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Todo hombre es Filosofo


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2013  •  Informes  •  2.293 Palabras (10 Páginas)  •  419 Visitas

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Todo hombre es Filosofo.

Imaginemos un hombre que sale un buen día de su casa y sufre un accidente en medio de la calle. Pierde la conciencia y es trasladado a una clínica cercana. Cuando vuelve en sí se encuentra en un lugar para él desconocido, en una situación cuyo origen no recuerda. En esta circunstancia, cuál creéis que será su preocupación inmediata, ¿qué es lo primero que se preguntará?. Ciertamente, no empezará por preguntarse de qué color son las paredes, las medidas de la habitación o sobre los objetos que observa a su alrededor. Ese sería, analógicamente, el tipo de preguntas que se plantean las ciencias "particulares". Lo lógico es que este buen señor se haga una pregunta total, en la que se incluya él mismo en esa totalidad, y se pregunte ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy aquí?. Pues bien, nuestra situación, la situación del hombre en este mundo es en un todo semejante. Venimos a la vida sin que previamente se nos pregunte si queremos o no nacer. Tampoco se nos da un manual de instrucciones donde se nos explique cómo es el lugar al que vamos, ni cuál va a ser nuestro papel en la vida o qué se supone que debemos hacer. Nos encontramos, por decirlo así, utilizando el vocabulario existencialista, arrojados, implantados en la existencia. Lo que ocurre es que no nacemos en estado adulto, sino que nuestra inteligencia se va desarrollando paulatina y progresivamente, al mismo tiempo que nos vamos acostumbrando a todas las cosas que forman la realidad y llegamos a verlas como lo más natural del mundo y, por tanto, como algo indigno de cualquier tipo de explicación. Y si la hierba fuese roja y el cielo verde, también nos habríamos acostumbrado a ello de la misma manera, sin la menor dificultad. Sin embargo, si viniésemos al mundo en estado adulto, nuestra perplejidad sería muchísimo mayor a la del hombre de nuestro ejemplo que, habiendo perdido el conocimiento, despertó en un lugar desconocido. En este sentido no debemos olvidar la curiosidad natural de la niñez, sus constantes e insistentes porqués, fruto de la admiración y sorpresa ante un mundo que se presenta a sus ojos como algo siempre novedoso aún por descubrir y entender. Pues bien, esta inquietud, este deseo por comprender el mundo, por dar respuesta a todos los interrogantes que la realidad plantea no acaba en la infancia, sino que nos acompaña durante toda la vida, y no sólo eso sino que ha estado y estará siempre presente en toda la Historia de la Humanidad. Por consiguiente, la filosofía es esencialmente una búsqueda de la verdad y, por muy raro que parezca, es un asunto que no atañe sólo al profesor o profesional de la filosofía , sino a todo hombre, ya que todo hombre es filósofo, aunque no lo sepa o no sea consciente de ello. Así, a semejanza de aquel que escribía en prosa sin saberlo, todo hombre es filósofo aunque no se dé cuenta. La filosofía es la actividad más natural del hombre: No hay hombre que no filosofe, o por lo menos, todo hombre tiene momentos en su vida en que se convierte en filósofo.

Papa Juan Pablo II afirma algo que parece atrevido a primera vista: "Cada hombre es, en cierto modo, filósofo y posee concepciones filosóficas con las cuales orienta su vida" [1]. ¿Qué quiere decir esto? Un profesor de química, un ama de casa, un taxista, una ministra, un campesino, una artista, un futbolista, ¿todos ellos pueden ser filósofos?

1. La filosofía comienza con la humanidad Es posible conversar sobre esta y otras muchas cuestiones casi en cualquier situación, preferentemente en la naturaleza, en los montes o a la orilla del mar. En principio, todo hombre está capacitado para reflexionar sobre las dimensiones más profundas de la vida. ¿Significa esto que todos los hombres somos filósofos, en el sentido estricto de la palabra? ¿Que no es necesario disponer de una formación especial para ejercer esta ciencia? Nada de eso. Pero significa que la filosofía es distinta a las demás ciencias, y que, en principio, todo hombre capaz de razonar puede ejercer de filósofo.

Todo ser humano, tarde o temprano, se plantea el por qué y el para qué de su existencia, se pregunta de dónde viene y a dónde va, quién es y lo que podría hacer de su vida. En esto se distingue de los animales. El animal vive de un día para otro: come, bebe, duerme, crece, corretea, se reproduce y muere. Una vida así es buena y normal para un animal, pero no para una persona. Los filósofos de la Antigüedad llegaron a decir -tal vez de una manera algo ruda- que si una persona no se plantea las preguntas fundamentales de la vida y solamente vive de un día para otro (de una comida a la otra, de un telediario al otro), habrá "fracasado" en su existencia. En lo más profundo de su ser no habrá llegado a encontrarse a sí mismo; no se habrá "convertido en hombre". Dicho de manera tradicional: su existencia no habrá sido digna de ser la de un hombre.

¿Cuándo comienza la filosofía? Según algunos expertos, con Tales de Mileto, en el siglo VI antes de Cristo; según otros, nace con Homero en el siglo IX antes de Cristo; hay personas más radicales que señalan que, antes de los griegos, los pueblos orientales de alguna manera ya filosofaban... Sin embargo, si es verdad que cada hombre es filósofo, la filosofía debe comenzar con la humanidad. En las bibliotecas alemanas se puede encontrar una obra anticuada y cubierta de polvo, de varios tomos, escrita en el siglo XVIII, "Historia de la Filosofía - desde los comienzos del mundo hasta nuestra época". La portada del primer tomo muestra un paisaje salvaje con un gran oso y tiene por título: "La filosofía prediluviana" [2].

Sin embargo, es un rasgo característico de nuestro tiempo, que no pocas personas parecen carecer de inquietudes intelectuales. Hasta se muestran "alegres" en un cierto nihilismo práctico que no se preocupa del porqué de la vida, ni se formula la mera pregunta por el sentido de la existencia. Nos encontramos frente al peligro de no vivir la vida, sino de "dejarse llevar". A veces, no disponemos de la suficiente calma interior para considerar los acontecimientos con cierta objetividad y tomar conciencia de la propia situación existencial. No reflexionamos sobre el sentido y los objetivos del propio actuar; en definitiva: no ejercemos como filósofos, prescindiendo así de una dimensión esecial de la vida humana. En efecto, el simple plantearse estos interrogantes es ya una primera señal de que una persona se rebela ante la perspectiva de vivir como un animal. Normalmente se puede filosofar, claro está, cuando las necesidades básicas de la vida están al menos mínimamente colmadas. Pero aunque este sea el caso, observamos una cierta "apatía", una cierta "abstención de pensar", justamente en las sociedades

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