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Reflejos Del Neonato


Enviado por   •  11 de Mayo de 2013  •  1.407 Palabras (6 Páginas)  •  549 Visitas

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DESARROLLO SENSORIO MOTRIZ

Período que va del nacimiento a la adquisición del lenguaje está marcado por un desarrollo mental extraordinario. Se ignora a veces su importancia, ya que no va acompañado de palabras que permitan seguir paso a paso el progreso de la inteligencia.

No por ello es menos decisivo para toda la evolución psíquica ulterior: consiste nada menos que en una conquista, a través de las percepciones y los movimientos, de todo el universo práctico que rodea al niño pequeño, esta «asimilación sensoriomotriz» del mundo exterior inmediato, sufre, en 18 meses o 2 años, mientras que al comienzo de este desarrollo el recién nacido lo refiere todo a sí mismo, más concretamente, a su propio cuerpo, al final, cuando se inician el lenguaje y el pensamiento, se sitúa ya como un elemento o un cuerpo entre los demás, en un universo que ha construido poco a poco y que ahora siente ya como algo exterior a él.

Pueden distinguirse 3 estados entre el nacimiento y el final de este período: el de los reflejos, el de la organización de las percepciones y hábitos y el de la inteligencia sensoriomotriz.

En el momento del nacimiento, la vida mental se reduce al ejercicio de aparatos reflejos, de coordinaciones sensoriales y motrices montadas de forma absolutamente hereditaria que corresponden a tendencias instintivas tales como la nutrición. Estos reflejos, en la medida en que interesan a conductas que habrán de desempeñar un papel en el desarrollo, no tienen nada de esa pasividad mecánica que cabría atribuirles, sino que manifiestan desde el principio una auténtica actividad, que prueba precisamente la existencia de una asimilación sensoriomotriz precoz.

REFLEJOS DE SUCCIÓN

En 1° lugar, los reflejos de succión se afinan con el ejercicio: un recién nacido mama mejor al cabo de una o dos semanas que al principio. Luego, conducen a discriminaciones o reconocimientos prácticos fáciles de descubrir. Finalmente y sobre todo, dan lugar a una especie de generalización de su actividad: el lactante no se contenta con chupar cuando mama, sino que chupa también en el vacío, se chupa los dedos cuando los encuentra, después, cualquier objeto y, finalmente, coordina el movimiento de los brazos con la succión hasta llevarse sistemáticamente, a veces desde el 2 mes, el pulgar a la boca.

La succión sistemática del pulgar pertenece ya a ese segundo estadio, al igual que los gestos de volver la cabeza en dirección a un ruido, o de seguir un objeto en movimiento, etc. Desde el punto de vista perceptivo, se observa, desde que el niño empieza a sonreír quinta semana, reconoce a ciertas personas.

REFLEJO DE PRENSIÓN

Entre los 3 y 6 meses generalmente hacia los 4 meses y medio, el lactante comienza a coger lo que ve, y esta capacidad de prensión, que más tarde será de manipulación, multiplica su poder de formar nuevos hábitos. Ahora bien, ¿cómo se construyen esos conjuntos motores [hábitos nuevos, y esos conjuntos perceptivos [al principio las dos clases de sistemas están unidos: puede hacerse referencia a ellos hablando de «esquemas sensorio-motores»? El punto de partida es siempre un ciclo reflejo, pero un ciclo cuyo ejercicio, en lugar de repetirse sin más, incorpora nuevos elementos y constituye con ellos totalidades organizadas más amplias. Basta que ciertos movimientos del lactante alcancen fortuitamente un resultado interesante por ser asimilable a un esquema anterior para que el sujeto reproduzca inmediatamente esos nuevos movimientos: esta «reacción circular», tiene un papel esencial en el desarrollo sensoriomotor y representa una forma más evolucionada de asimilación.

Pero lleguemos al tercer estadio, que es mucho más importante para el desarrollo: el de la inteligencia práctica o sensoriomotriz propiamente dicha. La inteligencia aparece mucho antes que el lenguaje, es decir, mucho antes que el pensamiento interior que supone el empleo de signos verbales del lenguaje interiorizado.

Pero se trata de una inteligencia exclusivamente práctica, que se aplica a la manipulación de los objetos y que no utiliza, en lugar de las palabras y los conceptos, más que percepciones y movimientos organizados en «esquemas de acción».

Coger un palo para atraer un objeto que está un poco alejado, por ejemplo, es un acto de inteligencia [incluso bastante tardío:

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