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Alcoholismo


Enviado por   •  3 de Febrero de 2014  •  1.482 Palabras (6 Páginas)  •  312 Visitas

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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ESTRÉS

El estrés está presente en todas las actividades laborales del ser humano y resulta necesario para realizar cualquier tarea que requiera esfuerzo y responsabilidad.

Necesitamos un cierto nivel de "activación" para movilizarnos y muchas actividades laborales pueden resultar sanamente excitantes, bien por que suponen realizar tareas que nos agradan y estamos habituados a efectuar con éxito o por el contrario porque suponen iniciativas que nos permiten aprender y afrontar nuevos retos. Este tipo de "activación" no nos produce ansiedad sino más bien resulta altamente motivante.

Sólo cuando nos encontramos en un estado de activación que creemos que desborda nuestros propios recursos, cuando estamos sometidos a presiones y condiciones que sentimos que no podemos satisfacer, empezamos a sufrir las consecuencias de un incremento de los niveles de ansiedad que, de mantenerse, pueden provocar en nosotros trastornos psicosomáticos, psicológicos y laborales.

Concretamente en el terreno laboral, las personas que están sometidas a una situación de estrés, empiezan por mostrar inseguridad, indecisión y a postergar los asuntos mostrándose especialmente irritables. Más adelante empeoran los problemas con su equipo de trabajo, y frecuentemente, adoptan posiciones de desconfianza o cierto "pasotismo" con clara pérdida de la eficacia pudiendo llegar a perder toda motivación e interés por el trabajo.

Origen del estrés

Los factores que llevan a esta situación de estrés pueden venir determinados por nuestro entorno empresarial, son los llamados factores estresantes de la organización entre los que podemos citar el exceso de responsabilidad, las responsabilidades no definidas, la falta de medios, especialmente si se produce a la vez un alto nivel de exigencia, las diferencias entre los principios personales y los de la cultura de la organización, problemas en el clima laboral o los cambios tecnológicos u organizativos, por citar solo algunos.

Pero no podemos olvidar que el estrés es un estado emocional y como tal es subjetivo y específico de cada persona. Cada uno vive y es afectado por los factores estresantes de la organización según sus propias características personales.

Así pues, los factores personales, nuestra propia forma de “vivir” la influencia de los factores externos, son determinantes en el nivel de estrés que puede experimentarse y es en este punto donde la puesta en práctica de los criterios expuestos sobre la Inteligencia Emocional pueden ayudarnos a minimizar los efectos de los factores estresantes.

Gestiona tu estrés

Para disminuir los efectos del estrés, o para evitar sufrirlos, podemos utilizar las competencias emocionales.

Mediante las competencias emocionales personales (Autoconciencia, Autocontrol y Automotivación), podemos objetivizar la influencia de los factores que determinan el estrés, relativilizándolos, modificando nuestra percepción y adecuando nuestro comportamiento laboral a unos patrones de estrés positivo.

Las competencias emocionales sociales (Empatía y Habilidades Sociales) nos permitirán proyectar hacia el exterior nuestra actitud, creando equipo, explicando nuestros puntos de vista y, quien sabe, modificando algunos de los factores estresantes de la organización.

1. Competencias emocionales personales

a) Autoconciencia emocional.

Debemos, en primer lugar, tomar conciencia de nuestra situación emocional. Ser conscientes de cuales son nuestros sentimientos y sus causas.

La toma de conciencia de nuestras propias emociones constituye la habilidad emocional fundamental, la base sobre la que se soportan otras habilidades como por ejemplo el autocontrol o la automotivación.

Una situación de abatimiento no consciente no es la mejor para decidir abandonar un trabajo que podamos echar de menos en un futuro, de la misma forma que una situación de ira no consciente no es la más apropiada para reclamar una responsabilidad que al rato, cuando estemos tranquilos, nos puede pesar.

La falta de conciencia de nuestras propias emociones puede ser desastrosa especialmente en momentos en los que debemos tomar decisiones de los que puede depender nuestro futuro.

Una vez que somos conscientes de nuestras propias emociones estamos en situación de plantearnos los hechos de una forma más objetiva: ese temor, esa ansiedad tienen realmente justificación. ¿Realmente que podemos perder? ¿Disponemos de otras alternativas?.

Nos permite, en definitiva, desembarazarnos de estados de ánimo negativos, plantearnos alternativas y, al hacer conscientes nuestras emociones, reducir la ansiedad.

Es decir, nos permite controlar las emociones y de esa forma lograr un mayor equilibrio emocional y una mayor resistencia a la frustración.

B) Autocontrol emocional.

Para que efectivamente podamos controlar las emociones debemos hacerlas conscientes sin emitir sobre ellos juicios de valor. Podemos hacer, por ejemplo, consciente un sentimiento de rivalidad hacia otra persona de nuestra organización; si automáticamente lo consideramos un sentimiento inaceptable y lo reprimimos nos estaremos impidiendo poder razonar sobre sus causas y decidir si, a la vista de las razones que nos han llevado a tener ese sentimiento, encontramos justificado mantenerlo o no.

Así

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