Problematicas De Orden Afectivo
delizzye30 de Octubre de 2014
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INTRODUCCIÓN
Desde la aparición del ser humano en el planeta, éste ha evolucionado en muchos aspectos, uno de ellos corresponde al ámbito familiar; pues, como se conoce, la familia es la célula básica de cualquier sociedad, es el principal agente de socialización del niño y la niña o punto de partida para la construcción de valores, ya que éstos no se aprenden a través de contenidos teóricos, sino que se internalizan mediante la interacción diaria y las experiencias vividas tanto en el ámbito familiar como en el entorno social; conformándose así un sistema de valores que definen al individuo como persona.
Otro de los ámbitos donde se desenvuelven los niños, niñas y adolescentes es la escuela, considerada como el puente entre la familia y la sociedad, es decir, la escuela representa el espacio social que sigue a la experiencia familiar, se trata del primer escenario de carácter general en el que el niño y el adolescente, va a aprender a ser sujeto de la vida social, ya que tiene una incidencia decisiva en la formación de una sociedad solidaria.
En este sentido, la escuela y sus contenidos no pueden estar desprovistos de intencionalidad y manifestaciones neutras, ambos deben influir deliberadamente en los educandos, para modificar sus conductas, moldear su conciencia y desarrollar su posición ética.
Además hay que tomar en cuenta que, cada día el papel formador de la familia se va diluyendo, asumiendo ese rol la escuela, donde no solo tiene la responsabilidad de complementar o reforzar lo aprendido en el hogar, sino de subsanar la ausencia de formación, corregir o reorientar la carencia de valores reflejada en situaciones de agresión entre educandos que presentan comportamientos altamente violentos sin tener ningún tipo de escrúpulos; aunado, a la falta de respeto con los semejantes, pues la figura de autoridad no representa para los alumnos ningún ideal de ser respetado ni ejemplo a seguir.
Sin duda, estos eventos reclaman con urgencia una educación que reconozca y se ocupe del desarrollo integral, armónico y equilibrado de la personalidad de niños y jóvenes, sin embargo, tal como lo afirman Fernández, et al. (2009: 35) “la Escuela no cumple aún las exigencias para una educación socio-afectiva porque tradicionalmente ha primado el conocimiento por encima de las emociones, sin tener en cuenta que ambos aspectos no se pueden desvincular.”
En este orden de ideas, Juárez (2003) considera que aproximarse a la formación y práctica de valores humanos amerita hacerlo desde lo racional, pero también desde lo afectivo, puesto que las emociones y los sentimientos conforman un punto central de dicha formación, debido a que dinamizan el comportamiento moral individual y colectivo, además de jugar un papel importante en la toma de decisiones, conductas y juicios emitidos por la persona. Esto aun cuando es trascendental y forma parte de la personalidad del educando, es uno de los aspectos más descuidados desde el punto de vista pedagógico. Así lo demuestran los sucesos de violencia escolar que han conmovido al mundo y que apremian la formación de competencias socio-afectivas necesarias para manejar emociones y canalizar conflictos intra e interpersonales.
Ante tal realidad, el docente tiene un papel protagónico, ya que si establece una relación afable con los alumnos, destaca sus cualidades, los estimula hacia la superación de errores, les ayuda a nivelar deficiencias, reconoce el mérito que tienen; igualmente les estaría ayudando a desarrollar la fuerza y la energía que requieren para lograr la superación personal y alcanzar la integración socio-afectiva con quienes le rodean.
Por consiguiente, es importante fomentar el desarrollo de habilidades emocionales y sociales así como intelectuales ante evidencias de que las primeras puede ser tanto o más importante para el éxito en la vida que las segundas; más aún, si se toma en cuenta que la capacidad para aprender está condicionada por las emociones y las experiencias vividas. No obstante, la realidad indica que esto no es lo común en la relación educativa con el entorno social al observarse que las personas se tratan con irrespeto y falta de consideración, enfatizando solo en su bienestar, dejando a un lado aportes hacia el bien colectivo.
JUSTIFICACION
Como personas integradas en la sociedad, consideramos la dimensión emocional de todo ser humano fundamental para comprender su evolución, su comportamiento ante los diferentes estímulos y situaciones a los que están expuestos, las relaciones que establecen a lo largo de la vida con el resto del mundo, etc. Como futuros docentes, esta dimensión es fundamental para acercarnos a la vida de cada uno de los alumnos que estarán bajo nuestra tutela.
Si pretendemos contribuir de manera positiva en la vida de nuestros alumnos, con intención de lograr fomentar sus máximas potencialidades, creemos necesario llegar a conocer todos los aspectos que integran su desarrollo, siendo las emociones una dimensión que, a la vez de ser influenciada por la evolución del niño, lo condiciona en una dirección determinada.
Consideramos que en esta sociedad las emociones y sentimientos tienen gran presencia: emociones de alegría, tristeza, frustración, desesperanza, fuerza, miedo, voluntad etc. Todas ellas condicionan la manera de actuar de las personas. Por lo tanto, una de nuestras labores como docentes será capacitar a los niños desde muy pequeños, ofrecerles una base sobre la que sentar su futura maduración, para que conozcan y regulen todas esas emociones que determinarán su forma de vivir, su identidad, su personalidad y sus comportamientos, para que puedan integrarse en esta sociedad de una manera positiva.
Como bien hemos dicho, tan solo sentaremos unas bases para su maduración, pues está claro que la edad preescolar es fundamental para abrir las puertas a futuros aprendizajes, y que es una edad muy temprana, por lo que les quedará un largo camino por recorrer hasta que terminen de formar su personalidad. Sin embargo, si cuentan con la base formada en esta etapa, ese largo camino será más fácil.
Por todo esto, es un tema que nos interesa conocer en profundidad, para saber identificar nosotros mismos las emociones que pueden sentir los alumnos, los mecanismos de regulación y control, así como las mejores formas para contribuir en su desarrollo.
MARCO TEORICO
PROBLEMAS DE ORDEN AFECTIVO EMOCIONAL
DEFINICIÓN
Hay muchos términos para describir problemas emocionales, mentales o del comportamiento. En la actualidad, éstos están calificados de “problemas emocionales” (“emotional disturbance”). De acuerdo a las regulaciones del Acta para la Educación de Individuos con Discapacidades (“Individuals with Disabilities Education Act,” o IDEA), los problemas emocionales se definen como “una condición que exhibe una o más de las siguientes características a través de un largo período de tiempo y hasta cierto grado, lo cual afecta desfavorablemente el rendimiento educacional del niño:
• Una incapacidad de aprender, que no puede explicarse mediante factores intelectuales, sensoriales, o de la salud;
• Una incapacidad de formar o mantener relaciones interpersonales con los compañeros y profesores;
• Comportamiento o sentimientos inapropiados, bajo circunstancias normales;
• Un estado general de descontento o depresión; o
• Una tendencia a desarrollar síntomas físicos o temores asociados con los problemas personales o colegiales.
CARACTERÍSTICAS
Existen dos signos o indicadores que nos pueden avisar de la presencia de un trastorno psicológico: la presencia de emociones dolorosas (sentimientos de ansiedad, depresión o irritación crónica) y la aparición de conflictos continuados en las relaciones sociales o familiares.
El sufrimiento psicológico además puede adoptar múltiples formas (H. Fernández-Álvarez, 1992) según la persona que lo padezca le encuentre o no sentido o explicación al malestar que padece. Existen una primera forma de padecimiento a los que las personas encuentran explicación o sentido (sacrificio ante situaciones limites, una huelga de que no suelen ser catalogadas como trastornos psicológicos. Una segunda forma de padecimiento consiste en que quién los sufre no termina de explicárselo o darle sentido (por lo general se trata de trastornos afectivos de tipo depresivo o ansioso). Un tercer grupo, más problemático, son los casos donde la persona que padece el malestar si le encuentra sentido a su sufrimiento, pero aquellos que le rodean no se lo encuentran (por lo general se trata de casos de trastornos mentales graves como las psicosis). Y por último, el cuarto grupo, se caracteriza más bien por hacer sufrir a otros, independientemente del grado de malestar subjetivo de esa persona (se suele relacionar con trastornos graves y antisociales de la personalidad). El grupo de personas que no encuentran sentido a su malestar suele ser quienes más solicitan la ayuda de los servicios de psiquiatría y psicología, seguidos de aquellos que aún encontrándole un sentido, este no es validado por aquellos que le rodean.
Entre las personas que no ven sentido a su malestar emocional o a sus conflictos relacionales suele ser típico la presencia de una o varias respuestas crónicas de carácter emocional: la ansiedad, la depresión y la ira.
La ansiedad implica la preparación de la persona ante situaciones que percibe erróneamente como amenazadoras o peligrosas
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