y modelo del conocimiento científico.

Al maestro de educación básica se le asigna principalmente la función de vulgarización del saber científico. Los conocimientos a inculcar se dirigían al desarrollo de habilidades mínimas en el campo del cálculo y la lecto-escritura, junto con las ciencias naturales, la historia, la educación moral, etc. Van dirigidas a formas ciudadanos.

Catedrático es el erudito, el conservador de la ciencia, de la cual conoce todo su proceso; presenta las verdades reveladas por si mismo, siempre su responsabilidad es con el saber y no con otras personas.

El maestro, puede aceptar para sus trabajos algunos cuadros o modelos ya delineados; sus creencias deben ser explicitas, debe creer en lo que va a inculcar.

El desarrollo incipiente de un nuevo saber, la pedagogía, y el consecuente interés de los pedagogos, influyen para que la definición clásica del maestro ideal se incorpore esta nueva exigencia: el conocimiento del método pedagógico. “El maestro necesita dos ordenes de conocimientos, los del sabio y los del pedagogo”, escribía Gutiérrez.

El conocimiento de metodología de la educación y la enseñanza tenía una especificidad propia, orientada a la producción del conocimiento científico. La producción es igual a ciencia y la reproducción es igual a enseñanzas del conocimiento.

El maestro pedagogo, a diferencia del maestro empírico posee la ciencia de enseñar. No es que el maestro tradicional no supiera enseñar o no tuviera un método, lo que sucedía es que sabia un saber practico, no objetivado y codificado bajo la forma de axiomas, principios y reglas explicitas. El buen maestro debe conocer el método, ya no basta conocer el contenido y el saber pedagógico practico. La vocación de complementa con la forma racional y científica en materia pedagógica.

El buen maestro es una combinación históricamente variable de vocación, cualidades morales, conocimiento pedagógico y conocimiento de contenido. Las necesidades propias del momento de legitimación obligan a enfatizar el componente pedagógico contra el componente de contenido. Propone una articulación inestable y contradictoria entre en conocimiento del método e intuición.

El factor más importante en la enseñanza, es siempre la personalidad del maestro. “En el verdadero educador existe algo como una intuición, como una especia de inteligencia inconsciente que le ilumine en los momentos mas difíciles y le hace encontrar, como por vías de inspiración, lo adecuado y lo bueno, el verdadero pedagogo tiene su genio protector, a semejanza del demonio de Sócrates.

El maestro moderno, se va adaptando mas a un juego donde la existencia de reglas no impide que cada movimiento practico de maestro obedezca a una estrategia elegida entre un conocimiento de estrategias posibles.

La técnica no es concebida como eficaz, sino que es útil en la medida en que va acompañada de otras condiciones de realización que caen fuera del marco de su propia especificidad. Los nuevos procedimientos de ingreso al oficio redefinen al magisterio como estamento social y replantean el problema de las recompensas materiales y simbólicas que reciben de la sociedad.

La lucha por el reconocimiento social.

Puede medirse a través de la estadística social: edad promedio, ingreso, composición sexual, escolaridad, lugar de residencia, propiedad, etc. También como una representación y como reconocimiento socialmente producido.

Las causas del desprestigio en el abandono que hacían algunos maestros de la ideología del desinterés. Se trata de los presupuesto fagos, van a la caza de los puestos públicos, de las cátedras, su actividad es fenomenal.

Algunos “toman el magisterio como una industria, no como una especie de paternidad; como medio de especulación, no como un sacerdocio”.

El antídoto contra el desprestigio es el maestro que trabaja “con mas fe por la santa causa que ha abrazado, redoblada sus esfuerzos, multiplica su afán y afronta con valor las dificultades sin fin con que tiene que luchar, sin que le desanimen ingratitudes y menosprecios, sin esperar ni un aplauso por recompensa, conformándose apenas con la corta retribución que le proporciona es mezquino pan que ha de compartir con su pobre familia”.

El bajo prestigio que la sociedad le dispensa al oficio docente, está relacionado con el origen de la clase de maestros. La definición ideal del maestro reproducía rasgos intelectuales, morales, conductas y hasta el físico de los sectores dominantes. Cuando se decía que el buen maestro debía poseer “bella presencia personal”. Los mismos teóricos exaltaban el desinterés del oficio, reconocían que el maestro no solo debía vivir para el cumplimiento de su misión (el magisterio como vocación) si no que el que sirve a la educación de ella debe vivir (el magisterio como profesión). El maestro tiende hacer lo que le gustaba como su profesión lo dignifique con su conducta dentro y fuera de la escuela y no busque en la educación.

El propio secretario de instrucción pública, en un discurso pronunciado en 1905 reitera su voluntad de mejorar las condiciones de vida de los maestros. La segunda gran vía propuesta para elevar la condición social del magisterio era la formalización de su formación profesional.

En 1857 Díaz Covarrubias era un ferviente defensor del principio de libertad de profesiones.

Estos son sus principales razonamientos: parte diciendo que no hay razón para confundir las libertades de enseñanza con la libertad de profesiones. El nuevo proyecto se fundamentaba en la necesidad de combatir la charlanteria de quienes ofrecían en la prensa curar la esterilidad y los males secretos en diez días mediante

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