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Zorro De Arriba Y De Abajo


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  3.207 Palabras (13 Páginas)  •  303 Visitas

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A su muerte, el 2 de diciembre de 1969, José María Arguedas dejaba al cuidado de su viuda, Sybila Arredondo, y su amigo el poeta Emilio Adolfo Westphalen la edición de un manuscrito preparado con dolor y enorme implicación personal, bajo el título de El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971, póstuma),[1] que entresacaba del manuscrito quechua recogido por Francisco de Ávila en 1598 y que el propio Arguedas había traducido al español en 1966 como Dioses y hombres de Huarochirí.

En la culminación del desarrollo de su obra, Arguedas fue capaz de elaborar una interpretación del contexto múltiple del Perú desde dentro del mundo andino, desde una conciencia quechua moderna. La ardua elaboración de esta última novela coincide con un periodo crítico en la vida de Arguedas, cuando los estados melancólicos y depresivos que le habían acompañado en ocasiones anteriores se agudizaron con intensidad. De hecho, el relato se intercala con cuatro diarios que documentan la crisis existencial de Arguedas y sus esfuerzos para finalizar la novela, y que también contienen trazos que desvelan su energía, su fuerza vital. Diarios que son una excepcional fuente de documentación personal y metaficcional.

El zorro de arriba y el zorro de abajo muestra, ante todo, una poderosa originalidad en la composición, que mezcla ficción y realidad a través de dos tipos de enunciados, dos hebras que se entrelazan: por un lado los diarios de Arguedas, textos testimoniales cuyo narrador es el propio autor, que escribe como terapia para superar la crisis que le embargaba en esos momentos, y que metaficcionalmente alude a la novela que está tratando de escribir; por otro lado, los capítulos narrativos dedicados al bullicioso puerto de Chimbote, microcosmos citadino que retrata los cambios económicos y socio-culturales que arrasan al Perú como nación del Tercer Mundo; ciudad babélica, de barriadas marginales y extremadamente pobres, prostíbulos, pescadores de vida dura, empresarios que aprenden modernos modos de producción, locos, tuberculosos y sacerdotes yanquis. Ciudad en la que, pese a las parcas condiciones de vida, los emigrados andinos mantienen, y transforman, parte de su cultura popular, sus bailes y su música. El escenario elegido por Arguedas es una sugerente plataforma:

Chimbote es, en los años sesenta, principal escenario de un boom económico sin precedentes en el Perú, el de la pesca. La concentración de capitales nacionales y extranjeros, que trae consigo la ilusión o la posibilidad de puestos de trabajo y de enriquecimiento rápido, provoca una ola de inmigración impresionante: pescadores, aventureros, predicadores religiosos y, ante todo, decenas de miles de ex-campesinos empobrecidos de la sierra latifundista. Chimbote se convierte así en uno de los mayores hervideros políticos, sociales, económicos y culturales de la época (Lienhard, 1981: 19).

En esta novela Arguedas quiso captar los cambios, la aceleración del ritmo histórico que en el pueblo peruano trajo el auge de la industria, en concreto la pesquera. A través del hervidero humano que era el puerto de Chimbote quiso interpretar el hervidero que era el Perú de su tiempo, con vistas al futuro. Ante la irremediable migración desde la sierra hacia las ciudades, como antropólogo Arguedas es consciente de ese progresivo e imparable movimiento que desarraiga a miles de campesinos y los introduce en el duro engranaje desarrollista que se deriva de la industrialización, pero también reflexiona acerca de la posibilidad de que este fenómeno sea el germen de una futura definición nacional donde “todas las sangres” se hallen representadas. Así, El zorro de arriba y el zorro de abajo se debate entre la constatación del mundo caótico de un lugar como Chimbote y la potencialidad de la esperanza y el entendimiento intercultural.

Son muchos los aspectos que confluyen en esta narrativa: la industrialización, la vulnerabilidad humana en situaciones extremas (pobreza, prostitución, locura, enfermedad, muerte), la supervivencia de la cultura popular, la coexistencia de la racionalidad y el pensamiento mítico andino, la ruptura del conservadurismo de la Iglesia Católica a través de compromisos solidarios con los más desfavorecidos (Teología de la Liberación), la pervivencia e interrelación entre lenguas, el desarrollo de sociolectos, el neoimperialismo de las grandes potencias… realidades que van transformando sin pausa y con prisa el rostro cultural de las comunidades indígenas y campesinas que habían podido conservar sus costumbres de manera relativamente estable durante siglos. Y, ante todo esto, Arguedas siempre creyó en la comunicación intercultural, en la posibilidad de preservar la cultura, transculturándola. Junto a su querencia profunda por la cultura quechua, no ignoraba las innovaciones geopolíticas, económicas, tecnológicas y socioculturales. Él concibió la cultura como un ser vivo y dinámico capaz de sobrevivir a los cambios, abierto a la apropiación de las ventajas de las innovaciones foráneas.

Críticamente, este texto de Arguedas, sumamente complejo tanto en la forma como en el fondo, ha sido en general el menos analizado. Por suerte, en 1981 aparece un libro que supone toda una revelación y un verdadero punto de inflexión: Cultura popular andina y forma novelesca. Zorros y danzantes en la última novela de Arguedas, del suizo Martin Lienhard (1981), que aporta una lectura intensa de esta obra arguediana, desde una perspectiva etnoliteraria. Lienhard, que llevó a cabo una ingente tarea de documentación antropológica, complementada con largas estancias de trabajo de campo en el Perú andino, evoca mitos, leyendas y canciones quechuas, creencias y rituales, con el objetivo de desentrañar el sentido de la simbología arguediana, fundada desde la cultura quechua que observaba, viva, como antropólogo.

¿Qué elementos son los que expresan la irrupción de la cultura andina en El zorro de arriba y el zorro de abajo? Por una parte, en este texto se registra la dolorosa adaptación de los serranos al mundo de los trabajadores costeños, un mundo violento, en crisis, que busca el diálogo pero halla miseria y enfrentamiento; por otra parte, Arguedas retoma el hilo de un relato quechua de 1600 que él tradujo, de origen oral, que es lo que hoy se conoce como Dioses y hombres de Huarochirí. De alguna manera, con su última novela Arguedas pretendía dar continuidad, desde la cultura quechua contemporánea, a ese texto, al diálogo entre los zorros míticos: el de arriba (la sierra) y el de abajo (la costa). Al tiempo, como en sus novelas anteriores, Arguedas asienta la narrativa en símbolos de origen quechua, parte indesligable de la cosmovisión andina, voceados por los campesinos quechuas que han migrado a Chimbote y en ese entorno hostil y extraño deben vivir y trabajar. Los rituales populares quechuas

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