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SABER CONVIVIR

DanyellaDrewDocumentos de Investigación24 de Agosto de 2015

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3.4 SABER CONVIVIR

Estamos en un nuevo escenario de la vida digamos un éxtasis El nuevo milenio nos ha sorprendido con un escenario donde ya no existe la lejanía ni la distancia. Pertenecemos a una gran comunidad, a un gran espacio común donde el aprender a convivir se vuelve el camino para alcanzar la paz y el bienestar de los pueblos. Aprender a convivir es saber vivir, y a convivir, se aprende. Los seres humanos, más que cualquier otro ser viviente, necesitamos de los demás para nuestra propia subsistencia. No sólo para la satisfacción de las necesidades básicas, sino para nuestro crecimiento y desarrollo humano integral. Vivir es convivir. Por lo tanto, la capacidad de convivir es, sin duda, uno de los aprendizajes más importantes para el desarrollo humano. Todo esto significa que convivir, vivir con otros, es un acto vital, así como lo es alimentarnos; es un hecho natural entre los seres humanos, así como lo es para las demás especies que habitan el planeta. Sin embargo, a pesar de que convivir es un hecho natural y vital, los seres humanos también tenemos una tendencia a privilegiar nuestras ideas, poder, aportes, nuestros propios grupos… sobre los demás. Esta tendencia se exacerba con la competitividad e individualismo promovidos en el sistema de vida dominante en el mundo actual, donde lo que realmente importa es el triunfo, la satisfacción y el bienestar individual, aun en detrimento de los otros; por ello, el hecho de vivir juntos El nuevo milenio nos ha sorprendido con un escenario donde ya no existe la lejanía ni la distancia. Pertenecemos a una gran comunidad, a un gran espacio común donde el aprender a convivir se vuelve el camino para alcanzar la paz y el bienestar de los pueblos. Aprender a convivir es saber vivir, y a convivir, se aprende. Los seres humanos, más que cualquier otro ser viviente, necesitamos de los demás para nuestra propia subsistencia. No sólo para la satisfacción de las necesidades básicas, sino para nuestro crecimiento y desarrollo humano integral. Vivir es convivir. Por lo tanto, la capacidad de convivir es, sin duda, uno de los aprendizajes más importantes para el desarrollo humano. Todo esto significa que convivir, vivir con otros, es un acto vital, así como lo es alimentarnos; es un hecho natural entre los seres humanos, así como lo es para las demás especies que  habitan el planeta. Sin embargo, a pesar de que convivir es un hecho natural y vital, los seres humanos también tenemos una tendencia a privilegiar nuestras ideas, poder, aportes, nuestros propios grupos… sobre los demás. Esta tendencia se exacerba con la competitividad e individualismo promovido en el sistema de vida dominante en el mundo actual, donde lo que realmente importa es el triunfo, la satisfacción y el bienestar individual, aun en detrimento de los otros; por ello, el hecho de vivir juntos.        

3.4.1 SINTONÍA O RAPPORT Y EMPATÍA.

[pic 1]El Rapport es la técnica para que mantengas buenas relaciones con las personas que te importan o que necesitas en un momento dado. Es comunicarte con todo lo que eres, no sólo con tus palabras. Es el manejo de tu lenguaje corporal junto con el verbal. El Rapport se da por naturaleza con las personas afines a ti. Esta comunicación se da muy fácilmente, incluso sin darnos cuenta, con personas afines a nosotros, como con los amigos con los que fluimos muy bien. Si observas en un lugar público, como en un restaurante, a las personas que tienes alrededor, aunque no las escuches, puedes ver que en una mesa la están pasando muy bien, mientras en otra no. Unos parecen que están danzando al mismo ritmo y los otros parece que tienen un muro entre ellos. El lenguaje corporal es más fuerte y fidedigno que el verbal. El reto es llevarlo a cabo conscientemente con las personas que te causan alguna sensación negativa como pueden ser, miedo, coraje, enojo, impaciencia, intolerancia, inseguridad, u otras. Para llevar a cabo la técnica del Rapport debes estar muy receptivo con la persona con la cual te quieres comunicar. 1. Haz que las palabras que utilizas al cuestionar, contestar u opinar correspondan y sean las mismas o parecidas a las de él. Escucha a tu interlocutor e inmediatamente contéstale con las mismas palabras con las que él te ha hablado. Si te dice: “ayer la pasé muy mal”. Bien puedes preguntarle “¿por qué razón dices que ayer la pasaste muy mal?” Así la conversación no se desvía pues está centrada con las mismas palabras que suenan como un eco y que a la persona que las dice la hacen pensar sobre ellas ya que las está escuchando a través de ti. Si la persona te está hablando de cómo “ve” una situación, procura emplear también la palabra “ver” cuando te refieras al tema. Si él dice: “yo lo veo problemático”, tú puedes responder “¿de qué manera lo ves problemático?”, “yo también lo veo problemático, o yo no lo veo problemático por esta razón…” en lugar de decir “yo también lo veo difícil” o “estás mal, esto no es así”. Aquí ya cambiamos las palabras y estamos creando una resistencia. 2. Reflejar postura. Esto quiere decir que tienes que corresponder a sus movimientos y a sus gesticulaciones. Así como correspondes con las mismas palabras, también hazlo con tu cuerpo. Si él cruza o descruza la pierna, si se hace hacia delante, si se toca el cabello, si sonríe, si mueve la cabeza hacia un lado, si mueve los ojos hacia un lado en particular, etc. tú haz lo mismo con discreción y delicadeza. No se trata de imitar sino de corresponder a su lenguaje corporal de una manera sutil. 3. Igualar la respiración del interlocutor nos dará el volumen y tono de voz que él está utilizando. Es como si vivieras a su ritmo. 4. Durante la conversación, conscientemente, haz algún movimiento diferente a los de tu interlocutor, y si él corresponde a éste, esto quiere decir que el puente de la comunicación ya está tendido, por lo que en ese momento ya puedes decir algo que en otra ocasión pudiera haber creado un problema con la seguridad de que tu mensaje será acogido. En este proceso de adoptar el comportamiento de la persona con la cual nos queremos comunicar, se logra la sintonía o empatía ya que el inconsciente lo está captando. De alguna manera logramos meternos en los zapatos del otro, y entenderlo y que él nos entienda. De esta manera no te vas a distraer mientras lo escuchas o no va a entrar en tu diálogo interno y así desligarnos de lo que te están platicando. Aunque a veces no lo parece, es fácil entenderse los unos con los otros ya que nuestro sistema nervioso es un cableado que abarca cada célula de nuestro cuerpo. Si yo me muevo, hablo, respiro igual que la otra persona, por fuerza estoy accediendo a su mapa y a lo que está sintiendo, pues estoy manejando su propio “cableado”. Esto te permitirá lograr una genuina identificación con el otro y facilitará grandemente la comunicación y comprensión.

        3.4.2 LOS CUATRO ACUERDOS

Don Miguel Ruiz En los cuatro Acuerdos, Miguel Ruiz revela la fuente de todas las creencias que nos ponen límites y nos privan de alegrías, creando sufrimiento inútil. Basados en antigua sabiduría tolteca, Los Cuatro Acuerdos nos ofrecen un poderoso código de conducta que puede transformar inmediatamente nuestra vida en una nueva experiencia de libertad, dicha absoluta y amor. Una Síntesis de los 4 Acuerdos:

  1. [pic 2]SE IMPECABLE CON TUS PALABRAS: El primer acuerdo es el más importante pero el más difícil de cumplir. Habla con integridad. Di solamente lo que quieras decir. Evita hablar contra ti mismo y chismorrear sobre los demás. Utiliza el poder de tus palabras para avanzar en la dirección de la verdad y el amor. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convertirán en magia negra. Con una sola palabra puedes cambiar una vida o destruir a millones de personas. Se impecable con tus palabras y trasciende tu nivel de existencia. Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o como magia negra depende de cada cual. Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas. La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del amor. Debemos comprender cuál es el poder que emana de nuestra boca. Si plantamos un miedo o una duda en nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos. Una palabra es como un hechizo, y los humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra, hechizándonos los unos a los otros imprudentemente. Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo: Me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «iMmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras. Alguien da una opinión y dice: «¡Mira qué niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es fea. Estará bajo ese hechizo.. Otro ejemplo: quizás pienses que eres estúpido, y tal vez lo hayas creído desde siempre. Este acuerdo es muy difícil de romper, y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el único fin de convencerte de que realmente eres estúpido. Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me gustaría ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto». Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente y cambian por entero, para bien o para mal. La mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia La palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable» proviene del latín pecatus, que quiere decir «pecado». El prefijo im significa «sin», de modo que «impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte. Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior. Contar chismes se ha convertido en la principal forma de comunicación en la sociedad humana. Es la manera que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor. Hay una vieja expresión que dice: «A la miseria le gusta estar acompañada», y la gente que sufre en el Infierno no quiere estar sola. El miedo y el sufrimiento son un aspecto importante del sueño del planeta; son la razón de que ese sueño nos continúe reprimiendo. Si hacemos una analogía y comparamos la mente humana con un ordenador, el chismorreo es comparable a un virus informático, que no es más que un programa escrito en el mismo lenguaje que los demás, pero con una intención dañina. Se introduce en el ordenador cuando menos te lo esperas, y en la mayoría de los casos, sin que siquiera te des cuenta. Una vez se ha introducido en él, tu ordenador no va demasiado bien o no funciona en absoluto, porque todo se lía y hay tal cantidad de mensajes contradictorios que resulta imposible obtener resultados satisfactorios. El chismorreo entre los seres humanos funciona de la misma manera. Tu opinión no es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro punto de vista es correcto. Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales, incluso con nuestro perro o nuestro gato. La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz. Puedes trascender el sueño del Infierno sólo con llegar al acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo.
  2. [pic 3]NO TE TOMES NADA PERSONALMENTE: Lo que los demás dicen y hacen es una proyección de su propia realidad, de su propio sueño. NADA de lo que hacen es por ti. Cuando seas inmune a las opiniones y los actos de los demás, dejarás de ser la víctima de un sufrimiento innecesario. La impecabilidad de tus palabras te llevara a la libertad personal, al éxito y a la abundancia. Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista. Cada cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus limitaciones. Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta por la calle (o yo lo percibo así) con casi toda seguridad no tiene nada o muy poco que ver conmigo; es simplemente su reacción a algo que está pasando fuera (un mal día con su pareja o en el trabajo, una discusión con su hija), o más probablemente dentro (preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia, una gastritis o un dolor de cabeza). La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina del rellano o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia película. Hay mucha magia negra fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o de mí. En cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento del día. Todo el mundo somos "depredadores emocionales" alguna que otra vez. "Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros... Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno", asegura Miguel Ruiz. Comprender y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad. "Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas. Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de las tuyas propias. Dirás "te amo" sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen". Siempre puedes seguir a tu corazón. Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del Infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo. Incluso cuando una situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente, eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación. Si alguien te da su opinión y te dice: no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar. Comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del Infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo. Cuando te tornas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has establecido, y no tienen nada que ver conmigo. Vives en ese estado de dicha en el que todo es verdaderamente maravilloso y bello. En ese estado de dicha, estableces una relación de amor con todo lo que percibes en todo momento. Sea lo que sea lo que la gente haga, piense o diga, no te lo tomes personalmente. Si te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti. Tú sabes que eres maravilloso. No es necesario que otras personas te lo digan para creerlo. No te tomes nada personalmente. Aun cuando alguien agarrase una pistola y te disparase en la cabeza, no sería nada personal. Incluso hasta ese extremo. Ni siquiera las opiniones que tienes sobre ti mismo son necesariamente verdad; por consiguiente, no tienes la menor necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas en tu propia mente personalmente. La mente tiene la capacidad de hablarse a sí misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está disponible de otras esferas. Quizás a veces, cuando oyes una voz en tu mente, te preguntes de dónde proviene. Es posible que esta voz provenga de otra realidad en la que existan seres vivos con una mente muy similar a la humana. La mente ve con los ojos y percibe la realidad de cuando estamos despiertos. Pero también ve y percibe sin los ojos, aunque la razón apenas es consciente de esta percepción. La mente vive en más de una dimensión. Es posible que en ocasiones tengas ideas que no se originan en tu mente, pero las percibes con ella. Tienes derecho a creer o no lo que esas voces te dicen y a no tomártelo personalmente. Tenemos la opción de creer o no las voces que oímos en nuestra propia mente, del mismo modo en que decidimos qué creer y qué acuerdos tomar en el sueño del planeta. La mente también es capaz de hablarse y escucharse a sí misma. Tu mente está dividida, igual que lo está tu cuerpo. Del mismo modo en que puedes estrechar con una mano tu otra mano y sentirla, la mente puede hablar consigo misma. Una parte de tu mente habla y otra escucha. Cuando muchas partes de tu mente hablan todas al mismo tiempo, se origina un gran problema. No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá, pero a medida que tu consciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a ti mismo. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice. Cuando realmente vemos a los demás tal como son sin tomárnoslo personalmente, lo que hagan o digan no nos dañará. Aunque los demás te mientan, no importa. Te mienten porque tienen miedo. Tienen miedo de que descubras que no son perfectos. Quitarse la máscara social resulta doloroso. Si los demás dicen una cosa, pero hacen otra y tú no prestas atención a sus actos, te mientes a ti mismo. Pero si eres veraz contigo mismo, te ahorrarás mucho dolor emocional. Decirte la verdad quizá resulte doloroso, pero no necesitas aterrarte al dolor. La curación está en camino; que las cosas te vayan mejor es sólo cuestión de tiempo. Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que soportes muchos años de sufrimiento con ella. Que se marche quizá resulte doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces, elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo. Cuando no tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá. Si conviertes el Segundo Acuerdo en un hábito, descubrirás que nada podrá devolverte al Infierno. Una gran cantidad de libertad surge cuando no nos tomamos nada personalmente. Serás inmune a los magos negros y ningún hechizo te afectará, por muy fuerte que sea. El mundo entero puede contar chismes sobre ti, pero si no te los tomas personalmente, serás inmune a ellos. Alguien puede enviarte veneno emocional de forma intencionada, pero si no te lo tomas personalmente, no te lo tragarás. Cuando no tomas el veneno emocional, se vuelve más nocivo para el que lo envía, pero no para ti. Ya puedes ver cuán importante es este acuerdo. No tomar nada personalmente te ayuda a romper muchos hábitos y costumbres que te mantienen atrapado en el sueño del Infierno y te causan un sufrimiento innecesario. Bastará con practicar el Segundo Acuerdo para que empieces a romper docenas de pequeños acuerdos que te hacen sufrir. Y si practicas además el Primer Acuerdo, romperás el 75 por ciento de estos pequeños acuerdos que te mantienen atrapado en el Infierno. Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad. Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran. Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites.
  3. [pic 4]NO HAGAS SUPOSICIONES: Encuentra la valentía necesaria para preguntar y expresar lo que realmente quieres. Comunícate con los demás tan claramente como puedas a fin de evitar males entendidos, tristeza y dramas. Solo con este acuerdo transformarás tu vida por completo, el día que no hagas suposiciones, te comunicarás con habilidad y claridad y tus palabras se volverán impecables. Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la confianza o el amor, sino más frecuentemente por el miedo y nuestra propia inseguridad. "La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras... e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular", insiste Miguel Ruiz. En última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad, siempre te queda la confianza... y la aceptación. . El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que Suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan –nos lo tomamos personalmente–, y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendernos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada. Toda la tristeza y los dramas que has experimentado tenían sus raíces en las suposiciones que hiciste y en las cosas que te tomaste personalmente. Concédete un momento para considerar la verdad de esta afirmación. Toda la cuestión del dominio entre los seres humanos gira alrededor de las suposiciones y el tomarse las cosas personalmente. Todo nuestro sueño del Infierno se basa en ello. Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente, porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Recuerda que chismorrear es nuestra forma de comunicarnos y enviarnos veneno los unos a los otros en el sueño del Infierno. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento. El gran mitote de la mente humana crea un enorme caos que nos lleva a interpretar y entender mal todas las cosas. Sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. No percibimos las cosas tal como son. Tenemos la costumbre de soñar sin basarnos en la realidad. Literalmente, inventamos las cosas en nuestra imaginación. Como no entendemos algo, hacemos una suposición sobre su significado, y cuando la verdad aparece, la burbuja de nuestro sueño estalla y descubrimos que no era en absoluto lo que nosotros Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: «Deberías haberlo sabido». Otro ejemplo: Decides casarte y supones que tu pareja ve el matrimonio de la misma manera que tú. Después, al vivir juntos, descubres que no es así. Esto crea muchos conflictos; sin embargo, no intentas clarificar tus sentimientos sobre el matrimonio. El marido regresa a casa del trabajo. La mujer está furiosa y el marido no sabe por qué. Quizá sea porque la mujer hizo una suposición. No le dice a su marido lo que quiere porque supone que él la conoce tan bien que ya lo sabe, como si pudiese leer su mente. Se disgusta porque él no satisface sus expectativas. Hacer suposiciones en las relaciones conduce a muchas disputas, dificultades y malentendidos con las personas que supuestamente amamos. La mayoría de las veces, hacemos nuestras suposiciones con gran rapidez y de una manera inconsciente, porque hemos establecido acuerdos para comunicarnos de esta forma. Hemos acordado que hacer preguntas es peligroso, y que la gente que nos ama debería saber qué queremos o cómo nos sentimos. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender nuestra posición. Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la mayor suposición que podemos hacer, y es la razón por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos hacemos. De modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana. También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Cuando ya no hagas suposiciones, tus palabras se volverán impecables. Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero, y esto es lo que tú quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni violencia ni disputas. 
  4. [pic 5]HAZ SIEMPRE LO MAXIMO QUE PUEDAS: El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen grado. Lo máximo que puedas hacer cambiará de un momento a otro; será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo. Bajo cualquier circunstancia, haz sencillamente lo máximo que puedas, y de este modo evitarás juzgarte, maltratarte y lamentarte. Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma que en otro que me siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y tremendamente generosa. Se podría decir que en cada momento de nuestra vida somos diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas. A veces podemos responder a lo que interpretamos como una "provocación" con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar conclusiones precipitadas... dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre tu mejor esfuerzo. Bajo cualquier circunstancia, haz siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso. En tus estados de ánimo diarios, lo máximo que podrás hacer cambiará de un momento a otro, de una hora a otra, de un día a otro. También cambiará con el tiempo. A medida que vayas adquiriendo el hábito de los cuatro nuevos acuerdos, tu rendimiento será mejor de lo que solía ser. Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. Sí intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches. Limítate a hacer tu máximo esfuerzo, en cualquier circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces tú máximo esfuerzo, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre tu máximo esfuerzo, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido. Si haces tú máximo esfuerzo, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces tú máximo esfuerzo, actúas. Hacer tu máximo esfuerzo significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuando esperan una recompensa, y no disfrutan de ella. Y ese es el motivo por el que vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados. Emprender la acción es estar vivo. Es arriesgarse a salir y expresar tu sueño. Esto no significa que se lo impongas a los demás, porque todo el mundo tiene derecho a expresar su propio sueño. Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces tú máximo esfuerzo. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer tu máximo esfuerzo. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz tu máximo esfuerzo. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer tu máximo esfuerzo. Si haces tú máximo esfuerzo, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuándo haces tú máximo esfuerzo, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras. Si siempre haces tú máximo esfuerzo, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Cuando haces tú máximo esfuerzo, te conviertes en un maestro. Todo lo que sabes lo has aprendido mediante la repetición. Si haces tú máximo esfuerzo en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo. No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras meditas. Debes ponerte en pie y actuar como un ser humano. Debes honrar al hombre o la mujer que eres. Debes respetar tu cuerpo, disfrutarlo, amarlo, alimentarlo, limpiarlo y sanarlo. Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación, una de las maestrías de los toltecas. Transformas el Infierno en Cielo. El sueño del planeta se transforma en tu sueño personal del Cielo. El conocimiento está ahí; sólo espera a que tú lo utilices. Los Cuatro Acuerdos están ahí; sólo tienes que adoptarlos y respetar su significado y su poder. Lo único que tienes que hacer es lo máximo que puedas para honrar estos acuerdos.

3.4.3 PRECEPTOS DE GESTALT: DARSE CUENTA, VIVE EL AQUÍ Y EL AHORA, CERRAR CICLOS. [pic 6]

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