ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Pensar el terrorismo


Enviado por   •  29 de Diciembre de 2014  •  2.616 Palabras (11 Páginas)  •  159 Visitas

Página 1 de 11

Pensar el terrorismo es un acto complejo. Es demasiado riesgoso escribir sobre la

psicología del terrorismo con cierta perspectiva y sin caer bajo sospecha de frivolidad

intelectual. Mucha gente vive sus días presa de temor a la violencia terrorista; otros

pasan de la indiferencia al escepticismo y otros, como no, se alinean desde las

trincheras que justifican las acciones terroristas, cuando no lo apoyan abiertamente.

El terrorismo, para todos, es un tema de apasionante interés. La espectacularidad de

su acción, la amenaza permanente y el anonimato e imprevisibilidad de sus

operaciones lo convierten en una amalgama con propiedades magnéticas.

Pensar el terrorismo

Una multitud de factores enmaraña la labor de los analistas y especialistas. Y a esto

se suman las diferencias de perspectivas de cada una de las especialidades.

Por si fuera poco se pretende, además, explicar el terrorismo con la fórmula más

mecánica posible: se sueña con un enunciado universal o una suerte de “manual de

uso” que responda al pedido más urgente del público, líderes y fuerzas de seguridad:

simplicidad.

Ante esta problemática ingresan triunfales los ideólogos y comentaristas de masas,

siempre dispuestos a lanzar ideas simples y populares sobre las cosas. En este caso,

el perfil del terrorismo suele ser una simplificación pasmosa que debe tranquilizar al

ciudadano medio y justificar medidas burocrático/políticas para mantener bajo control

la amenaza.

El problema de fondo

Pienso que ante el desafío los intelectuales no podemos quedar atrás. Un aporte

desde el pensamiento debe entregar elementos de trabajo para los especialistas.

Sin embargo, pensar en la postmodernidad es aún más complejo. En tiempos donde la

tolerancia se ha convertido en una de las virtudes cardinales, el terrorismo debería ser

el paradigma del rechazo cultural.

¿No es el terrorismo, para estos efectos, el paroxismo de la intolerancia?

Las condiciones son claras: las grandes mayorías rechazan la imposición de normas

religiosas, órdenes de partidos políticos o decálogos culturales. Los seguidores de las

grandes religiones se erigen primero en “tolerantes” antes que en “ortodoxos”,

relegando a estos últimos a una posición incómoda y culturalmente repudiada. Las

obligaciones emanadas de cualquier autoridad devienen en movilizaciones masivas en

defensa de la libertad y la pluralidad. La tolerancia del Iluminismo transmutó en un

valor individualista centrado en actitudes sexuales, religiosas, políticas y educativas.

Es un consenso curioso: porque la misma tolerancia no puede ser unánime sino plural.

Pero este valor liberal entraña su propia destrucción. A fuerza de permitirlo todo no se

apega a nada más que al no apego. Así, la cultura de la tolerancia implica la pérdida

de los sistemas cargados de sentido. Asistimos a una caída del sentido y, por

Alerta Internacional (http://www.alerta360.org) 2

consecuencia, a una cultura sin sentido, a la deriva y con inevitables choques y

contradicciones llevadas hasta la indiferencia o, en su reacción, a una militancia

emocionada hasta la exaltación.

No es, como se aprecia, un fenómeno originado por una conciencia de “deber” hacia

los demás, sino un derivado de la descalificación de los grandes proyectos culturales

que excluye per se a los enfrentamientos religiosos, políticos o ideológicos. Es una

cultura de la autorrealización eventualmente compartida.

En política significará una redefinición hacia un “gerenciamiento” colectivo no

excluyente y socialmente eficiente. Todos dentro, cultura del bienestar y rechazo a las

posturas autoritarias.

En religión se traducirá en valores compartidos, en ausencia de imposiciones y, por

sobretodo, en la omisión de todo interés de conversión. Su acción: humanista y

tolerante. La estructura religiosa se des-autoriza para devenir en un modelo fluido y

pluralista que permita la búsqueda individual del bienestar religioso dentro del marco

de la denominación particular. Más “conciencia iluminada” y menos dirección de

almas. Es la consagración del yo en el único altar religioso tolerable. Uno que no alerta

a la buena conciencia tolerante.

En proyectos colectivos se convertirá en un tipo de activismo militante emocional y

radical que, sin embargo, permite en su seno todas las expresiones, orígenes e

intereses posibles.

En definitiva, se trata de priorizar el yo, no sobre la consigna voltaireana de una

libertad que termina en la del prójimo, sino nacida de la indiferencia hacia el otro

traducida en el respeto hacia las diferencias.

Una nueva perspectiva

No se

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (18.9 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com