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Psicoanalisis


Enviado por   •  10 de Julio de 2014  •  3.470 Palabras (14 Páginas)  •  242 Visitas

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PSICOANALISIS

Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico

Reglas técnicas:

A. La tarea inmediata del analista consiste en guardar en la memoria los innumerables nombres, fechas, detalles del recuerdo, ocurrencias y producciones patológicas que se presentan durante la cura, y en no confundirlos con un material parecido oriundo de otros pacientes analizados antes o al mismo tiempo. En todo caso se tendrá curiosidad por conocer la técnica que permita dominar semejante plétora.

Esa técnica es muy simple. Desautoriza todo recurso auxiliar, aun el tomar apuntes, según veremos, y consiste meramente en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo cuanto uno escucha la misma atención parejamente flotante, como ya una vez le he bautizado. De esta manera uno se ahorra un esfuerzo de atención que no podría sostener dia tras dia a lo largo de muchas horas, y evita un peligro que es inseparable de todo fijarse deliberado. Y es este: tan pronto como uno tensa adrede su atención hasta cierto nivel, empieza tambien a escoger entre el material ofrecido; uno fija un fragmento con particular relieve, elimina en cambio otro, y en esa selección obedece a sus propias expectativas o inclinaciones. No se debe olvidar que las mas de las veces uno tiene que escuchar cosas cuyo significado solo con posterioridad discernirá.

Como se ve, el precepto de fijarse en todo por igual es el correspondiente necesario de lo que se exige al analizado, a saber: que refiera todo cuanto se le ocurra, sin crítica ni selección previas.

Los elementos del material que ya se ensamblan en un nexo quedaran a la disposición inconsciente del médico; lo otro, lo todavía incoherente, lo que brota en caótico desorden, parece naufragado al comienzo, pero reaflora con presteza en la memoria tan pronto como el analizado presenta algo nuevo a lo cual referirlo y a través de los cual se lo puede continuar.

En este recordar, solo ocurren errores en tiempos y en lugares donde uno es perturbado por haberse envuelto uno mismo, y, por tanto, quedó enojosamente a la zaga del ideal del analista. Confusiones con el material de otros pacientes son harto raras.

B. No puedo recomendar que en el curso de las sesiones con el analizado se tomen notas algo extensas, se redacten protocolos, etc. Mientras uno toma apuntes o traza signos taquigráficos, forzosamente practica una dañina selección en el material, y asi liga un fragmento de su propia actividad espiritual que hallaría mejor empleo en la interpretación de lo escuchado. Sim embargo, no cabe objetar que se hagan algunas excepciones a esta regla para fechas, textos de sueños o ciertos resultados signos de nota que puedan desprenderse con facilidad del contexto y se presten para utilizarlos como ejemplos autónomos.

C. Tomar notas durante la sesion con el paciente se podria justificar por el designio de convertir al caso tratado en tema de una publicación cientifica. En principio, no se lo podria prohibir. No obstante, se debe tener en cuenta que unos protocolos exactos de un historial clínico analítico rinden menos que lo que se esperaria de ellos. Por lo general, son fatigosos para el lector y no consiguen sustituirle su presencia en el analisis.

D. La coincidencia de investigación y tratamiento en el trabajo analítico es sin duda uno de los títulos de gloria de este ultimo. Mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es bueno elaborarlo científicamente: componer su edificio, pretender colegir la marcha, establecer de tiempo en tiempo supuestos sobre su estado presente, como lo exigiría el interés científico. El éxito corre peligro en los casos que uno se antemano destina al empleo científico y trata según las necesidades de este; por el contrario, se asegura mejor cuando uno procede como al azar, se deja sorprender por sus mirajes, abordándolos cada vez con ingenuidad y sin premisas.

E. Aquella frialdad de sentimiento que cabe exigir del analista se justifica porque crea para ambas partes las condiciones mas ventajosas: para el médico, el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva; para el enfermo, el máximo grado de socorro que hoy no es posible presentarle.

F. La meta a la cual convergen estas reglas pretende crear el correspondiente, para el medico, de la regla analitica fundamental instituida para el analizado. El médico debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor, acomodarse al analizado como el auricular del telefono se acomoda al micrófono.

Ahora bien, si el médico ha de estar en condiciones de servirse asi de su inconciente como instrumento del análisis, él mismo tiene que llenar en vasta medida una condición psicológica. No puede tolerar resistencias ningunas que aparente de su conciencia lo que su inconsciente ha discernido; de lo contrario, introduciria en el analisis un nuevo tipo de selección y desconfiguraria mucho mas dañinas que las provocadas por una tensión de su atención consiente. Es licito exigirle, mas bien, que se haya sometido a una purificación psicoanalíticas, tomado noticia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para aprehender lo que el analizado le ofrece.

G. El médico no deber ser transparente para el analizado, sino, como la luna de un espejo, mostrar lo que le es mostrado.

H. El médico debería contenerse y tomar como rasero menos sus propios deseos que la aptitud del analizado. No todos los neuróticos poseen un gran talento para la sublimación; de muchos se puede suponer que en modo alguno habrían enfermado si poseyeran el arte de sublimar sus pulsiones. Esforzándolos desmedidamente a la sublimación y segregándolos de las satisfacciones pulsionales mas inmediatas y cómodas, la mayoría de las veces se les tornara la vida mas dificultosa todavía que antes. Como médico, es preciso ser sobre todo tolerante con las debilidades del enfermo, darse por contento si, aun no siendo él del todo valioso, ha recuperado un poco de la capacidad de producir y de gozar.

I. ¿Dentro de qué limites se debe reclamar la colaboración intelectual del analizado en el tratamiento? Lo decide en primer término la personalidad del paciente. Pro siempre hay que mantener aquí la precaución y la reserva. Es incorrecto dictar al analizado unos deberes: recopilar sus recuerdos, reflexionar sobre cierta época de su vida, etc.

No me inclino a recurrir con mis pacientes a lectura de escritos psicoanalíticos; les demando que lo aprendan en su persona propia y les aseguro que de esa manera averiguaran más cosas, de mayor valor, que las que se pudiera decirles toda la bibliografía psicoanalítica.

Sobre la

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