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Psicología / Philippe Meirieu


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  2.408 Palabras (10 Páginas)  •  184 Visitas

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La escuela democrática trasmite saberes que permiten a la vez, inscribirse en una historia y proyectarse en un futuro.

Un saber es emancipador solamente si le trasmite al alumno la sensación de que ese saber permitió construir una emancipación en el hombre.

en su trayectoria de investigación ha puesto el foco en las problemáticas vinculadas a los alumnos y alumnas que abandonan la escuela. Sobre esto dice: estos alumnos se han encontrado con obstáculos en el camino del saber escolar y entonces ese saber no se corresponde a nada deseable. Es necesario reabrir el camino del saber y que entiendan que no es con la transgresión social que se van a emancipar, sino que lo harán a través de una transgresión mucho mayor, que es la transgresión de la inteligencia en contra de los prejuicios. La mayor subversión, la más linda subversión y la más agradable es la de la inteligencia frente a la tontería.

Y para eso, necesitan tener delante suyo, adultos que a su vez se emanciparon mediante el conocimiento y no mediante la violencia. Es de esa manera que vamos a volver a abrir ese camino del conocimiento, y que vamos hacer que los saberes escolares no sean solamente utilidades escolares sino herramientas de formación de los ciudadanos.

Compartir con nuestros alumnos los valores fundadores de la democracia: el respeto de la alteridad en la construcción del bien común: El valor de la democracia es tratar de convencer sin vencer. Convencer respetando la inteligencia del otro, sin utilizar el control, ni la sumisión. En la escuela o en el aula, la verdad de la palabra no depende del estatuto del que pronuncia esa palabra. El que tiene razón no es el más fuerte, no es el que grita más fuerte, tampoco el que presiona a los demás, es el que demuestra mejor y es el que sabe convencer.

El docente, tiene que interpelar constantemente esa capacidad de inteligencia, la capacidad de conmoverse que tienen los hombres.

Tenemos un desafío antropológico fundamental que es volver a encontrar el placer de encontrar juntos con nuestros alumnos, el placer de aprender nosotros también cuando explicamos algo y el placer del otro que descubre cuan bien logramos explicarle.

Y en relación a nuestro contexto actual, Meirieu sostiene que estamos frente a saberes que perdieron su sentido y su significación en la historias de los hombres, por eso postula: es necesario enseñar también la historia de esos saberes, porque al entender que fueron cruciales en la historia y permitieron liberarse de creencias arcaicas y del control de los que eran tiranos y eran omnipotentes.

Pienso que uno de los principales objetivos de la educación democrática es trasmitirles a nuestros hijos que los saberes fueron y siguen siendo una herramienta de emancipación para los hombres y las mujeres.

Meirieu ha ejercido la docencia en escuelas primarias y secundarias y en su trayectoria de investigación ha puesto el foco en las problemáticas vinculadas a los alumnos y alumnas que abandonan la escuela. Sobre esto dice: estos alumnos se han encontrado con obstáculos en el camino del saber escolar y entonces ese saber no se corresponde a nada deseable. Es necesario reabrir el camino del saber y que entiendan que no es con la transgresión social que se van a emancipar, sino que lo harán a través de una transgresión mucho mayor, que es la transgresión de la inteligencia en contra de los prejuicios. La mayor subversión, la más linda subversión y la más agradable es la de la inteligencia frente a la tontería.

Y para eso, necesitan tener delante suyo, adultos que a su vez se emanciparon mediante el conocimiento y no mediante la violencia. Es de esa manera que vamos a volver a abrir ese camino del conocimiento, y que vamos hacer que los saberes escolares no sean solamente utilidades escolares sino herramientas de formación de los ciudadanos.

* Compartir con nuestros alumnos los valores fundadores de la democracia: el respeto de la alteridad en la construcción del bien común: El valor de la democracia es tratar de convencer sin vencer. Convencer respetando la inteligencia del otro, sin utilizar el control, ni la sumisión. En la escuela o en el aula, la verdad de la palabra no depende del estatuto del que pronuncia esa palabra. El que tiene razón no es el más fuerte, no es el que grita más fuerte, tampoco el que presiona a los demás, es el que demuestra mejor y es el que sabe convencer.

El docente, tiene que interpelar constantemente esa capacidad de inteligencia, la capacidad de conmoverse que tienen los hombres.

Tenemos un desafío antropológico fundamental que es volver a encontrar el placer de encontrar juntos con nuestros alumnos, el placer de aprender nosotros también cuando explicamos algo y el placer del otro que descubre cuan bien logramos explicarle.

*Formación para la libertad: No es algo simple, porque existen dos ilusiones: una primera ilusión es que el niño es espontáneamente libre y la segunda ilusión es que el niño se transforma en un ser libre una vez que cumplió la mayoría de edad.

La pedagogía va a intentar justamente salir de esas ilusiones. Una escuela equilibrada es una escuela que no pone a los alumnos en una situación de elección constante, pero tampoco es una escuela en la que los niños nunca pueden elegir nada. Es una escuela que sabe identificar las elecciones que van a permitir formar al niño y que trabaja sobre esas elecciones con el niño.

Un comportamiento que analiza las opciones, que elige algo asumiendo el resultado, no un comportamiento basado en el entusiasmo y en la velocidad de elegir.

Una escuela que no forma a los más desfavorecidos a elegir en algo su vida, su futuro, una escuela que no los ayuda a hacer elecciones sobre su vida personal y profesional, tampoco los va a formar para que hagan luego elecciones políticas y ciudadanas.

En relación a los tres imperativos pedagógicos, sostuvo que una escuela democrática debe enseñarle a sus alumnos a postergar, a simbolizar y a cooperar y al respecto dijo:

* Postergar o aplazar: Es muy importante aprender a postergar una decisión. Hay que aflojar esa presión que existe entre pulsión y acto, dejarle el tiempo al pensamiento para que pueda realizar hipótesis, que la pulsión sea analizada en su totalidad por nuestra inteligencia y eso necesita tiempo.

En un universo donde todo va más rápido, la escuela tiene que ser un espacio donde las cosas vayan más lentamente, desaceleración, nos tenemos que tomar el tiempo. Muchas veces en la escuela vamos demasiado rápido, no nos tomamos el tiempo de pensar y reflexionar juntos sobre lo que está ocurriendo, sobre lo que estamos viviendo, y entonces asistimos

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