Personalidad, autoconcepto y autoestima
Valeria ReyesDocumentos de Investigación15 de Abril de 2023
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Personalidad, autoconcepto y autoestima
En términos generales, la personalidad se entiende como un conjunto de “patrones” cognitivos, afectivos y comportamentales, que perduran mediante el tiempo y los sucesos que lo rodean. Con base en dichos patrones, se determinan los temperamentos y el carácter de los individuos. Gracias a la personalidad, es posible definir las formas de procesar la información, que, a través de ella, se generan significados afectivos frente a los acontecimientos que se viven, los cuales determina la forma de actuar y reaccionar del sujeto.
Generalmente, la personalidad se conforma por un conjunto de “rasgos organizados”, los cuales permite determinar la tendencia de un individuo a comportarse de una forma consistente en muchas situaciones distinta. Gracias a los rasgos de personalidad, los individuos pueden subyacer sus experiencias y los comportamientos del mismo, lo que facilita comprender las intenciones, los propósitos, las motivaciones y afectos que son totalmente inherente a la humanidad.
Por esto, si queremos comprender nuestra personalidad y la de los demás, es fundamental examinar:
- Los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales que caracterizan al individuo.
- Los patrones comportamentales, que determinan la forma de percibir el entorno ambiental y de actuar sobre este.
- Examinar los rasgos de personalidad, es decir, las maneras particulares de aplicar los comportamientos, ya sean adaptativos o desadaptativos.
Sin embargo, cabría preguntarse ¿Cómo podemos entender la personalidad de los individuos, por medio de lo que manifiestan y perciben de sí mismo? Para eso, es fundamental conocer y comprender el “autoconcepto”, que es una función psicológica que permite al individuo tener la oportunidad de forjar progresivamente una “imagen descriptiva” de sí mismo. Gracias a este mecanismo psicológico, es posible comprender las representaciones, las cogniciones y las descripciones que se tienen del yo.
Con esto, los individuos pueden desarrollar “conceptos autorreferenciales” de sí mismo, lo que les permite diseñar categorías y agrupaciones de sus rasgos personales, sus habilidades y cualidades físicas. Con el autoconcepto, los individuos también pueden llegar a particularizar sus rasgos personales, y consecuentemente, establecerse una serie de “etiquetas subjetivas”, los cuales permiten la construcción de representaciones más avanzadas del yo.
Sin embargo, con el autoconcepto solo es posible conocer las descripciones que se ofrecen de sí mismo, pero como tal, no las valoraciones que se hacen hacia sí. Precisamente, esta es la finalidad de la “autoestima”: aplicar la valoración afectiva del yo. Es decir, el autoconcepto solo posee una función descriptiva, pero la autoestima tiene el propósito de aplicar un juicio valorativo, emotivo y afectivo hacia sí mismo, lo cual permite hallar sentido al self. Es prácticamente decir, que la autoestima es el aspecto motivacional del yo que ayuda a evaluar diferentes dimensiones de la existencia y permitir la aceptación de estas; involucrando nuestra naturaleza yoica.
La autoestima, es un elemento impulsor que se caracteriza por tener un conocimiento complejo y propio, gracias a los aportes del autoconcepto. Con ello, los sujetos evalúan qué aspectos le agradan de sí mismo, y viceversa, qué aspectos del yo les desagradan. Dependiendo de las valoraciones, si son positivas o negativas, se determina el “amor propio”, que se refiere básicamente a los significados que hemos construido de sí mismo, lo que ayuda a establecer la estima, tanto consigo mismo como también en los demás. Esto, permite que pueda aparecer la ejecución de conductas prosociales , tema próximo a abordar .
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