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Teoria De Erik Erikson


Enviado por   •  13 de Febrero de 2012  •  7.340 Palabras (30 Páginas)  •  1.036 Visitas

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Erik Erikson

1902-1994

Dr. C. George Boeree

Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier

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En la tribu americana de los Oglala Lakota, existía una tradición que se aplicaba a los adolescentes para determinar su sino en la vida. Se les animaba a introducirse en el bosque sin armas y sin otra vestimenta que un taparrabos y un par de mocasines en búsqueda de un sueño. Hambriento, sediento y cansado, el chico esperaría a tener un sueño al cuarto día de su viaje que le revelaría su destino vital. Al volver al hogar, relataría a los ancianos de la tribu el contenido de su sueño, el cual sería interpretado de acuerdo con una práctica legendaria. Y su sueño le diría al chico si estaba destinado a ser un buen cazador, o un gran guerrero o un experto en la caza de caballos salvajes, o quizás convertirse en un especialista en la fabricación de armas, o un líder espiritual, sacerdote o curandero.

En algunos casos, el sueño le llevaría a resolver las desviaciones y problemas de la tribu Oglala. Un sueño con un "thunderbird" (un pajaro de trueno) llevaría al chico a pasar un período de tiempo como “heyoka”, es decir, a actuar como un payaso o un loco. O por ejemplo, una visión de la luna o de un búfalo blanco, le llevaría a ser un “berdache”, un hombre que se viste y actúa como si fuese una mujer.

En cualquier caso, el número de roles que se representaban en la vida era extraordinariamente limitado para los hombres; ni qué decir de las mujeres. La mayoría de las personas desempeñaban papeles generalistas; muy pocos podían ser especialistas. Y estos roles solo se aprendían por estar simplemente rodeado de las demás personas en la familia y en la comunidad. Se aprendía en virtud de la vida.

En la época en que los Oglala Lakota fueron visitados por Erik Erikson, las cosas habían cambiado un poco. Habían sido reducidos a amplias aunque cerradas reservas como resultado de innumerables guerras y amenazas. El búfalo, la fuente principal de comida, vestimenta, cobijo y de casi todo el resto necesario para vivir, había sido cazado hasta prácticamente su extinción. Para empeorar más las cosas, se les había arrebatado sus costumbres, no por soldados blancos, sino por los esfuerzos de los burócratas gubernamentales dirigidos a convertir a los Lakota en americanos.

Los niños eran obligados a asistir a escuelas estatales casi todo el año, bajo la creencia sincera de que la civilización y la prosperidad surge de la educación. Aquí, aprendían muchas cosas que iban en contra de lo que habían aprendido en casa. Se le enseñaron reglas de los blancos sobre la belleza y la higiene, algunas de las cuales contradecían sus estándares de modestia. Se les enseñó a competir, lo que iba en contra de las tradiciones de los Lakota sobre la igualdad. Se les dijo que hablaran alto y fuerte, cuando precisamente sus familiares le decían que se mantuviesen tranquilos y quietos. En otras palabras, sus profesores blancos se encontraron con un grupo muy difícil de manejar y sus padres se hallaban en una situación de dolor ante lo que consideraban una corrupción propia de una cultura extranjera.

Con el paso del tiempo, su cultura originaria desapareció, pero la nueva cultura fue incapaz de proveer los sustitutos necesarios. No hubo más búsqueda de sueños, pero entonces ¿cuáles sueños podrían perseguir los adolescentes si no existían?.

Erikson se sintió conmovido por las dificultades de los niños de Lakota con los que hablaba y observaba. Pero crecer y encontrar el propio lugar en el mundo no es tarea fácil para muchos otros americanos tampoco. Los afroamericanos están luchando por lograr una identidad alejada de sus raíces africanas olvidadas; esa cultura pobre y falta de poder dentro de una cultura circundante de una gran mayoría blanca. Los asiático-americanos también pasan por una situación similar, atrapados entre las tradiciones americanas y asiáticas. Los americanos rurales consideran que sus hijos no encajan en una sociedad mayor. Y la gran mayoría de europeo-americanos poseen, de hecho, poco de sus propias identidades culturales, a no ser por vestirse de verde el día de San Patricio o por una receta de salsa marinara de la abuela. La cultura americana está en cualquiera; es, en cierto sentido, de nadie.

Como la mayoría de los nativos americanos, también otros han perdido mucho de los rituales que una vez nos guiaron hacia la adultez. ¿Hasta qué punto es usted un adulto?; ¿cuándo entramos en la pubertad?; ¿ya ha sido bautizado o ha pasado por su “bar mizvah”?; ¿su primera experiencia sexual?; ¿fiesta de 15 años?; ¿su licencia de conducir? ¿su graduación colegial?; ¿votando en sus primeras elecciones?; ¿su primer trabajo?; ¿edad legal para beber?; ¿graduación de la universidad?; ¿Cuándo exactamente los demás nos tratan como adultos?.

Consideremos algunas de las contradicciones. Puedes ser lo suficientemente mayor para meterte en un todoterreno veloz de dos toneladas, pero no se te permite votar. Puedes ser lo suficientemente mayor para morir en la guerra por tu país, pero no lo suficiente para beberte una cerveza. Como estudiante universitario se te pueden confiar cientos de dólares para créditos educativos, pero no se te permite escoger tus materias.

En las sociedades más tradicionales (como en la nuestra hace 50 o 100 años), un jóven o una chica se fijaban en sus padres, en sus relaciones, vecinos y profesores. Eran personas decentes y trabajadoras (en su mayoría) y deseábamos ser como ellos.

Desafortunadamente, la mayoría de los niños actuales buscan la identificación en la “media”, especialmente en la televisión. Es fácil entender por qué. Las personas de la tele son más bellas, más listas, más ingeniosas, más sanas y más felices que cualquiera de nuestro vecindario. Por desgracia, éstas no son reales. Siempre me sorprendo de la cantidad de estudiantes que se frustran al descubrir el gran esfuerzo que supone la carrera que han elegido. Esto no ocurre en la tele. Más tarde, descubren que los trabajos que realizan no son tan creativos y satisfactorios como esperaban. Una vez más, no es como en la tele. No debería entonces sorprendernos el que muchos chicos se vayan por el camino más corto que el crimen parece ofrecer o en la vida fantástica que la droga promete.

Algunos de ustedes considerarán estas afirmaciones como una exageración o estereotipo de la adolescencia moderna. Realmente espero que su paso desde la niñez a la adultez haya sido uno suave. Pero muchas personas (Erikson y yo incluidas) podrían haber seguido un sueño.

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