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Percepcion Temporal


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  11.660 Palabras (47 Páginas)  •  427 Visitas

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Percepción temporal

La naturaleza del tiempo abarca muchas áreas del pensamiento intelectual, en particular en la literatura filosofía, física y biología por ende la percepción subjetiva de la duración del tiempo es de especial interés en la psicología. Se debería destacar su interés no se encuentra en el concepto físico del tiempo sinomás bien en su percepción es decir la duración de la que uno esta consiente. La percepción del transcurso del tiempo se ha determinado “protensidad” para distinguirla de la duración física (Woodrow, 1951). La percepción del tiempo es peculiar en el sentido de que sus variables parecen ser más cognitivas que físicas o neurales. Es claro que no existen receptores sensoriales ni órganos obvios que miden esta percepción como tampoco existe ninguna sensación mesurable y observable que emane de estímulos específicos pertinentes en cuanto al tiempo. De hecho la, la duración no tiene la cualidad de tipo material de la mayoría de los estímulos físicos (Woodrow, 195. Referenciado en Schiffman, 2004).

Bases biológicas de la percepción.

La naturaleza cíclica de muchos procesos orgánicos es ampliamente conocida. Un claro ejemplo en el ser humano es la temperatura corporal: existe una diferencia aproximada de 1°en la temperatura del humano entre el mínimo nocturno y el máximo vespertino. para la mayoría de los animales , muchos campos y actividades corporales recurrentes ( como las variaciones en temperatura y los patrones de ingestión de alimentos y líquidos) reflejan una adaptación al ciclo solar cotidiano del día y la noche los patrones de actividad que ocurren de manera regular en el día se denominan ritmos circadianos (del latín circa “aproximadamente “ y diem “día” por qué los ciclos se acercan a una duración de 24 horas se controlan de manera cuidadosa, (Czeisler,1999) calcula que el ritmo circadiano promedio en el humano dura 24.18 horas. (Czeisler, 1999. Referido en Schiffman, 2004).

Los ritmos circadianos corporales parecen estar regulados por la exposición del a retina a la luz, (sin embargo que los individuos ciegos también están sujetos a los ritmos circadianos lo cual indica la función de influencias básicas, endógenas no foticas). (Schiffman, 2004).

En ese momento las señales retínales viajan atreves de un fascículo especial en el nervio óptico hasta una masa o núcleo de células celebrarles en el hipotálamo que se denomina núcleo supra-quiasmático y que sirve como marcapasos para regular la organización circadiana temporal de muchas de las actividades en el cuerpo. Desde ese punto las señales neurales prosiguen a la glándula pineal misma que reacciona directamente a la presencia y ausencia de la luz y produce una hormona llamada melatonina, cuya secreción se inhibe con la luz y se estimula con la obscuridad. (Schiffman, 2004).

La melatonina sincroniza la actividad de ciertos órganos y glándulas que regulan los ciclos biológicos diarios. En particular disminuye la temperatura corporal y facilita el inicio del sueño es interesante señalar que existe evidencia de que el subsistema visual que media la supresión inducida por la luz de la secreción de melatonina en la glándula pineal permanece intacto en sentido funcional incluso en los individuos ciegos. Aunque la exposición a la luz regula el reloj circadiano endógeno del ser humano no es necesario que estimule la retina, los pulsos luminosos de alta intensidad aplicados a la región por detrás de las rodillas, que tiene gran cantidad de vasos sanguíneos también pueden afectar los ritmos circadianos.

La tendencia que tienen ciertos cambios periódicos en el ambiente natural para afectar los ritmos corporales e inducir una reacción conductual, puede representar una ventaja biológica a algunas especies. La conducta de ponerse a dormir en una percha que tienen algunas aves al momento de caer el sol, es adaptativa dado que en situaciones de baja iluminación esencialmente no pueden ver y por tanto están indefensas. De manera similar la hibernación de muchos mamíferos es una respuesta adaptativa ante el descenso de temperatura. (Schiffman, 2004).

Dada la amplia evidencia de la actividad cíclica bioconductual es razonable buscar en el sistema nervioso un mecanismo de reloj biológico para la percepción del tiempo. El concepto de un sentido interno del tiempo supone que existe un ritmo continuo y automático que no está influido d manera fácil o directa por la estimulación externa, con el que el organismo compara la duración de los estímulos y los sucesos. Existen sucesos periódicos con frecuencia mensurables en la actividad eléctrica del cerebro el pulso y el latido, cardiaco respiración, función metabólica y endocrina regulación térmica y ciclos generales de actividad (aunque muchos de estos no serían bueno ritmos de referencia porque e la estimulación externa los afecta de manera notable y con gran facilidad y por ello pueden variar en gran medida). Se han estudiado los efectos de lagunas de las más estables de estas actividades y procesos internos en la percepción del tiempo. En particular el efecto de la temperatura y de los procesos metabólicos sobre el transcurso del tiempo ha conducido una explicación con una base biológica de la percepción del tiempo (Schiffman, 2004).

Por alguna razón que desconocemos todavía, podemos hacerlo de una manera consciente para modular nuestro comportamiento, calculando y presintiendo la duración de los intervalos, sobre todo si su duración nos atañe personalmente. También es una Forma inconsciente, pasando por ejemplo, del sueño a la vigilia en una hora predeterminada. Esto lo hacemos dentro de un rango bastante limitado de duraciones posibles.No tenemos acceso perceptivo a las duraciones minúsculas, de milisegundos para abajo, ni desde luego a lapsos largos, a continuación veremos que este rango de duración y el valor que le damos de cortas o largas, está condicionado estructuralmente y que esta estructura forma parte del cerebro y posee una velocidad de procesamiento y una capacidad de memoria que evoluciona durante el desarrollo ontogénico, alcanzando la eficacia en la madurez, seguida de un deterioro en la vejez, por el cual varía la capacidad de estimar el tiempo. (Fernández-Guardiola, 1983)

Esta estructuración funcional de lo que hemos llamado “el sentido del tiempo” (sentido como concepto sensorial, direccional), o el tiempo subjetivo, explica la enorme variabilidad que encontramos en los humanos, para percibir y manejar el tiempo. Tal variancia no sería de esperar si esta capacidad fuera solamente producto del aprendizaje en una situación de estímulo-respuesta simple. Las señales externas de las cuales dependemos en parte para estimar el tiempo,

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