Simon
Karen Margarita Cruz DiazTarea23 de Noviembre de 2018
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Todo comenzó cuando perdí mi trabajo, decidí montarme en un avión rumbo a Bogotá, para así poder darle un cambio a mí vida, en el avión iba un poco nervioso pues lo único que tenía fijo era la estadía, no tenía familiares ni conocidos; pude conseguir trabajo en un hospital psiquiátrico, sin tener mucha experiencia y, aunque no era muy bueno el salario, lo acepte.
Día a día la ciudad me fue absorbiendo, sus trancones, sus líneas de edificios grises y su frío constante marcó mi rutina personal y laboral. En el primer día de trabajo me explicaron cómo era su dinámica, la cual obligatoriamente tenía que seguir, al pasar los días comencé a recibir pacientes con diferentes trastornos psicológicos, ese era mi día a día, y todo lo que observaba y lo que mis pacientes me contaban era ya algo común en mi diario vivir.
Un día iba en el Transmilenio rumbo a mi trabajo, ya un poco cansado del ritmo de la ciudad, metido en mis pensamientos, cuando de repente una mujer ya de edad me hablo.
- “¿Doctor Ibarra? ¿Cómo está?, ¿se acuerda de mí? La mamá de Simón.”
- “¿Perdón?”
- “Si, supuse que no me reconocería, hace ya como tres meses lleve a mi hijo a una consulta y usted me lo atendió”
- “Ah, sí señora, claro como no.”
- “Que bueno doctor, es un milagro que lo allá encontrado, hace tres meses cuando lleve a mi hijo, saque otra cita para seguir llevando el proceso, pero mi hijo se negó rotundamente a ir, después de eso, pare de insistir con todo ese cuento de las citas, pero últimamente ha estado mas raro que antes, le gusta encerrarse en su cuarto a hablar…”
- “Perdón señora, esta ya es mi bajada, me tengo que ir” Al verla ahí angustiada, decidí darle una tarjeta con mi número personal, me baje del bus y la dejé atrás.
Cuando llegue a mi trabajo trate de acordarme del paciente, en los expedientes encontré el caso, aunque solo lo vi una vez, según la poca información que pude obtener de este paciente, supe la profundidad de la enfermedad que este sufría.
Pasaron los días y ya me había olvidado de ese encuentro cuando recibí una llamada de la señora, me pedía el favor de ir a observar el caso con mis propios ojos, aunque en el hospital que trabajaba me negaban rotundamente hacer visitas de ese tipo, accedí y cuadramos fechas.
El día anterior a la visita, ya tenía todo arreglado, desde como me iba a vestir hasta la ruta que iba a tomar para llegar a esta casa en el sur de la ciudad, no sabía por qué me sentía tan nervioso por ir allá, pero así era.
Cuando llegué a la casa, me recibió el padre de la familia, era igual de alto a mí, estaba serio e iba rumbo a su trabajo, me hizo seguir a la cocina en donde Doña Laura, la mamá de Simón, me ofreció tinto, y yo asentí, nos sentamos a hablar, ella me explico que Simón desde hace más o menos un año comenzó con ese extraño comportamiento. Me pidió que tratara de observarlo en su cotidianidad para así poder diagnosticarlo, y eso hice.
Simón tenía 12 años, era tímido, y las pocas veces que lo escuche hablar era para pedirle permiso a su mamá para salir a jugar al parque.
-Bueno Simón, ve con mucho cuidado.
En todas las veces que lo observé nunca lo vi acompañado o jugando con niños, pero, siempre parecía estar hablando o dirigiéndose a alguien.
A medida que iba pasando el tiempo, era más claro el diagnóstico, el niño tenía el “síndrome del amigo imaginario”, es muy común en niños de esa edad, hasta que llegan al punto de no querer relacionarse con nadie.
Cuando decidí hablarle a Doña Laura y a Don Alberto sobre el diagnóstico de su hijo Simón, les explique lo inteligente, sensible y demasiado imaginativo que era; su imaginación se alejaba de las cifras normales para niños de su edad, y también por lo poco que pude obtener de mis charlas con él, él me contaba que su “amiga imaginaria” fue realmente su amiga en el colegio hasta que un día no la volvió a ver porque le había ocurrido “algo malo”.
Me acuerdo de lo confundidos que se encontraban ellos cuando les explique todo esto, después decidieron hablar con él, él al comprender que sus papás no veían a su amiga, decidió salir corriendo y desapareció. Doña Laura me llamo para decirme que su hijo se había escapado, inmediatamente me fui para allá, reunimos gente para buscarlo, y duramos días sin encontrarlo, hasta que una tarde, en un parque natural de la zona su cadáver fue hallado y, al lado de él, otro montón de huesos, se llamó a la policía y se avisó sobre el hecho. Y hasta ahí llega mi relato con la familia Jiménez señor agente. ¿Al fin si se logró saber las causas de muerte de Simón?
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