Transgenero

Tradicionalmente sexo y género han sido directamente asociados. De hecho, cuando los científicos europeos (blancos, de clase alta, hombres, y supuestamente heterosexuales) empezaron a estudiar la sexualidad de las personas a finales de siglo XIX y principios de siglo XX, no distinguían entre sexo, género y sexualidad; no solo no lo distinguían sino que para ellos era lo mismo. La visión que tenían provenía de la estructura heteropatriarcal, donde el sexo de una persona designaba cuál era su posición y rol social, su psicología y su sexualidad. De hecho no existían para ellos las orientaciones sexuales, ya que éstas eran siempre heterosexuales y la diferencia provenía de un sexo invertido o no invertido psicológicamente; por ejemplo, lo que decían era que las personas homosexuales tenían rasgos psicológicos del sexo “contrario” al designado anatómicamente.

Culturalmente se ha utilizado el sexo de una persona para asignar desde ya al nacer el lugar que tenía que ocupar en la sociedad. Y no solamente el lugar, sino también su comportamiento, sus emociones, sus movimientos y sus relaciones. Por tanto, éste también designaba con qué tipo de personas debías relacionarte y como. Aunque estoy hablando en pasado esto aún no ha cambiado en su totalidad, y lo seguimos arrastrando. La diferencia es que ahora cada vez se es más consciente de qué significado tienen todos estos comportamientos y de cómo está ligado a las estructuras de poder y a la educación, y no a como es o deja de ser nuestro cuerpo.

El sexo hace referencia a unas características biológicas y físicas: genitales, órganos reproductivos, cromosomas y complejidad hormonal. Todas estas características están íntimamente relacionadas, pero no se trata de algo simple, sino de algo complejo y no directo. Aún toda esta complejidad física, el Estado designa el sexo de una persona al nacer mediante la observación de los genitales externos; el sexo mediante esta observación puede ser “masculino”, “femenino” o “intersexual”. Las personas intersexuales son personas que nacen con características físicas genitales y reproductivas combinadas del sexo femenino y masculino, y no necesariamente ambas ‘completas’, sino que pueden presentar más visiblemente uno de los dos y/o que no tengan aparato reproductor completo de uno de los dos. El tema de la intersexualidad se tratará en una entrada a parte más adelante, ya que es un tema importante en nuestra sociedad: debido a la ‘obligatoriedad’ de definir un sexo al nacer, estas personas son sometidas a intervenciones quirúrgicas y mutilaciones para poderlas catalogar genitalmente como hombres o mujeres; por tanto, al final ‘oficialmente’ acaban por existir solamente dos sexos: el femenino y el masculino.

El género es el conjunto de roles sociales y culturales, de comportamiento social del individuo. El género está compuesto por códigos performativos (como se empezó a apuntar en el postfeminismo), que son los que hacen que éste se pueda distinguir cuando nos relacionamos socialmente. Estos códigos performativos están compuestos de movimientos, gestos, forma de hablar, la ropa que se usa, tendencias de comportamiento y emotivas, etc, que normalmente se han creído que iban ligadas psicológicamente al sexo de la persona, pero que se ha observado que son culturalmente aprendidas desde la infancia (un ejemplo de esto es lo que explico en mi experiencia de drag-king en las entradas taller de drag-king I, II, III, IV, V y VI). El género también muchas personas lo definen como una identidad, una emoción o sensación interna de entrar en una categoría u otra. El sistema de género de nuestra estrucatura heteropatriarcal es el binario de género, donde solo dos géneros mutuamente exclusivos y opuestos son reconocidos: mujer y hombre. Estos son los dos géneros que marcarán cuales deben ser los comportamientos heteronormativos masculino y femenino.

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