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TEST PSICOLOGICO


Enviado por   •  1 de Marzo de 2022  •  Tareas  •  1.091 Palabras (5 Páginas)  •  273 Visitas

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El niño y el violín

El pequeño José Andrés, sentado en su habitación contempla fijamente un viejo violín.

Solo y desconsolado, porque debido a su pésima ejecución de niño principiante, había desafinado las cuerdas del instrumento, y aquel ya no emitía un dulce sonido sino uno ensordecedor.

Este violín le pertenecía a su padre, quién nunca llego a ser un virtuoso violinista, pero de vez en cuando llegaba a ejecutar algunas piezas musicales con amigos y en reuniones familiares. Días atrás se lo entregó a José Andrés antes de irse de viaje, de uno del que no regresaría, y antes de irse le hizo entrega de este con las siguientes palabras: cuídalo bien, este violín me ha traído muchos momentos de felicidad, es casi mi mejor amigo y espero que algún día también lo sea para ti, primero tienes que aprender a hablar con él. Desde ese entonces José Andrés lo ha cuidado casi como un tesoro, que hasta lo hacía reposar sobre un paño suave de tela para evitar ralladuras en su superficie, pues representaba una pieza de gran valor, que simbolizada el amor y el respeto que tenía por su padre.

En aquella singular escena, mirando fijamente el violín, el niño se encontraba un poco triste y confundido, pues ya llevaba días practicando y no conseguía sacar una sola melodía, y recordaba lo fácil que lo hacía ver su papa cuando tocaba aquel maravilloso instrumento y se preguntaba que habría querido decir su papá cuando le dijo que debía hablar con el violín. En su inocencia le dijo a instrumento inanimado: violín, como puedo hacer música contigo, ¿cómo haces para hablar con mi papá si no dices ni una sola palabra?, solo te he escuchado producir sonidos.

Interrumpiendo la binaria escena llama su mama: ya la cena está lista, ven a comer José Andrés.

Ya en compañía de su madre el niño pregunta: mamá, ¿cómo puedo aprender a tocar el violín como lo toca mi papá?, sabes que él siempre está de viaje y casi no tiene tiempo para enseñarme.

A lo que su madre responde: Si no sabes hacer algo, siempre puedes buscar a alguien que te ayude. Mañana iremos a buscar a un maestro que pueda enseñarte.

Con esas palabras José Andrés emprendería un nuevo viaje en el que aprendería a hablar con su violín, y verá que descifrando su culto lenguaje, uno que se expresa con sonidos menos que con palabras, tejerá la mejor amistad que podría llegar a tener, una amistad que lo acompañaría por el resto de su vida, con la que compartiría sus momentos más felices y que lo consolaría en los episodios de más profunda tristeza, con él hablaría de desamores, de miedos y desilusiones, pero antes le haría probar el amargo sabor de la frustración, de la complejidad y el aburrimiento, pues para un niño de 7 años aquello representaba una tarea titánica, la de descifran aquel complejo artefacto de madera, tarea que le tomaría cientos de horas de práctica y de tutoría.

Poco a poco José Andrés irá cosechando lo frutos y aprendiendo el valor de la perseverancia, de la paciencia y el sacrificio para obtener aquello que no se quita, el patrimonio, la tradición, la herencia inmaterial, el intelecto y la experiencia, para un día no muy lejano convertirse en un mejor violinista de lo que fue alguna vez su padre.

El maestro José Andrés, sentado en su habitación contempla fijamente su viejo violín.

La confusión de Ana María

Ana maría regresa de su escuela por el camino de piedra, luego de saludar al esposo de su hermana quien se encontraba arando la tierra, vuelve a ella la expresión confundida con la que salió de su casa, ya que aquella mañana su padre le había anunciado la noticia de enviarla a estudiar a la capital del país.

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